Capitulo sesenta y cuatro.

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64.

Cuarteto amoroso.


Mi pie se movía rápidamente golpeado el piso y creando un sonido rítmico, y constante. Mis dientes se incrustaban en mi labio inferior cada cinco segundos, y me regañaba a mí misma por estar creando una pequeña herida.

Suspiré y tiré mi cabello hacia atrás para despejar mi rostro. Justin y Gavin se habían encerrado en la habitación hace una hora. Bien, eso sonaba un poco mal. Pero la verdad es que Gavin le estaba contando todo a Justin. Yo, que no tenía nada que ver en el tema estaba en shock. Ni si quiera me imaginaba como estaba él en este preciso momento.

Justo cuando comencé a pensar en sus sentimientos, un Justin furioso salió de la habitación dando un portazo, cerrándole la puerta en la cara a Gavin. Gavin salió agitado y lo tomo del brazo. Fue cuando me di cuenta. Justin tenía una calibre 22 de un su mano derecha. Sus ojos, desprendían fuego. Casi podía verlo en ellos.

—Justin no. —Le dijo Gavin completamente serio. Mi novio, se zafó de un tirón. Girándose para mirarlo a los ojos.

—Debo hacerlo. —Apretó la pistola en sus manos, y tragó duramente.

Me levanté. Gavin y yo debíamos detenerlo. Justin no podía cometer una estupidez solo por estar cegado. Le di un rápido vistazo al reloj. Marcaba las once con treinta y cinco minutos. Me acerqué a Justin cautelosamente, y me posicioné en frente. Le tomé el mentón delicadamente, e hice que me mirara.

—No vas a ir a ninguna parte ahora, cariño. —Le susurré. Él negó al instante. Al verme, su mirada había cambiado. No era odio, no era frustración. Era como si, solo al conectarnos, los demonios de ambos se esfumaran.

—Necesito hacerlo. Dominic mató a Isaiah. —hablaba, más para convencerse a sí mismo. Negué con la cabeza.

—No sabemos si esta suposición es verdad, amigo. —Le dijo Gavin avanzando. Damon salió de su habitación rápidamente, y vino hasta nosotros.

—Tengo que ir. Tengo que matarlo. —Justin no nos miraba, sus ojos, ahora se perdían en la nada y murmuraba cosas sobre Dominic que era inentendibles. Solo podía escuchar que se quería deshacer de él, y eso me ponía los pelos de punta. Justin no era un asesino, y yo me iba a encargar de que no se convirtiera en uno.

Damon y Gavin lograron sentarlo en el sofá. Justin estaba pálido, frio, y sudaba mientras tiritaba inconscientemente. Se mordía su labio inferior con fuerza y se pasaba la mano libre por el cabello constantemente. Estaba entrando en un estado de shock. Me senté junto a él.

—Me estoy mareando. —Susurró. Lo atraje hacia mi pecho. Entonces, cuando mis brazos se fundieron con los suyos, soltó el primer sollozo. Justin jamás lloraba. Y esta, era la tercera vez que debía presenciar.

¿Escucharon eso?

Fue mi alma rompiéndose en mil pedazos.

—Damon ve por una manta, Gavin, trae un té o algo así. —Ambos chicos se levantaron para cumplir mis órdenes. Justin se hiperventilaba en mis brazos, y seguía sudando. Cerraba los ojos, y apretaba sus labios.

—Debes soltar eso, mi amor. —Le susurré. El negó al instante.

—No. No, es mi arma. Es lo que tengo. Es lo único que tengo. —Murmuró.

—Cariño, estás pasando por un momento difícil. Debes relajarte y pensar bien todo.

—No puedo Leah. —Susurró. Ya no lloraba. No había sido más que una lagrima. El duro, y jodido Justin había vuelto. Aun así, me abrazaba con fuerza, como si me fuera a desvanecer cuando dejara de hacerlo. Le acaricié el rostro, y suspiré. Él se tiró al sofá, con su cabeza hacia arriba regulando su agitada respiración.

BANG. (Justin Bieber) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora