44| Yin Y Yang

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Abrí la puerta de la casa de mi tía y me adentre en ella, la cerré con sumo cuidado tratando de no hacer ruido, comencé a caminar a pasos lentos, ojalá que no me hayan escuchado,  no podía mirar a mi madre, tenía tanta vergüenza.

Solté un grito cuando me las tope en medio camino, del susto, mis llaves y mi casco salieron volando por los aires.

—¿Y? — pregunto mi tía con cierta emoción.

—¿Y qué?— le pregunté confundida.

—¿Dónde está mi yerno?— preguntó mi madre estirandose para ver detrás de mí.

—¿Disculpa?.

—¿No viene contigo? — mi mamá habló desilusionada.

—¿Tenía qué venir?.

—Ehh... No.

Esto se estaba poniendo raro y me estaba incomodando, sus miradas puestas en mi penetrantes me ponían nerviosa, como si estuvieran leyendo mi mente.

—Bueno... Ya llegué, ya estoy aquí sana y salva, creo que me voy.

Tome mis llaves y mi casco y salí disparada hacia arriba, podía sentir sus miradas puestas en mi. Al llegar me quite los zapatos y me deje caer en la cama boca abajo, había recordado que tenía llamadas perdidas de Alicia y los chicos, así que decidí llamarlos.

Al terminar de llamar a cada uno, lance mi celular a algún lugar de la cama, mi mirada se posó en el peluche de oso panda. Lo tomé y me deje caer boca arriba con el peluche en mi pecho mientras los abrazaba fuertemente. Solté un suspiro junto con una sonrisa en mi rostro recordando a aquel chico de tes blanca y sonrisa encantadora. Relami mis labios recordando como me besaba ayer con deseo y lujuria.

—Creo que estoy sintiendo esas cosas del diablo, esas llamadas amor— me susurre a mi misma.

Me pare de la cama y me dirigí a la cocina al escuchar como mi madre me hablaba, seguro era para hablar de mi vida sexual o algo por el estilo, no quería, así que me fui arrastrando los pies deseando que me cayera en las escaleras, me rompiera un pie y así evitar esa platica que se me avecinaba.

—Ya estoy aquí— me pare frente a ella metiendo mis manos en mis bolsillos.

—Quita esa cara que no te voy a preguntar nada de lo que haces con Chris cuando están solos.

Eche un suspiro aliviada sin querer, lo que causó gracia en mi madre y un sonrojo de vergüenza en mi cara.

—Bueno... ¿Qué necesitas? — le hablé tratando de salir de esta situación.

—Necesito que te sientes y me escuches.

—¿Bien?— me senté en la silla que estaba frente a ella, quedando cara a cara, asentí lentamente nerviosa esperando que hablara.

Después de quedarme completamente callada esperando que hablara, no lo hizo, hasta que estaba apuntó de hablar, me soltó la noticia dejándome procesandola, era la mejor noticia que me habían dicho esta semana. Me puse tan feliz, por fin todo ya estaba saliendo bien después de tanto tiempo, hoy era el día de las buenas noticias y ojalá así sea siempre de aquí en adelante.

-Alicia-

—¿Era necesario?— le pregunté a Zabdiel molesta.

—Pensé que ya se llevaban bien y ya eran amigos— me respondió en su defensa.

—No, aún siento decepción cuando lo veo— por no decir que aún siento repugnancia al recordar como lo vi apuntó de coger con Ana Mena, en su sala, estando conmigo y solo por un maldito chisme del que no comprobó antes de hacer cualquier cosa.

¡Princeso! - C.V y tú | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora