59| Graduación

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Abrí mi cajón y metí en lo más profundo que podía, la cadena con imágenes de nosotros en el interior y el peluche que me regaló en nuestra cita doble con mi mejor amiga.

Me mordí el labio intentando calmarme. Me deje caer en la cama, ¿Habíamos terminado? No lo sé, darse un tiempo era tomado como una ruptura temporal. ¿Así me sentía cuando terminé con, Jason? No, definitivamente no se compara con lo que siento ahora.

Hay personas que llegan para marcarte de por vida, ya sea que dejen un fragmento de felicidad o una espina en el corazón, una que cada que lo recuerdas, te duele.

Este era una función entre ambas, tanta felicidad pero como también con tanto dolor. "No llores porque terminó. Sonríe porque sucedió", dicen, con todo respeto, váyanse a chingar a su madre, lloraré hasta que me sienta mejor, lloraré porque toda esa felicidad ya no la tenía, lloraré porque me siento decepcionada y con el corazón hecho una porquería, lloraré porque sucedió lo que siempre quería y lloraré porque todo eso lo perdí.

Toda mi vida estuvo llena de decepciones, pero esta vez, no quería que él lo hiciera, era lo único que deseaba, ya no me importaba si los demás lo hacían, solo esperaba que él no lo hiciera. ¿Ahora? Hizo justo lo único que esperaba que no hiciera.

Tome aire limpiando mis lágrimas, acerque mi mano a una libreta donde escribía cosas random y tomé un lapicero. Escuché que escribir tus sentimientos ayudaba, así que plasme todo lo que sentía en aquella libreta. Había llenado 2 hojas, puse un punto y aparte, seguro seguiría escribiendo con el transcurso de los días, me sentía un poco más liberada.

Tocaron mi puerta un par de veces, me pare de la cama, me había quedado dormida. Me sugete de la pared cerrando mis ojos, me había mareado, me había parado muy rápido. Escuché la puerta nuevamente, así que la abrí.

-¿Estabas dormida? - preguntó mi madre con una sonrisita. Carajo ¿Cuánto dormí? Mi madre ya había llegado de trabajar. Asentí torpemente- mala suerte, quería preguntarte si querías pizza para cenar, tengo una flojera de cocinar algo.

Asentí nuevamente sin ninguna importancia, me sentía tan fuera de mi, no podía sentirme más que triste e incompleta.

-¿Cariño, estás bien?- tomo mi rostro con su mano, preocupada- tus ojos están rojos ¿Estuviste llorando? ¿Te paso algo? ¿Estas enferma? ¿Todo esta bien?.

Negué volviendo a sentir el nudo en mi garganta. ¿Desde cuándo me volví tan vulnerable? La última vez que mi madre me vio derramar lágrimas fue cuando se llevaron a mi padre a la cárcel, ahora estaba apuntó de ser un mar de lágrimas y necesitaba de ella. Como si fuera una niña pequeña me rompí en los brazos de mi madre, ella me abrazo sin dudar.

-¿Amor, qué pasó? - me acarició el cabello.

-Mamá, hace tanto que no me sentía así. La última vez fue cuando pase la primera semana sin mi padre- hable en cuanto me separe de ella.

-¿Paso algo con, Chris?.

-Si. Se complicó lo que teníamos, decidimos darnos un tiempo para que todo mejoré, pero no siento que lo mejor sea volver. Algo me dice que estamos mejor así, separados.

-No se que este pasando, esta bien si no quieres contarme, es cosa de ustedes dos y yo estoy muy aparte. Pero se una cosa mi niña, cuando dos personas logran tienen una química de madres, pase lo que pase, sin importar que, siempre terminarán buscandose y encontrarán solución a sus problemas.

Eso me dio una pequeña esperanza, tenía razón. Él y yo tuvimos una química desde que nos vimos por primera vez en aquella calle, cuando el semaforo cambió a rojo, quedamos lado a lado y nuestras miradas de juntaron. Se que él también lo siento, esa corriente que recorrió todo el cuerpo y mágicamente, esos ojos avellana se quedaron en mi mente todos los días.

¡Princeso! - C.V y tú | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora