Capitulo cincuenta y uno.

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                                                                      51.

Cumpleaños.

Desperté más feliz que nunca. Estaba en los brazos de Justin, quién se había colado en mi habitación otra vez. Hoy, era mi cumpleaños. Estaba emocionada, muy emocionada. Quería saltar, y gritarle a todo el mundo que hoy cumplía la mayoría de edad.

Me senté en la cama, y noté que Justin estaba despierto. Me sonrío, y extrañamente me sonrojé.

—¿Hace mucho que estás despierto?

Él se encogió de hombros como si no importara.

—No quería despertarte. —Sonrío, y me acarició la mejilla. Cerré los ojos ante el tacto, y suspiré.

Sus labios se encontraron con los míos en un tierno, y tímido beso. Que luego cobró intensidad. Cuando se separó de mí junto nuestras frentes, y me miró a los ojos.

—Feliz cumpleaños, amor.

Mi estómago, y mi corazón se encogieron. Hace dos meses éramos novios oficialmente, hace casi seis que nos conocíamos, y aún me emocionaba cuando él me llamaba así.

Me hacía arder cuando me llamaba muñeca, y me provocaba ternura cuando me decía preciosa, princesa, y cariño.

—Gracias. —El calor subió a mis mejillas nuevamente. Me dio otro corto beso, y se levantó. Se pasó una mano por el cabello, y pude admirar su grandioso trasero tan solo cubierto por el bóxer cuando fue hacia su ropa, y se agachó para recoger su chaqueta.

Fue directamente a un bolsillo, y sacó una caja aterciopelada del color del vino. Sonrío para sí mismo, y volvió a la cama junto a mí. Acomodé todo mi cabello hacia atrás y lo miré. El me entregó la pequeña caja de joyería y sonrío.

—Feliz cumpleaños. —Repitió. Sonreí emocionada, y mi boca se abrió de golpe cuando abrí la caja.

Eran dijes. Exactamente seis. Dios, seis. Eso costaba dinero. De repente, sentí culpable, pero él tomó mi mano, dejando la cajita sobra la almohada. Estiró mi brazo, y miró el brazalete que me regaló para navidad. Solo tenía dos dijes, la mitad del corazón, y la palmera, que representaba a California. Los seis dijes me hicieron sonreír. Eran la mitad de un corazón, una letra J, la torre Eiffel, una llave. Una pequeña bandera de Italia, y una corona.

Tomó la mitad del corazón que estaba en la caja. Y lo colocó suavemente, en el brazalete.

—Ahora, tienes la otra mitad. —Susurró. Entonces recordé sus palabras en California. Lo miré y sonreí. —La J, es por mi nombre. Por su puesto.—Sonrío, y la puso en el brazalete, para después continuar.—La torre Eiffel. —Suspiró. —Nunca olvidaré lo que vivimos en Paris. Y tampoco en Italia. —Primero colocó la torre, y luego la bandera. Francamente, quería llorar. Esto me emocionaba mucho. Suspiré y lo miré a los ojos. Me encantaba. Estaba completamente enamorada de él—La llave, —Respiró. —representa la llave de mi corazón… y solo la tienes tú. —Bien, lo había logrado. Mis ojos, se habían llenado de lágrimas.—Y la corona… es para que nunca olvides que eres una princesa. —Acarició mi mejilla brevemente. —Mi princesa.

Terminó de acomodar la corona, y luego me miró.

—¿Por qué lloras? —Una leve y tierna sonrisa se posó en su rostro.

—Te quiero. Te quiero más que a nada.

Me lancé a sus brazos, y lo besé como jamás lo había hecho antes. Alguien nos interrumpió tocando la puerta. La voz de Liam resonó.

BANG. (Justin Bieber) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora