Epílogo

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—Mamá vamos a pasear al perro— le dije a mi madre.

—¿De qué hablas, niña? No tenemos perro— me miró extrañada.

—Al perro de mi hermano JAJAJA.

—Ay babosa, grosera— me dio un pequeño zape mientras yo me reía.

—Vamos, quiero salir a dar una vuelta.

—Sueltalo, ¿Qué quieres?.

—Nada, solo quiero dar una agradable vuelta por el vecindario.

Mi madre me miró sin creerme absolutamente nada.

—Muy bien, quiero salir a tomar el aire con alguien quien realmente amo demasiado o entraré en una depresión y me dé ansiedad, no es nada bonito y quiero llevarlo de la forma más sana posible.

Hace apenas una semana Christopher y yo habíamos terminado definitivamente. No nos habíamos vuelto a ver ni topar por las calles, era una suerte que estuviéramos en vacaciones, así cuando regresaramos sería lo bastante fuerte como para verlo a lo lejos sin que sienta como me destrozaba por dentro, verlo y querer estar en sus brazos que siempre me brindaban protección y unas inmensas ganas de fundirme en su suaves besos que me hubiera encantado sentirlos toda mi vida.

Mi madre me miró entre apenada y comprensiva. Me sonrió y le grito a mi hermano que saldríamos un momento y que no incendiara la casa en nuestra ausencia.

Reíamos mientras saludabamos a los vecinos que pasaban a nuestro lado, el sol estaba tremendo, haciéndonos sudar. Mi madre se me quedó viendo en cuanto el sol iluminó mi cara, supongo que por las notorias ojeras, no la pasaba muy bien pero, Jayden siempre es un gran apoyo que se niega a dejarme recaer, es un gran amigo y un apoyo inmenso, sin él, no se que sería de mi, tal vez estaría en mi cuarto encerrada llorando día y noche, extrañando a aquel castaño que con solo una sonrisa me hacía temblar.

A lo lejos pude ver a Alicia acercarse. La salude felizmente con la mano, Alicia nunca puede faltar, como siempre y desde siempre, es la que me mantiene al margen, tal cual lo había hecho años antes en mi vida y esta no sería la excepción. Al notar que ella me contestó pero sin la misma energía, supe que algo no estaba bien.

—Hola— la salude en cuanto llego con nosotras.

—Hola— devolvió el saludo igual de sería que hace rato— buenas tardes, señora.

—Hola, Ali... Tn te veo en la casa ¿Esta bien? — asentí, mi madre también noto aquello y seguro se iba para que pudiéramos hablar más tranquilas— las dejo.

Mi madre se fue. Volví a girarme hacia Alicia esperando que hablará Y explicara porqué estaba así.

—Algo no está bien ¿No es así?.

—No— dijo— parece que ellos votaron por qué fuera yo quien te lo dijera, tal vez porque soy tu mejor amiga.

—¿Quiénes?.

—Ellos, Zab, Richard, Erick, Joel.

—¿Decirme qué? — dije cruzandome de brazos.

—Tarde o temprano te ibas a enterar, así que preferí venir ahora para así evitar que estés sola.

—¿Christopher? — hable comenzando a preocuparme.

—Se mudará con su madre y regresará a, Ecuador mañana... No regresará aquí nunca más.

No sabía cómo reaccionar ante aquello, pero si dolía. ¿No iba a verlo nunca más? En partes me parecía una ventaja para lograr superarlo más fácil pero por otra parte maldecia. Ni siquiera me iba a despedir de él, no iba a ver al menos su mirada y su sonrisa por última vez. Alicia me tomó de los brazos al ver como comenzaba a respirar más fuerte para evitar derramar lágrimas, los ojos me ardían de tanto llorar.

¡Princeso! - C.V y tú | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora