Capitulo cuarenta y cuatro.

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                                                        44.

Italia.

Caminé sensualmente hasta el tipo del cajero automático. Ligeramente, vi como Kendall estaba apoyada en un pilar del centro comercial unos metros más allá. Daba un aspecto relajado, en su mano derecha tenía un jugo natural, y colgaba una bolsa. Mientras que en la izquierda tenía su celular.

Por suerte, la cuenta no era de un viejo asqueroso.

Discretamente, dejé caer el billete de veinte dólares. Habíamos estado practicando con los chicos días antes de hacer esto.

—Hola. —Sonreí. Él chico tenía ojos verdes, llevaba un maletín y vestía formal. Le echaba unos 25 años como máximo.

—Hola. —El frunció el ceño, pero aun así fue amable.

—Se te cayó un billete de veinte dólares. —Bajé mi mirada al piso. Él también lo hizo y abrió sus ojos.

—Eso no es mío…—Murmuró.

—Se te ha caído del bolsillo. —Murmuré de vuelta. —Lo sé porque… estaba mirándote. —Me mordí el labio, y él se sonrojó.

—Va… vaya…—Balbuceo. Sonreí, y me agaché de frente para darle un vistazo de mis pechos, y recoger el billete.

—Aquí tienes. —Le di el billete e hice que nuestros dedos se rozaran. Cuando miré a la derecha, Kendall iba caminando normalmente. Eche un vistazo rápido al cajero, y la tarjeta ya no estaba. Era hora de irme.

—Bueno, ya debo irme. Cuídate. —Le guiñé un ojo, y él se sonrojó de nuevo.

—Tú también. —Murmuró.

Y así, es como  teníamos cuenta nueva. Caminé hacia la salida del centro comercial, y Kendall ya estaba dentro del auto blanco de Damon. Me subí al copiloto y ella arrancó.

Cabía decir, que estábamos en Sydney de nuevo.

Si mi padre me veía acá, estaba muerta.

Literalmente muerta.

—Joder, no puedo creerlo. —Murmuró Kendall.

—Hemos robado una tarjeta. —Susurré. Una llamada entrante sonó en el auto, y Kendall apretó un pequeño botón en el volante para contestar.

—¿Qué tal están mis pequeñas James Bond?— La voz de Justin se escuchó en todo el vehículo.

—Lo hemos hecho. —Suspiró Kendall.

—¿Y Leah? —Preguntó preocupado.

—Estoy aquí. —Murmuré.

—Vengan a casa. —Suspiró. —Ahora. Ya he cortado con Isaiah, los chicos están sacando el dinero en este momento, y Damon ya reservó unas habitaciones en Italia. Estoy en el Aeropuerto, compraré pasajes para hoy por la noche.

—Está bien. —Respondí. —¿No hay señales de Dominic?

—Hablamos en casa.

Él cortó la llamada. Miré incrédulamente a Kendall, ella se había puesto pálida. Joder, hablamos en casa. ¿A qué mierda se refería? Significaba, que Dominic estaba cerca?

De pronto, recordé algo que me dejó helada.

—Kendall, ¿qué día es hoy?

—Viernes, ¿Por qué? —Dijo doblando en una calle.

—Hoy volvíamos de Europa. —Ella freno de golpe. Haciendo que mi cuerpo fuera bruscamente hacia delante, siendo sujetado por el cinturón.

—¡Mierda! —Grito. —¿Qué haremos? ¡Estamos jodidas!

BANG. (Justin Bieber) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora