― Gracias por la ayuda, preciosa. ― Dice Cupido con una de sus sonrisas.
― No hice nada. ― Comento extrañada, aumenta la sonrisa como si eso fuera posible.
― Exactamente. ― Guiña un ojo y chasquea la lengua. Ni siquiera me doy cuenta a tiempo de que me está echando en cara que no hice absolutamente nada.
¿Cómo se liberó? Yo tampoco lo entiendo, pero el hielo se empezó a derretir hasta convertirse en un charco a sus pies.
― Si no llega a ser por mi magnífico poder, este cuerpo se habría quedado congelado para siempre. ― Continúa hablando mientras señala su torso. Su ropa está mojada, por lo que se adhiere a su piel resaltando sus músculos. ― Habría sido un desperdicio.
Decido no responder ni seguirle la conversación, pero el me observa fijamente esperando alguna reacción de mi parte. Después de unos pocos segundos desvío la mirada, pero aún tengo la sensación de sus penetrantes ojos puestos en mí.
― ¿Qué pasa? ― Escupo volviendo a encontrarme con su rostro, esta vez inexpresivo.
― ¿Qué te pasa a ti? ― Pregunta con un tono tan serio que me toma por sorpresa, lo poco que le conozco se ha mostrado muy alegre, aunque perfectamente podía estar fingiendo.
Me quedo en silencio, le miro con desconfianza y me alejo unos pasos de él, de camino a la salida de la cueva. Se mueve en mi dirección insistiendo con la pregunta, provocando que la desconfianza en mi interior aumente.
― No te acerques. ― Ordeno pero, obviamente, no me obedece. Cuando vuelve a moverse ando rápidamente hasta la salida.
En un parpadeo, su rostro aparece delante del mío, tapando la visión de la salida. Me detengo en seco, chocándome con su cuerpo.
― No deberías salir, es peligroso. ― Su tono de voz ha dejado esa seriedad, aunque no quiere decir que mi desconfianza haya desaparecido.
― ¿Y tú que sabes? ― Contesto bruscamente, chasquea la lengua con desaprobación.
― Estabas inconsciente en mitad del bosque, eso no parecía muy seguro. ― Se cruza de brazos, como un padre haría cuando prohíbe algo a su hija. Frunzo el ceño y maldigo entre dientes.
Tiene razón, fue él quien me trajo hasta aquí.
― ¿Dónde se fue Jack? ― Desvío el tema, reacia a darle la razón. Abre los ojos ligeramente, cayendo en cuenta de su existencia.
― Ese trozo de hielo... ― Gruñe entre dientes, pero después sonríe como si nada. ― No te preocupes, tengo más comida para ti.
― No pregunté sobre la comida... ― Me interrumpe cogiéndome de la mano, tira ligeramente para que le siga.
― Vayamos fuera, no te vendrá mal un poco de sol. ― Comenta alegremente, protesto intentando soltarme.
Una vez fuera nos adentramos un poco en bosque, no demasiado ya que se puede ver la cueva desde aquí. Se sienta apoyando la espalda en uno de los árboles y hace un gesto con la mano para que me aproxime. Palmea el suelo a su lado, lugar donde me siento igual que él.
― Aquí tienes. ― Chasquea los dedos y una galleta aparece en su mano. ― No es mucho, pero será suficiente hasta mañana.
― ¿Mañana? ― Pregunto apartando su mano.
― Te llevaré a mi casa, allí podrás comer todo lo que quieras. ― Sonríe y, por un momento, parece un ángel.
― ¿Jack sabe de eso? ― Vuelve a extender el brazo ofreciéndome la galleta, pero no hago ningún amago de querer cogerla.
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Esto No Es Normal | Jack Frost
Fanfiction―Todo el mundo es una luna y tiene un lado oscuro que nunca muestra a nadie. ―Ella mantenía la mirada pérdida, tal parecía que su mente estaba en otro mundo. Y ciertamente, solo estaba preparándose para lo que venía, estaba agotada y tenía miedo. Pe...