Capítulo 23: III

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― Nada mal. ― Dice el peliblanco observando la casa de Cupido.

― ¿Qué te esperabas? ― Pregunta ligeramente ofendido, aunque en su cara se nota el orgullo.

― Una guardería.

Silencio.

― Fuera de aquí. ― Tira de mí alejándome del peliblanco, caminamos hacía las escaleras.

Escucho la risa de Jack a mi espalda, lo que provoca que una pequeña sonrisa se me escape.

― No sabes respetar a nadie. ― Sigue refunfuñando mientras sube las escaleras conmigo.

Una punzada intensa de dolor hace que me doble y quede agachada, me sostengo de la barandilla.

― ¿Qué pasa? ― Detiene el paso, es cuestión de segundos para que este agachado a mi lado. ― Aguanta un poco, te llevaré a la habitación.

Escucho los pasos apresurados del peliblanco, se agacha y pega un pequeño empujón al ojiverde alejándole.

― ¿Estás bien? ― Pregunta apartando el pelo de mi rostro, el frío roce de sus dedos no me pasa desapercibido. Asiento, aunque sigo sin poder moverme, incluso siento que me he quedado sin respiración.

― Quita. ― Le regaña y el peliblanco retrocede.

Me rodea con sus brazos y hace que me ponga de pie, pasa un brazo por detrás de mis rodillas y me levanta, reposo la cabeza en su pecho. Hasta mis oídos llega un pequeño maullido, veo al gato al final de la escalera que nos observa con curiosidad.

― Quédate aquí, luego tengo que hablar contigo. ― Dice al peliblanco con tono serio. Quiero preguntar y averiguar sobre lo que hablarán, pero el dolor no me deja pronunciar palabra.

― Vale. ― Acepta, no pensé que lo hiciera.

Me lleva hasta la habitación en silencio, intento respirar hondo y con lentitud para no aumentar el dolor. Aparta las sábanas y me tumba con cuidado, procede a quitarme los zapatos.

― Espera. ― Le interrumpo. ― Puedo cambiarme sola. ― Mi voz sale débil, creo que no me ha escuchado porque no se detiene.

Deja los zapatos en el suelo. Camina hasta el vestidor y vuelve con un vestido de pijama, debe ser por las rodillas de largo. Se me queda mirando a la espera, hago exactamente lo mismo.

― ¿Qué? ― Pregunto después de varios segundos.

― Tengo que quitarte el vestido. ― Responde, aunque era obvio el motivo.

― Puedo yo sola. ― Repito y hago el amago de incorporarme, con un pequeño quejido lo consigo.

― No voy a mirar si es lo que te preocupa. ― Hace una pausa. ― Cerraré los ojos.

― Me encuentro mejor, puedo hacerlo. ― Insisto, extiendo la mano para que me entregue el pijama.

― ____... ― Arrastra las letras de mi nombre con advertencia.

― Es verdad.

― Si no quieres que lo haga yo, lo hará Jack. ― Amenaza, frunzo el ceño ante sus palabras.

― No.

― ¿No qué?

― Ninguno lo hará. ― Respondo, niega con la cabeza.

― Tan cabezota... ― Susurra en un suspiro cansado.

Deja el pijama en mis piernas. Menos mal que lo he conseguido, no quiero que nadie me desnude, solo de pensarlo me invade la vergüenza.

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora