Capitulo setenta y ocho.

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78.

¿Dónde estás? —Parte tres.

(PENULTIMO CAPITULO).


—¿Te apetece llamar a Justin? —Dominic sonrió tomando un teléfono de la mesa de madera. —Pienso que va a ser totalmente romántico que él escuche tu voz antes de que mueras.

—Estás enfermo.

—Si, tal vez un poco. —Sonrió. Puso el teléfono en altavoz. Justin contestó al primer timbre.

¿hola? —Dijo rápidamente.

—¿Cómo estás hermanito? —Dominic sonrió. Silencio. Pude sentir como Justin tragaba.

Dominic. —susurró. Se escuchaban un montón de voces detrás de la de Justin.

—Te llamaba para decirte que tu novia y yo hemos tenido una charla muy muy entretenida.

¿Qué? Maldito bastardo. No tienes ni idea de lo que voy a hacerte.

—Vamos preciosa, dile algo a tu novio. —Un sollozo se me escapó.

¿Leah? Leah, mi amor. Dios, no te preocupes. Voy a ir por ti. Voy a ir a buscarte, muñeca. —Pude sentir su desesperación y eso me hizo llorar más.

—Vamos, dile que le amas. —Dijo Dominic. Solo callé.

Si la tocas...

—¡Dile que le amas! —Me gritó. Sollocé.

—Te amo Justin. —Dije llorando.

Dios, yo también te amo preciosa. Te encontraré, lo prometo. Pronto estaremos juntos amor...—Lloré. Entonces alguien le quitó el celular a Justin.

¿Leah? Leah, cariño. —Dios, era mi papá. Sonaba jodidamente agitado preocupado.—¿Leah?

—Papá...—Lloré.

—Oh, qué lindo. Aprovechando que hablo con tu millonario padre, creo que le podría pedir algunos millones, ¿no? —Dijo mirándome.

—¿Quién eres? ¿Cuánto quieres? —Dijo papá rápidamente.

—La verdad es que era una broma. Suerte con encontrarla. —Dominic cortó la llamada mirándome.

Justin's POV.

El padre de Leah me miró. Claramente pidiéndome una jodida explicación. Iba a morir ahora. Estaba seguro. Si no moría de un paro cardiaco por la llamada, mi suegro iba a encargarse de que no respirara nunca más.

—¿Puedes explicarme eso? —Dije frustradamente. Su voz era angustiada. Solté un suspiro y negué con la cabeza. ¿Cómo podía contarle eso? Maldición. Estaba tan confundido, tan preocupado. Tan... mareado.

La policía también la estaba buscando. Habían pasado exactamente 24 horas desde la última vez que alguien la había visto. Y ahora que había podido escuchar su angustiada, pero melodiosa voz me había quedado ligeramente más tranquilo.

—Justin. —Me llamó. Me demoré unos segundos en quitar la vista de la maravillosa ciudad de Sydney por la noche, para girarme hacia el padre de Leah.

—¿Si? —Susurré.

—Tu has dicho su nombre. Lo conoces. —Afirmó.

Miré a Aline, a Mónica, a Damon, Liam, y Kendall. Que estaban en mi casa. Luego lo miré a él.

—¿Puede darme un segundo a solas? —Le dije caminando hacia mi habitación. El me siguió. Cerró la puerta tras él, y se arremangó el saco que estaba usando.

BANG. (Justin Bieber) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora