Capitulo treinta y siete.

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Amor, amor, amor.

Nos subimos a un bus de clase turista que no tenía techo. Se parecía a los de Londres. Paseamos por las calles de Francia la mayor parte de la mañana, tomando apuntes, sacando fotos, robando besos, y hablando asquerosamente francés.

Justin me abrazó por los hombros, y besó mi mejilla mientras yo sonreía para la foto, y los chicos atrás ponían muecas graciosas. Justin usaba un monopod de color celeste que había pasado por las manos de todos para sacar fotos. Pero era de él.

Nos tomamos un sinfín de fotos, y a las una de la tarde la profesora Elizabeth nos dio permiso para salir solos, con la condición de volver a cierta calle dentro de tres horas.

Nos dividimos en grupos de chicas, y chicos al principio para comprar en respectivas tiendas.

Había tanto para comprar que me sentía desesperada. ¿Era normal querer tener toda la ropa que veía? En una tienda francesa, sonaba la canción Problem, de Ariana Grande. Kendall, Rose, Audrey, Lissel, y Peach éramos grupo. Entramos, y salimos de los probadores cientos de veces y terminamos comprando un montón de bolsas cada una. Nos probamos maquillaje, nos modelamos cosas a nosotras mismas, y hasta compramos ropa interior. Peach y yo nos habíamos vuelto locas comprando, y éramos las que llevábamos más bolsas. Nos sacamos fotos en todas las tiendas, y luego caminamos seis juntas riendo por la calle.

Kendall iba grabando con su teléfono de frente, mientras Lissel contaba un chiste ultra mega, aburrido. Nos reímos de lo aburrido que era, y todo quedó registrado.

—¿y que te ha parecido Francia? —Le preguntó Kendall a Peach, con un fingido acento francés. Peach sonrió a la cámara. Y miró sus bolsas.

—¡Pues es bellísimo, y joder que está todo muy bueno! —Unos chicos lindos pasaron, y esta les guiño un ojo. —¡Muy bueno! —Se mordió el labio mirando a la cámara, y se rió. —Dios, ya no puedo cargar más bolsas.

Todas reímos. Y Kendall siguió grabando las estupideces que hablábamos, y como nos reíamos. Dos horas después, nos juntamos con Justin, Damon, Adrián, Marcus, Cedric Graham, y Liam.

Decidimos ir todos juntos a la Torre Eiffel. Justin me abrazó y besó mi mejilla repetidas veces. Comenzamos a caminar junto a los demás, hasta adentrarnos al lugar donde estaba la Torre. Justin se veía jodidamente lindo hoy. Usaba una chaqueta sin mangas negras, con una parte azul marino. Debajo, una camiseta negra con cuello redondo, que había arremangado un poco. Pantalones negros, y zapatillas negras de una marca que le encantaba. Usaba el reloj que le di en su mano izquierda, y sus brazos tatuados le daban ese aspecto rudo que tanto me encantaba. Además que, de su cuello, colgaba una cámara profesional negra, que llegaba a su estómago.

Nos sacamos un millón de fotos, reímos, y grabamos todo lo que hacíamos. Nos sacamos fotografías con otros turistas, y los chicos hicieron algunas bromas. Cedric incluso, se ligó a una holandesa.

En medió de nuestra sesión de fotos, las nubes cubrieron el lugar, dando paso a un cielo frio, y gris. Minutos después, comenzó a llover. Las personas comenzaron a desaparecer, y a Justin y Damon se les ocurrió la genial idea de quedarnos bajo la lluvia y saltar en los charcos de agua.

Reímos, nos mojamos, y después fuimos a la fuente donde nos esperarían los demás chicos, los prefectos, y las profesoras. En efecto, ahí estaban, bajo paraguas. Al llegar nos sermonearon, y después, se supone que iríamos con nuestras familias. Cedric y yo hicimos un pequeño cambio. Él se iria con Lissel, y Audrey para poder quedarme con Justin en algún lugar. Audrey me cubriría, y Liam con Justin lo harían con Cedric.

Al final, Justin decidió que nos fugaríamos. Tomamos dinero, y cuando la lluvia paró salimos de nuevo a caminar por ahí.

—Nos matarán si saben lo que hicimos.

—Nadie nos va a delatar muñeca. —Justin me sonrió. —Ahora, tenemos que buscar un lugar donde dormir al menos que quieras que durmamos junto a ese mendigo de allí. —Hizo una seña con la cabeza, apuntando a un hombre que se acomodaba en el piso con una caja de cartón.

Me causo algo de lastima, pero traté de no pensar mucho más en ello. Caminamos por algunas calles. Ya eran las diez de la noche, y solo caminábamos acompañados de algunas parejas.

Pedimos algunas indicaciones, y tomando un taxi logramos llegar a un pequeño motel.

—No tendré sexo contigo allí. —Espeté cruzándome de brazos.

Justin soltó una carcajada.

—Lo lamento, se me olvida que tú te quedas en hoteles de cinco estrellas.

Ahora reí yo, y apreté su mano. Negando con mi cabeza le sonreí.

—Vamos. —Lo tiré para que entráramos, y al rato alquilamos una habitación. Me tiré a la cama y miré el techo. Luego, vi como Justin se quitaba la camiseta.

—Me daré una ducha. —Murmuró. Luego, esa mirada picarona, y esa mueca fugaz me indicó que una idea cruzaba por su mente. —¿Me acompañas?

Negué con la cabeza sonriendo, y él se encogió de hombros riendo.

—Tú te lo pierdes, preciosa.

Sonreí cuando cerró la puerta del baño, y me quedé husmeando todas las fotos que sacamos hoy desde su cámara. Sonreí. Me encantaba esto. Su móvil comenzó a vibrar, él lo había dejado en la mesita de noche. Me acerqué para mirar quién lo llamaba, pensando que tal vez sería Damon, o Adrián. En cambio, era un número desconocido. Escuché como el agua corría. ¿No sería un problema si contestaba, cierto?

Justo cuando me había decidido a contestar, dejó de vibrar. A los segundos, comenzó a moverse de nuevo. Esta vez, apreté el botón verde que aparecía en la pantalla sin titubear.

¿Justin? —dijo una chica. Suspiré. Y cerré mis ojos. No dije nada.

Justin, cariño soy Emily.

Corté la llamada. Y comencé a respirar entrecortadamente. Miré a mí alrededor sin poder creer lo que había escuchado. ¿Qué había significado eso? Emily… la única Emily que yo conocía en la vida de Justin, era Emily Russo. La chica que había llevado en su vientre una bebé de Justin, y había muerto en esa carrera. No.

Es que no podía ser. Emily estaba muerta.

Enterrada. Metros, bajo tierra.

No podía estarme pasando esto. No cuando todo estaba resultando bien. No podía sacar de mi cabeza esas palabras. ‘’Justin, cariño soy Emily’’ Y es que, algo en mi interior me decía que ella, era Emily.

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Fuck. Gracias por leer.

BANG. (Justin Bieber) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora