Capitulo treinta y seis.

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                                                       36.

Paris, Francia. La ciudad del amor.

Eran las 8:15, y nuestro vuelo salía en quince minutos. Todos, nos habíamos levantado a las cinco de la mañana. Para estar a las seis en el internado, y luego venirnos al aeropuerto de Sydney.

Brevemente recordé cuando Justin se coló conmigo a California para navidad, y sonreí inconscientemente. Íbamos con las dos profesoras de francés que había en todo el instituto, y dos prefectos.

En el aeropuerto, nos sacamos algunas fotografías, y nos despedimos de nuestros padres.

A las 8:30, estábamos en nuestros asientos. Kendall y yo nos fuimos juntas, y un asiento más atrás en la fila de nuestra izquierda, iba sentado Justin, al lado de Damon. Observé por la ventana, y suspiré.

—No te pongas triste. —Me dijo Kendall con una sonrisa en su rostro. —¡Vamos a Paris!

Sonreí ante su entusiasmo, y me coloqué los audífonos al mismo tiempo que ella lo hacía. Debíamos pasar seis horas sentados. Suspiré, y sonreí cuando puse Classic en mi teléfono, y a la vez pensaba porque torturarme sola.

A las cuatro horas de vuelo, Kendall se levantó. La miré desde mi asiento.

—Iré por una botella de agua. —Sonrío.

Asentí, y coloqué todo mi cabello hacia mi lado derecho. Miré por la ventana, y entonces sentí como alguien se sentaba a mi lado. Al principio, creí que era Kendall.

Pero era él.

Justin se veía completamente guapo hoy. Usaba una camiseta gris con cuello en v de manga corta. Unos pantalones negros y zapatillas oscuras. Me detuve unos segundos para mirarlo mejor, y luego miré por la ventana. Él soltó una risa, y tomo mi mano para entrelazar nuestros dedos.

Una corriente me recorrió todo el cuerpo, y me quité un audífono. Pero, no me solté. Entonces él se acercó, y me dio un pequeño beso en el cuello, y luego uno en la mejilla.

Kendall me guiñó un ojo desde su asiento al lado de Damon mientras él la rodeaba con su brazo y también me sonreía a mí. Bastardos. Ellos y Justin habían planeado esto. Me mordí el labio, y segundos después les saque la lengua mientras ambos se reían de mí.

—¿Estás enojada? —Preguntó de repente. Lo miré incrédula.

—Nunca he estado enojada. —Suspiré.

—El otro día, me dejaste de nuevo. —Susurró.

—Lo siento, de verdad. —Murmuré. Quería levantar mi mano, acariciar su mejilla, y luego besar sus esquicitos, y suaves labios. Él cerró los ojos, y luego me miró, nuestras miradas se conectaban, y hacían que esta conversación fuera intensa.

—Hazlo. —Suspiró.

—¿Hacer qué? —Ambos susurrábamos todas nuestras palabras.

Besarme.

Me lamí los labios inconscientemente, y miré hacia la ventanilla. No podía hacer esto. Estábamos separados, ya no éramos nada. Pero… Dios mis manos picaban por tocarlo, y mis labios quemaban por besarlo.

—Sé que quieres besarme tanto como yo te quiero besar a ti.

Giré mi cabeza para mirarlo, y antes de que pudiera acercarme para juntar nuestros labios, los suyos rozaban los míos. Gruñó, y su lengua pidió entrar a mi boca. La abrí un poco más, y sentí una corriente en mi vientre cuando nuestras lenguas se encontraron.

BANG. (Justin Bieber) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora