Capitulo setenta y cinco.

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75.


Escapemos. —Parte dos.

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—Sonríe. Por favor, me encanta cuando sonríes. —No pude evitar reír. El era precioso. Dios, estaba completamente enamorada. El apunto con la cámara hacia mi. No quería sacarme una foto. Había escapado del hospital hace media hora. Mi rostro, libre de maquillaje estaba más pálido de lo normal.

Negué con la cabeza mientras fruncía mis labios. Estábamos en el centro de Sydney. Yo aun estaba débil, y estaba apoyada en la moto de Justin.

—Mírame, muñeca.


Dirigí mi vista hacia el, y se posiciono de nuevo con la cámara para tomarme una foto. ¿Qué era lo que tenía con las cámaras? Solía tomarme fotos siempre. Era como una obsesión. Aunque, francamente, me encantaba que lo hiciera.


—Sonríe...

—¡No!

—Te amo. —Dijo sonriendo. Entonces disparó el flash. Y lo había conseguido. Habia conseguido que sonriera para su maldita foto.

—¡Bastardo!

—Te amo. —Repitió acercándose lentamente a mi. Suspiré y coloco sus manos en mi cintura.

—Yo también te amo. ¿Dónde iremos ahora? —Sonreí acariciando su nuca.

—Hm, ¿te apetece un baño? —Subió y bajo sus cejas rápidamente haciéndome soltar una carcajada.

—Estás loco. ¿Dónde vas a bañarte?

—A los quince Damon, Audrey y yo nos colábamos a una piscina por aquí cerca. Es fácil entrar. —Me alentó. —Vamos.


Me tendió una mano y me acercó a la moto. Acomodó el casco y mi cabello, y me subí tras él, aferrándome a su marcado y duro abdomen. Apoyé mi cabeza en su espalda y suspiré. No lo voy a negar. Aproveché de tocar un poco mientras el se reía.

Llegamos a algo así como un gimnasio. Nos metimos por un pequeño callejón totalmente a oscuras y Justin estacionó la moto. Miró por arriba de una de las murallas y me sonrió pícaramente.


—Ven, te ayudaré a subir.


Con ayuda de él, -y de sus manos en mi trasero- pude pasarme al otro lado. Joder, esto era una propiedad privada, y el hecho de que entrar aquí así como lo estábamos haciendo estaba prohibido hacia que mi persona se animara más y hallara todo esto más excitante. Justin saltó y sonreí. Habia una piscina. Dios, ¿enserio nos meteríamos? ¿a esta hora?

Él se me acercó.


—Quítate la ropa. —Me susurró presionando mi cuerpo contra el suyo. Jadeé. ¿Cómo podía él, evitarme con tan solo tres palabras? Me quité la chaqueta lentamente, mientras el tiraba su sudadera a un lado. La blusa de Cassandra cayó. Junto a su camisa. Luego, sus jodidas botas militares, y las zapatillas de Justin. Me quede en ropa interior. Él me miró, y me sonroje.

—Eres la mujer más hermosa del mundo. —Negué con la cabeza y el asintió.

—Hace frio. No quiero entrar. —Dije riendo.

BANG. (Justin Bieber) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora