Prólogo

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Maldito día en el que nos tuvimos que mudar a esta maldita Ciudad. Me mire al espejo y mire mi aspecto ¿Cómo se supone qué debo vestir el primer día de una nueva universidad en la que no tengo ídea ni de dónde queda?.

Mi mamá me apresuró diciendo que era tarde. Mentira, faltaba una hora para que la primera hora de clases empezará. Me subí al auto frustado.

—Al menos finje estar emocionado Chris— dijo mi madre.

—Esta es mi cara de emoción.

—No lo es.

—Claro que no lo es, esta es mi cara de esperanza en que algo nos pase para volver y continuar mi maravillosa vida que tenía en Ecuador.

—Hijo ya hablamos de ello, Ecuador esta en el pasado.

—Odio cuando dices eso.

—Hazte la ídea Christopher, esta es tu nueva vida.

Mire la ventana tratando de ignorar a mi madre que continuaba sermoneandome. Una motocicleta paso a mi lado llamando mi atención y era porque en ella no había un chico, era una chica. Llevaba casco lo cual no pude observar su rostro pero tenía el cabello negro y largo. El semáforo cambió a rojo, ella se detuvo alado de nuestro auto, la seguí observando. El semaforo cambió a verde. Antes de que ella se fuera se giro hacia mí y me miro rápido, observe sus ojos cafés muy claros y unas largas pestañas en ellos.

(...)

Odio a más no poder el primer día de clases, estaba buscando una mesa vacía en la que pudiera sentarme a comer, al encontrar una no dude en correr hacía ella.

—Un nuevo— dijo un tipo.

—Nueva perrita.

Todos rieron, eran 4 tipos muy altos, tenían a varias chicas comiendo con ellos, todas muy bonitas. Comí lo mas rápido que pude para salir de ese lugar donde estaban esos chicos.

(...)

Por fin habia acabado las clases, salí de ese infierno casi corriendo lo cual me fue imposible, los mismos malditos del comedor me tomaron y me empujaron.

—¿A dónde crees qué vas niñito?— Dijo el más grande.

—No creerás que te nos escaparas así de fácil.

—¿Qué quieren?— pregunté.

—¡Ohhh! nada. Solo nos venimos a presentar, él es Matius— señaló al primer tipo que me miraba con burla de arriba a bajo— Él Brice, Oscar y yo Jason. ¿Y tú blanquito?.

—Christopher— contesté tajante.

—Nombre ridículo— Hablo el tal Matius que desde hace rato me miraba como si estuviera dando un show de risa.

—No podras decir nada si te llamas Matius— conteste con burla.

Él me tomo de la playera levantándome hasta que solo las puntas de mis pies tocaban el piso. El aire se me corto de pronto, las venas en su cuello resaltaron del enojo.

—¡Mira maldita perra haré que calles esa maldita boca y no sera agradable! Así que te recomiendo que es mejor que la cierres.

El pánico entro en mí, nunca fuí un chico de problemas, nunca peleé con nadie, huía de los problemas para evitar pelear y solo me enfocaba en mi novia.

—Lo siento... no lo volvere a decir— respondí viendo como las venas de su cuello estaban casi a reventar.

—¡Ay! El niñito esta temblando— Dijo Jason viendo todo el espectáculo, parecía desifrutarlo mucho.

Todos rieron incluido el tal Matius que seguía con la mirada clavada en mí y sus manos en mi playera.

—Suéltame amigo— dije tratando de sonar amable y evitando que me partiera la cara.

—Chicos parece que tenemos nueva perra, nos divertiremos mucho contigo blanquito— el tal Jason lo grito como si se tratará de un premio.

Se acercaron encerrandome en medio de ellos. ¿Será este el fin del hombre araña?.

—Déjenme idiotas— fue lo único que articule, me sentía como una hormiga en medio de esos gorilas.

—¿O qué perrita?— Matius me soltó por fin.

—O...— dije tratando de de buscar las palabras adecuadas para parecer intimidante, pero no sabía ni como serlo.

—O este sera el peor día de tu vida Jason.

Escuche una voz femenina atrás de Jason, todos voltearon, incluyéndome.

—Que gusto verte— comenzó a hablar Jason viéndola con la misma sonrisa de burla— hace mucho que no me saludas, desde...

—Se desde cuando Jason, no necesitas recordarlo– contestó molesta.

—¿Ahora te enfocas en defender perras?.

—Y tú sigues siendo el mismo hijo de puta, solo te lo diré una vez más y será la última si no quieres que te las rompa. Déjalo en paz— hablo tranquilamente pero cada palabra era como si fueran agujas que se incrustaban en tu piel poniéndote la piel de gallina. Su seguridad intimidaba a cualquiera, era como si cada palabra y amenazaba que saliera de su boca era asegurado y temías por ello. Un rostro tan delicado y bello para una personalidad tan ruda e intimidante.

—Quiero que lo intentes— la reto burlón.

Ella suspiró irritada, se enrrollo las mangas de su chaqueta de cuero negra sin dejar de asesinarlo con la mirada.

—Jason no es necesario fingir que eres un super valiente, ya nos conocemos y sabes lo que he hecho con hijos de perra como tú.

—Me encanta cuando hablas rudo, te ves tan malditamente sexy— la miro de arriba hacia abajo, devorandola. Que asco de tipo.

—No estoy jugando— su calma solo era verbal porqué ella estaba totalmente molesta.

—Ni yo.

—¡Largate de una puta vez! ¡Me conoces perfectamente y estás agotando mi paciencia! Largate de aquí y se inteligente por una vez en tu vida o de verdad me veras enojada Jason. Y no olvides llevarte a tus idiotas detrás de ti— soltó perdiendo la paciencia y la calma. Tenía carácter y se veía a kilómetros que no le tiene miedo a esos tipos, seguramente los enfrentaba todos los días. Vaya chica.

Ellos me miraron por ultima vez y comenzaron a dispersarse para irse.

—Nos veremos pronto perrita— me dijo mirándome el tal Jason. Comenzó a caminar, pasando a un lado de ella mirándola— Adiós dulzura.

Paso de ella mandándole un beso de burla.

-Vete al carajo Jason.

Los demás gorilas se fueron detrás del tal Jason. Me miró y yo a ella, viendo sus ojos que reconocí al instante. ¿Cómo no voy a reconocerlos? Son lo más bonito que vi en este feo día. Es la misma chica de la mañana.

—Mira niñito si quieres sobrevivir en este puta lugar debes dejar de comportarte como un animal asustado escondiendote de todos— hablo después de un rato.

—Pero esos tipos son enormes y yo solo era uno— me excuse tratando de no sonar como un total idiota y no quedar más en ridículo de lo que ya había quedado.

—¿Quiéres ser el maldito juguete de aquí?.

—No.

—Ya te di un buen consejo, no querrás pertenecer al grupo de las perras de Jason y su circo, debes ser astuto, ser inteligente no es el fuerte de esos idiotas. Tienes suerte de conocerme en tu primer día, soy Tn.

Se subió a su brillante moto negra, se colocó el casco y me miró.

–Adiós, princeso.

Arrancó y se fue a una velocidad un poco rápida, dejando mi mente en otro planeta.

—Soy Christopher— susurre para mí.

¡Princeso! - C.V y tú | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora