62.
¿Confías en mí?
Se me formo un jodido nudo en el estómago cuando Justin se metió un arma en el elástico del pantalón y luego me pasó una a mí seriamente. Me la coloqué en el mismo lugar que él, justo en la ingle. El arma se sujetaba solo por mi ropa interior, y era presionada por la costura de mi vestido. Mire la hora en mi reloj de mano. Era tarde. Jodidamente tarde. Las 2:56.
—¿Es muy tarde para volver a pedirte que te quedes aquí?
Asentí con mi cabeza, y bajé. Estábamos estacionado una cuadra de donde se supone era la dirección. Eran casas ricas. Era técnicamente el mismo diseño que la mía, pero en un lugar diferente de la ciudad. Justin se había colado por el portón eléctrico cuando un auto salía.
Él suspiro a mi lado. Caminamos de la mano hasta el lugar donde se suponía que era la casa. Justin saltó la cerca que daba al patio y fuimos a la puerta de atrás. Mi novio se agachó, y sacó un pequeño estuche del bolsillo de su saco. Inspecciono el interior del estuche, y sacó una pequeña pinza. Demonios era una ganzúa. ¿Es que jamás dejaba de pensar en los trabajos y esas otras tonterías?
Metió la pequeña punta de la ganzúa por el orificio donde debe entrar la llave, y la movió suavemente hasta que un pequeño ‘’click’’ se escuchó, dejándonos entrar a la casa. Caminamos discretamente por el living. Demonios, me dolía el estómago. Estaba en una casa que no era mía y no conocía al dueño. Me sentía con cargo de conciencia, y a la vez ruda. Justin me hizo una pequeña seña con la mano para que subiéramos por la escalera. Revisando cada habitación cuidadosamente, llegamos a lo que era una oficina.
—La oficina del jefe. —Murmuró Justin. Se mordió el labio, y comenzó a revisar los cajones del escritorio.
—Revisa esos estantes, muñeca.
Haciendo lo que me pidió, busque por todas partes alguna joya, los tipos hablaban de un diamante o algo así. Una pequeña luz entró por la ventana, y haciéndole caso omiso seguimos en lo nuestro. Un fuerte golpe me sobresalto.
—Justin. —Susurré.
Dios, habían llegado más personas a la casa. Intenté, que el pánico no me invadiera. Justin miró un instante por la ventana, y me dio una mirada que decía; Mierda.
Los pasos y voces comenzaron a escucharse cada vez más cerca. Justin tiró de mí, y con un rápido movimiento quedamos los dos bajo el escritorio. Podía sentir la respiración de Justin en mi rostro. Estaba semi acostada en el piso, y el por encima de mí, intentando no aplastarme. Sus labios, estaban peligrosamente cerca.
—¿Estás bien? —Susurró cerca de mis labios. Su voz, fue apenas audible. Asentí algo shockeada, y entonces la puerta la oficina donde estábamos se abrió.
—Déjenlo allí. —Fruncí el ceño, reconociendo esa voz. —El jefe lo quiere aquí para mañana.
—¿Lograron perder al FBI? —preguntó la misma voz anterior.
—Si señor. —Dijo otra voz. Suspiré mirando hacia el lado. Joder. Tenía miedo. Mucho miedo. Su conversación se alargó con unos segundos más. En estos momentos, el supuesto diamante estaba sobre nuestras cabezas. Los hombres se fueron, y cerraron la puerta tras sí.
—Demonios. —Murmuró Justin. Ambos nos levantamos, y el abrió una caja aterciopelada de color azul marino.
No era un diamante. Era un collar lleno de diamantes. Tenía un gran diamante central que brillaba como el sol. Lo había visto alguna vez estaba segura. No sé dónde, pero lo había visto. Justin estaba en silencio. Lo admiraba como si fuera lo más delicado del mundo. Se lamió los labios, y levanto ligeramente la ceja derecha. Estaba impresionado.
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BANG. (Justin Bieber)
FanfictionLeah Collins es una chica con clase, algo diva, y superior al resto. Mientras que Justin, es superior... en una manera algo diferente. Ella era la verdad hecha persona. ¿Y él? La mentira. La mentira enamorada de la verdad. La vida de Leah dará vuel...