Capítulo 26: III

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―¿Hola? ―murmuro con timidez. Ni siquiera estoy segura de lo que voy a hacer.

Observo la espalda tensa de Cupido. Su pelo parece más rubio a los rayos del sol, pero no pierde ese toque cobrizo.

Detengo mis pasos a unos metros de distancia. No me ha respondido ni ha hecho ningún movimiento. Inhalo llenando mis pulmones, intentando coger valor de alguna parte.

Es Cupido, debo confiar en él.

Exhalo el aire en un suspiro tembloroso. Una brisa repentina pone mi piel de gallina. Las palabras se atascan en mi garganta, incapaz de empezar la conversación.

―¿Estás mejor? ―pregunta en un susurro, sin girarse a mirarme.

Dudo, pues llego a pensar que ha sido mi imaginación.

―¿Qué?

―¿Estás mejor? ―repite más alto y claro.

―Sí, estoy bien.

Silencio.

Mientras venía en su busca, no pensé que fuera tan complicado iniciar la conversación. Tengo las palabras en la punta de la lengua, pero no soy capaz de pronunciarlas.

Desvío la mirada en un intento de distraerme, pero me cruzo con los ojos azules del peliblanco. Se encuentra esperándome dentro, aunque no pierde la oportunidad de vigilarnos desde una ventana. Sus ojos sobre nosotros solamente consiguen ponerme más nerviosa, recordándome todo lo que pasa entre nosotros. Niego con la cabeza de forma casi imperceptible, necesito concentrarme.

Doy un paso al frente para colocarme al lado de Cupido pero, antes de que pueda dar otro y acercarme, escucho su voz.

―Tengo que irme unos días ―informa tomándome por sorpresa.

―¿A dónde?

―Trabajo ―responde simplemente, como si eso resolviera cualquier duda.

No necesito conocerle demasiado para saber que está ocultando algo. Entonces, creo que es el momento para empezar.

―No te quieres ir por lo que ha pasado, ¿verdad? ―inclino la cabeza, permaneciendo atenta a su reacción.

―He dejado mis obligaciones apartadas durante estos días, tengo que volver.

Suspiro. Vuelvo a caminar hasta poner la mano en su hombro, sintiendo como se tensa bajo mi toque.

―Antes necesito hablar de una cosa.

No dice nada, por lo que continúo hablando.

―Lo que ha pasado ahí dentro... ―empiezo con desconfianza, pensando que me interrumpirá, pero no lo hace―. No entiendo por qué has atacado a Jack, sé que os lleváis mal, pero no era necesario que intentaras matarlo...

―No intentaba matarlo ―interrumpe.

―Se estaba asfixiando.

―Me descontrolé un momento, pero no le iba a matar ―repite seguro de sus palabras, al menos eso es lo que transmite el tono que utiliza.

―¿Por qué te descontrolaste? ―insisto poniéndome a su lado, viendo su perfil―No tiene sentido...

―No lo entenderías ―responde y percibo como aprieta la mandíbula. Mi mano sigue en su hombro.

―Pues explícamelo ―pido, esperanzada de que lo haga.

Niega sin decir nada. Quito la mano y cruzo los brazos sobre mi pecho.

―Lo entenderé si me lo explicas, pero no soy adivina.

―No puedo.

Sus ojos permanecen en el suelo, ni un segundo ha desviado la mirada hacía mí. Frunzo el ceño sintiendo la molestia crecer en mi interior.

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora