Capítulo 17: I

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― Ya es suficiente, sepárense. ― Cupido interrumpe el momento, inmediatamente me separo por instinto. El colgante cae contra mi pecho y el peliblanco baja la mano, guardándola en su bolsillo. La sonrisa se ha borrado de su rostro.

― Os contaré. ― Afirmo ganándome miradas curiosas de ambos. Cupido se acerca a nosotros, quedando a mi lado con unos pasos de distancia.

― Has decidido bien, preciosa. ― Sonríe con los labios juntos, dándole un aspecto angelical.

Los dos me observan a la espera, pero no sé por dónde comenzar. Abro la boca varias veces dispuesta a empezar, pero vuelvo a cerrarla.

― Deberías contarnos todo, así nos resultará más fácil ayudarte. ― Insiste el ojiverde al verme dudar.

Doy un vistazo a nuestro alrededor. Podríamos sentarnos, en vez de estar los tres aquí de pie.

― Venid. ― Comienzo a caminar hacía el lugar donde está la manta en el suelo. Escucho sus pasos detrás de mí.

Me siento con las piernas cruzadas como un indio. Levanto la manta y la extiendo cubriendo mis piernas. Levanto la mirada a la espera.

― Creo que quiere que nos sentemos. ― Murmura Cupido al ver que Jack no se mueve. Pero, a pesar de su silencio, el peliblanco es el primero en sentarse de la misma forma y taparse.

Ahora estamos los tres en círculo, siendo yo el centro de atención, todos arropados por la manta. Muevo las manos nerviosa sobre mis piernas, sintiendo la suavidad de la tela. Dejo escapar un suspiro entre mis labios, desinflando mis pulmones. El nudo en la garganta se hace presente, sin permitirme hablar.

― Puedes empezar cuando quieras. ― Susurra el peliblanco, con un tono tranquilo. Cuando nuestros ojos se encuentran, levanta suavemente las comisuras de sus labios.

― No sé cómo empezar, ni por dónde. ― Me sincero ante sus miradas intrigantes y a la espera.

― Por el principio. ― Dice Cupido, mentalmente me doy una palmada en la frente.

― Vaya, no lo sabíamos. ― Contesta el peliblanco irónicamente, mientras le dedica una mala mirada por unos segundos. Lo que me hace sonreír ligeramente, quizás por los nervios.

― Si tan listo eres, ayúdala tú. ― Extiende los brazos apoyados atrás, dejando caer un poco su espalda. Me señala con un movimiento de cabeza.

Vuelve el silencio, pero solo por unos instantes.

― ¿Qué pasó antes de que llegaras al Taller? ― Pregunta el peliblanco después de pensar. Espero que Cupido salte con alguna de sus contestaciones o, al menos, que se muestre confundido. Ya que se supone que no sabe exactamente todo lo que sucedió. Sin embargo, me observa impasible esperando mi respuesta.

― Eh... ― Tartamudeo, el nudo aprieta mi garganta con más fuerza. Suelto una risa nerviosa y bajo la cabeza. ― Pues... ― Vuelvo a intentarlo, pero el nudo casi me está ahogando. Siento mucha impotencia.

― Respira hondo. ― Aconseja el peliblanco. Lo hago varias veces, pero el nudo no desaparece.

― No puedo. ― Murmuro de forma ahogada, los sentimientos y pensamientos empiezan a mezclarse. Sentirme abrumada es poco.

La mano de Cupido aparece en mi campo de visión, antes de que pueda reaccionar a unido la suya con la mía. Levanto la vista, ligeramente confundida.

― Jack y yo estamos aquí para ayudarte. ― No sonríe, pero veo sinceridad en sus ojos. ― Confía.

Un escalofrío sube por el brazo contrario, inmediatamente se que el peliblanco a unido su mano con la que tenía libre, sin necesidad de verlo. Le miro y este me dedica una sonrisa de lado, a la vez que asiente casi de forma imperceptible.

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora