CAPÍTULO 1TENGO QUE MATARTE

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NOTA: Antes de leer esta historia es recomendable haber leído primero: "FUE MI ERROR" y "PERDIDO EN SU MIRADA"

No es necesario, pero ayudaría a entender mejor la trama.

                 CAPÍTULO 1

Él corría con desesperación, si lo atrapaban era muerte segura, y no... No quería morir aún. Miró a los lados no se veían vehículos en la calle, volteó hacia atrás, tampoco se veían sus perseguidores, los había dejado atrás, pero era cuestión de tiempo para que llegaran hasta él, si seguía detenido a un lado de la calle. Reinició su loca carrera, pero sólo para dar de frente contra el costado de una camioneta que se había detenido a esperar la luz roja. No lo pensó dos veces intento abrir la puerta del copiloto y esta cedió, sin dudarlo subió de prisa. Un par de ojos lo miraron desconcertados.

_ ¡No te detengas! - dijo apuntando el arma que traía en las manos. _ ¡avanza!

El hombre obedeció, mientras él buscaba que ponerse encima para cubrirse la sangre que manchaba su camisa. Por fin encontró una camisa limpia se quitó la suya y se puso con rapidez la de aquel hombre, por fortuna le quedaba bien, se maldijo interiormente cuando se dio cuenta de que habían avanzado, pero al lado equivocado, en lugar de evadir a las autoridades habían ido a parar ante un retén, no tenía salida, no había posibilidades de huir, se quedó quieto cuando un oficial ordenó bajar la ventanilla del piloto.

_ Es una revisión de rutina. - dijo sin apartar la vista de ambos. _ ¿pueden bajar por favor?

Él se movió inquieto, ya no tenía oportunidad alguna, si intentaba huir sería acribillado por los oficiales del retén, si se quedaba sería descubierto y de igual forma terminaría en la horca.

_ Hay varias personas muertas. - escuchó decir al oficial. _tenemos que investigar. - dijo en forma de disculpa, al ver los papeles del hombre y darse cuenta de quien se trataba.

_ No creo que nosotros, seamos un problema. - habló de nuevo el extranjero. _ ¿o me cree capaz de asesinar a alguien?

_ ¡No! ¡Por supuesto que no! - se apresuró a decir otro oficial que se había acercado momentos antes. _ Usted no... - miró hacia él examinándolo detenidamente.

_ Él es uno de mis empleados. - dijo el hombre sin inmutarse _ si gusta le muestro sus papeles. - hizo el ademán como si de verdad fuera a hacerlo.

_ ¡No¡ no es necesario. - intervino uno de los oficiales. Pueden seguir su camino. Sólo tengan cuidado. Un asesino anda suelto. - les indicó que siguieran.

El soltó el aire que había estado reteniendo. Había estado tan cerca, si tan solo los oficiales hubieran puesto más atención, se hubiesen dado cuenta del arma que aún sostenía en sus manos y que estaba semi cubierta con su camisa manchada de sangre, sin embargo, ya había pasado y el seguía libre, solo que existía un problema, el hombre que le acababa de salvar la vida, no podía dejarlo ir.

_ ¿Por qué no me entregaste? - le preguntó.

_ ¿Porque debería de hacerlo? - interrogó el hombre a su vez.

_ Eres un idiota. - lo miró molesto. _acabo de matar a un hombre y sus tres hijos y tú me defiendes a pesar de que prácticamente te secuestré?

El no dijo nada, siguió conduciendo en silencio.

_ ¿Sabes que tengo que matarte? - levantó su arma y apuntó hacia el de nuevo.

_ Lo sé. - fue su única respuesta.

_ ¿No te importa? - lo miró desconcertado.

_ En realidad no. - dijo él. _ mi vida ha sido buena y productiva, lo único que lamentaría es no haber encontrado a la mujer de mi vida y haber disfrutado de una familia.

_ Las familias apestan. - rugió él sin dejar de apuntar su arma.

_ Es tu opinión. - dijo sin inmutarse, sin mostrar temor, sin ponerse nervioso.

Había conducido por varios minutos, el lugar se veía solitario, las calles de la ciudad habían quedado atrás hacia rato.

_ ¡Detente! - ordenó él _déjame aquí.

El extranjero lo miró. No parecía, sorprendido de su decisión.

_ Trabaja para mí. - dijo sin más

_ ¿Eres estúpido? ¿O qué? - volvió a apuntar su arma hacia él. _ todavía puedo matarte. ¿No escuchaste que soy un asesino? Acabo de quitarle la vida a cuatro hombres, no es la primera, vez que lo hago, no será la última y por lo que veo tú serás el próximo.

_ No lo harás. Mi nombre es Gustavo Contreras, tengo a cargo la construcción del complejo turístico y necesito a alguien como tú.

_ ¿No escuchaste que te voy a matar? - lo miró exasperado. Ese hombre lo ponía nervioso, no le temía a nada y eso lo hacía aún más peligroso que cualquiera de sus enemigos.

_ ¿Y tú no escuchaste que no lo harás? - dijo con seguridad. Desde el momento en que entró en su camioneta y miro a la profundidad de esos ojos__ se dio cuenta de la clase de hombre que era. Sí, era un asesino, pero existían dos clases de asesinos, aquellos que lo hacían por placer, que se deleitaba con el dolor de los demás, que lo disfrutaban y los que no tenían otra opción, los que se veían orillado a hacerlo, aquellos a quienes les iba la vida de no hacerlo, aquellos que se sentían hastiados después de un evento como ése.

Además, también había alcanzado a escuchar el comentario que hizo un oficial al otro cuando ellos ya se marchaban.

_ " No sé porque vamos tras el asesino." - había dicho. _"deberían darle un premio, nos libró de esa escoria."

_ ¿Por qué estás tan seguro de que no lo haré? - puso su arma a centímetros de su cabeza.

_ Porque no eres malo. - le sostuvo la mirada.

_ Eso no me impide disparar. - quitó el seguro del arma.

_ No te agrada lo que acabas de hacer, no eres un asesino, lo que has hecho lo has hecho por necesidad.

Él lo miró sorprendido, lo estaba describiendo a la perfección y eso no le agradó. No quería sentirse vulnerable ante él... Ante nadie... no de nuevo.

_ No creas que estás a salvo, solo tengo que jalar del gatillo, me deshago de tu cuerpo y nadie jamás volverá a saber de ti, todos pensarán que te fuste del país, mientras yo sigo con mi vida aquí.

_ ¿Porque no dejas de luchar y aceptas mi propuesta? No jalarás del gatillo porque como te dije antes, no eres un asesino, solo te defiendes y de mí no tienes que defenderte.

_ Te puedes arrepentir y entregarme. No quiero vivir dependiendo de ti sabiendo que puedes obligarme a lo que sea con tal de que no me delates.

_ Te doy mi palabra de que no lo haré.

El rió con fuerza... "su palabra," ¿realmente él creía que confiaría en la palabra de alguien? En su mundo la palabra no valía nada.

_ Mejor terminemos con esto. - se dispuso a jalar del gatillo. No quería más problemas, bastaba con su complicada vida.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora