Capítulo 25: IV

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Cupido se ha ido dejándome sola con Jack. Suspiro acomodando el pijama, me he puesto uno que consiste en un pantalón corto y una camiseta de manga corta., aunque la camiseta cubre el pantalón de lo larga que es.

Camino hasta la cama donde está el peliblanco. Mantiene los ojos cerrados y el cuerpo relajado. Me tomo unos segundos para observarle, los latidos de mi corazón se aceleran con nerviosismo.

―¿No vas a tumbarte? ―pregunta sin abrir los ojos.

Me tiro a su lado mirando al techo, no sé que hablar con él en esta situación.

―¿Tienes sueño? ―pregunto lo primero que pasa por mi mente.

―No.

Hago una mueca. Si se durmiera sería mucho más sencillo, así no tendría que buscar algo de que hablar. Repaso las palabras de Cupido, no creo que deba sacar el tema tan pronto.

―¿Te vas a quedar aquí?

―¿Te molesta?

―No, no ―niego rápidamente.

Coloco las manos entrelazadas sobre mi vientre. Es muy incómodo estar a su lado, aunque él parece de lo más tranquilo.

Permanecemos en silencio mientras pasa el tiempo. Podría fingir y hacerme la dormida, aunque es demasiado pronto, no creo que sea buena idea. Quiero hablar y acercarme, pero a la vez quiero echarle de la cama, así que no hago nada.

De repente, el peliblanco se incorpora y se sienta en el borde de la cama, con los pies en el suelo. Se inclina apoyando los codos sus piernas mientras me da la espalda. Pasa las manos por su pelo y escucho un suspiro de su parte.

―¿Qué pasa? ―pregunto incorporándome ligeramente.

―Te lo ha contado ―susurra como si hablara para él mismo.

―¿El qué?

Gira la cabeza para mirarme de reojo.

―Que te traicionaré y tendré que irme cuando me necesite el Hombre de la Luna.

―Sí.

―¿Crees que sería capaz de hacerlo?

―No es eso, Jack ―hago una pausa―. Si no lo haces, desaparecerás.

―Eso es mentira, entenderá el porqué de mis decisiones.

Me quedo en silencio. Me pongo de rodillas acercándome a él y estiro el brazo hasta poner la mano sobre su hombro.

―No te odiaré si tienes que irte ―aseguro, frunce el ceño ante mis palabras.

―No me iré, ____ ―vuelve la mirada al frente―. Te ayudaré hasta que se solucione todo.

―Lo sé ―susurro rodeando su cuello con mis brazos. Simplemente estoy intentando consolarle, he visto la impotencia en el brillo de sus ojos antes de que desviará la mirada.

Su cuerpo se tensa ante mi repentino abrazo, mi pecho se pega a su espalda y apoyo mi cabeza sobre su pelo con delicadeza. Nos quedamos en esa posición por unos segundos. Su pelo es suave contra mi mejilla, aun me sigue sorprendiendo.

Acaricia mi antebrazo y se incorpora con delicadeza, haciendo que separe los brazos y le deje libre. Se gira en mi dirección y nuestras miradas se encuentran, sus ojos azules siempre me han parecido preciosos. Permanezco sentada de rodillas, simplemente nos miramos por unos segundos que me parecen eternos.

Agarra mi mentón entre sus dedos y acerca su cara a la mía, instintivamente hago lo mismo. Las palabras de Cupido cruzan mi mente: Ten cuidado. Pero al tenerlo tan cerca, no quiero pensar en lo que pueda pasar más adelante, simplemente centrarme en el momento y disfrutarlo.

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora