Capítulo 14: I

898 103 15
                                    

Un estruendo provoca que dé un sobresalto y me levante rápidamente del suelo. Doy varios pasos atrás mirando alrededor intentando averiguar el origen del ruido. Mi vista se detiene en el enorme cacho de hielo que se encuentra hecho pedazos al frente del muro.

¿Qué ha pasado?

Me acerco con paso cauteloso hasta el muro. Antes tapaba por completo la entrada, sin embargo, ahora solo queda la mitad izquierda. El corte es vertical, ni siquiera presenta ninguna ondulación, es totalmente recto y perfecto. Observo en el suelo los pedazos hechos añicos, unos más que otros.

A mi mente viene la idea de que el peliblanco me ha liberado, pero no le veo por aquí cerca. ¿Podrá hacerlo desde la distancia? Mejor dicho, ¿me liberaría?

No creo que me haya encerrado para después liberarme sin todavía estar aquí. Examino los alrededores, intento no perder ningún detalle entre los árboles, pero no encuentro nada a simple vista.

Con la yema de los dedos toco suavemente el corte del muro. Separo con brusquedad la mano y aprieto mis dedos con la otra, intentando de este modo calmar la quemazón. Está ardiendo.

― ¿Jack? ― Pregunto en voz alta. Esquivo los trozos de hielo del suelo y avanzo hasta el comienzo del bosque. ― ¿Hola?

Me detengo cuando una brisa proveniente de los árboles remueve mi cabello como una caricia. Mi mirada se mantiene fija entre los troncos, esperando cualquier indicio de movimiento para gritar y salir corriendo. Otra brisa me acaricia, pero está vez proviene de la espalda. Me doy media vuelta, pero no encuentro nada. Una extraña sensación me recorre la nuca y comienzo a ponerme nerviosa. Un escalofrío se extiende por mi columna vertebral al escuchar el sonido de una rama romperse. Sin pensarlo dos veces, salgo corriendo en el sentido contrario.

Esquivo los troncos y las raíces que se cruzan en mi camino, pero no tengo la misma suerte con algunos arbustos y ramas, que van rasgando mi ropa cada vez que me rozan.

Siento que me persiguen, como si estuviera en el juego del cazador y la presa. Quizás es mi paranoia, pero no quiero averiguarlo, prefiero correr.

Doy un traspiés al chocarme con una rama, la cual ha tenido que arañar mi mejilla porque la siento arder. Tapo el arañazo con la palma de mi mano y suelto un quejido, eso ardió aún más. Me enderezo y examino entre los troncos y la vegetación. Lo único que escucho es mi respiración acelerada y los latidos de mi corazón. Me apoyo en un tronco para recuperar energía. Alejo la mano del arañazo y la extiendo frente a mí, el color rojo carmesí de mi sangre cubre parte de la palma. Mierda.

Otro sonido hace que vuelva a ponerme alerta, ignorando el ardor de mi mejilla y la sangre. Antes de poder salir corriendo de nuevo, algo me rodea por el cuello y me tira hacía atrás, suelto un grito ahogado ya que me tapan la boca. Choco con algo duro y ejercen más presión, levanto las manos para intentar liberar mi cuello.

― Berolige. ― Susurra en mi oído y todos mis músculos se relajan. Mis brazos caen a mis costados sin fuerza. A pesar de que todo mi cuerpo se encuentra extrañamente dormido, en ningún momento afloja su agarre sobre mí.

¿Por qué no puedo moverme? En mi mente grito con frustración, intento con todas mis fuerzas mover cualquier musculo, pero no responden. Lo único que puedo hacer es mover los ojos y parpadear.

Siento la respiración caliente del extraño contra mi mejilla herida, incomodándome aún más. Hasta aquí he llegado, me va a matar. El cazador capturó a su presa.

Un gruñido salvaje desvía mi atención de la persona que me tiene atrapada. Un oso negro aparece en mi campo de visión y siento todo mi cuerpo temblar de miedo, si no me estuviera agarrando ya me habrían fallado las piernas. El animal mueve su hocico olisqueando el aire y de vez en cuando enseña sus colmillos. Sus grandes patas se mueven con lentitud, mueve su cabeza en varias direcciones buscando algo. Buscándonos a nosotros.

El brazo que me rodea me aprieta más contra su cuerpo. El oso se detiene y olisquea el suelo, sigue avanzando hasta encontrarse casi en frente de nosotros. Si gira un poco la cabeza nos vería perfectamente y no tardaría en lanzarse a por nosotros. Estamos más cerca de la muerte de lo que pensé. Mi respiración se corta absorta por el miedo y el peligro de la situación, siento mi corazón latir desbocado contra mi pecho, retumbando a la vez en mis oídos.

Levanta el hocico olisqueando el aire y se queda quieto, sus orejas se mueven ligeramente. Una rama rompiéndose llama su atención y gira la cabeza hacía el otro extremo. Mueve sus grandes y pesadas patas por la tierra, rozando sus garras, y se aleja a paso lento. Cuando el oso ha desaparecido vuelvo a respirar, suelto un sonoro suspiro de alivio contra la mano del extraño.

Para mi sorpresa, el extraño no tarda en soltarme, dándome un pequeño empujón alejándome de él. Recupero el control de mi cuerpo y me doy la vuelta para encararle, pero cuando lo hago ya no hay nadie. Doy la vuelta al tronco pensando que quizás se escondió ahí, pero no hay nadie.

Confundida observo a todos lados, sin saber muy bien que hacer me mantengo quieta. ¿A dónde se ha ido?

― ¿____? ― Escucho la voz del peliblanco, levanto la mirada a una de las ramas y allí le encuentro. ― ¿Cómo llegaste hasta aquí? ―Pregunta mientras se baja flotando hasta quedar frente a mí. Me mantengo en silencio, porque ni siquiera soy capaz de procesar lo que ha pasado.

Insiste y lo único que sale de mi boca es un tartamudeo, seguido de un jadeo lleno de confusión. Su rostro expresa confusión y enfado, pero rápidamente este desaparece siendo sustituido por preocupación. Sus ojos se desvían a mi mejilla.

― ¿Qué ha pasado? ― Hace una pausa acercándose a mi rostro, extiende la mano hacía el arañazo y la brisa helada me acaricia, provocando que suelte un quejido por el repentino frío. ― Mierda. Te dije que era peligroso. ― Regaña mientras frunce el ceño y sus ojos se mueven por todo mi rostro.

Abro la boca para intentar contar lo sucedido, pero un nudo en mi garganta no me lo permite. El escozor se hace presente en mis ojos, las lágrimas se acumulan en ellos. Mi pecho se llena de agonía y mi corazón late nervioso.

― Hey, mírame. ― Jack intenta llamar mi atención pero bajo la mirada, empiezo a dar varios pasos hacía atrás. Me tropiezo con una raíz y caigo de culo contra el suelo, el dolor sube por toda mi espalda provocando que las lágrimas salgan junto a un quejido. ― No, no, no. ― Repite con voz suave mientras se agacha frente a mí. Extiende los brazos con intención de abrazarme, pero me atraviesa dejando solo el rastro de la brisa helada.

Las lágrimas se convierten en sollozos desesperados, tapo mi rostro con mis dos manos. El pecho y la garganta me arden, el nudo que me impide hablar todavía está presente. Siento desmoronarse todo a mi alrededor. Me duele incluso cada sollozo que sale de mi interior.

Escucho de fondo al peliblanco intentando consolarme, pero sus palabras me resultan muy lejanas. Mis sollozos se intensifican, comienzo a balancearme para intentar relajarme. Pero nada va a conseguir arreglar el dolor y vacío que siento dentro.

***

¿Qué os parece? Quiero saber vuestra opinión. 😊

Muchas gracias a todos.

💜

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora