Capítulo 23: II

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Me duele el pecho demasiado, también me escuece provocando que apriete los dientes con fuerza. Llevo la mano para quitarme aquello que me está molestando, pero algo me detiene agarrándome por la muñeca. Abro los ojos encontrando a una joven chica de tez blanca con pequeñas pecas y ojos verdes jade, se que la he visto en el escenario, pero no recuerdo su nombre entre tantos.

― No lo toques. ― Su voz delicada me recuerda a la de una niña, su apariencia es de aproximadamente quince años.

Abro la boca para preguntar, pero solo sale un gruñido de dolor de mi garganta.

― Tranquila. ― Susurra, en ese momento me doy cuenta de los espíritus detrás de ella.

Hay muchos heridos que están siendo tratados. La luz del sol me golpea en la cara, provocando destellos que no me dejan distinguir con claridad. Respiro hondo, aguantando el aire unos segundos en mis pulmones y después lo expulso.

― ¿Quién eres? ― Pregunto con esfuerzo, me siento demasiado débil.

― Lucy Springflower, soy nueva. ― Se presenta con un pequeño asentimiento de cabeza, su pelo platinado brilla con destellos rosados.

Baja la mirada a sus rodillas, sostiene un recipiente de madera en el que mete la mano y procede a llevar una masa verdosa a mi pecho.

― ¿Qué estás haciendo? ― Gruño intentando alejar su mano, esa masa es la culpable del escozor.

― Curarte. ― Por un momento parece enfadada, dejo de resistirme ante su mirada. ― La herida es muy grave y no podré curarte del todo, pero al menos servirá de algo.

― ¿Por qué lo haces? ― Pregunto con desconfianza, no puedo evitarlo.

― Estoy ayudando como todos. ― Termina de extender la masa y vuelve a mirar el recipiente. ― Necesito hacer más. No te muevas, por favor.

Se levanta y se da la vuelta, alejándose entre la multitud de espíritus. Observo alrededor buscando algún rostro conocido, pero no encuentro a nadie. Algunos espíritus ayudan a otros que están en el suelo tumbados o sentados, resulta que hay muchos heridos.

A mi mente viene el peliblanco, él estaba muy herido. Me incorporo llegando a sentarme, llevo la mano a mi pecho mientras arde en dolor. Cierro los ojos con fuerza a la vez que hago el esfuerzo de soportarlo. Necesito saber dónde se encuentra.

― Deberías tumbarte. ― La voz de Cupido hace que abra los ojos. Sus ojos oscurecidos y apagados junto a su postura encorvada hacen que me de cuenta de lo cansado que se encuentra. ¿Cuánto habrá peleado para protegerme?

― ¿Dónde está Jack?

― ¿Nadie te está cuidando? ― Ignora mi pregunta, lo que solo provoca que la ansiedad me invada.

― ¿Dónde está Jack? ― Insisto endureciendo mi voz.

― Ayudando. ― Responde, le miro confundida. ― Tú le curaste, él se encuentra bien.

¿Yo le cure?

Observo la palma de mis manos sin creer que de verdad fui capaz de hacerlo, pensé que no podría controlar ese poder que recorría mi cuerpo.

― ¿Qué ha pasado con ellos? ― Pregunto refiriéndome a los guardianes.

― Están siendo atendidos también. ― Responde y una rabia empieza a surgir en mi interior.

― ¿No los maté? ― Levanto la mirada encontrándome con la suya, niega con la cabeza. Aprieto las manos en puños.

Debiste matarlos. ― Regaña la voz, lleva razón.

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora