CAPÍTULO 29 EN RIESGO

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Roberth había despertado esa mañana lleno de energía, hacía tres días que no la veía, ese era un día nuevo y significaba que el tiempo se acortaba para regresar a su hogar y estar de nuevo junto a Lidia, sobre todo después de su encuentro en el jardín, sentía que las barreras que ella había creado a su alrededor, por fin estaban cayendo, se sentía feliz porque al fin veía una esperanza en su futuro. Felicidad que sólo duró unas cuantas horas.

Primero recibió una llamada de su jefe de seguridad, Lidia había desaparecido, intentó no alarmarse, quizás se tratara de un mal entendido, ella podía haber salido a algún lado y luego regresar, pero casi inmediatamente después recibió una segunda llamada, era de Consuelo, estaba desesperada y envuelta en un mar de lágrimas, él la tuvo que calmar primero para que pudiera hablar.

_ ¡Ella se fue! - dijo sollozando y es mi culpa.

_ Consuelo tranquilízate. - dijo con voz calmada. _quizás solo salió a dar una vuelta o a resolver algún pendiente.

_ Son las dos de la tarde - dijo. _ ella no dejaría su trabajo, pensé que se sentía cansada y la deje dormir, pero cuando fui a buscarla pensando que era mucho para que solo estuviera descansando no estaba, se llevó sus cosas y dejó dos cartas, una para usted y otra para su hermana.

_ ¿Qué fue lo que sucedió? - interrogó serio. Se daba cuenta de que en realidad si se había marchado. _ ¿por qué dices que es tu culpa.

_ Porque anoche vino y me preguntó si yo pensaba dejar mi puesto, no entendí por qué lo preguntaba y dije que no y me preguntó si usted me había pedido que lo dejara.

_ Y dijiste que no. - terminó él.

Ella solo sollozó confirmando su aseveración.

_ No es tu culpa Consuelo. - dijo tratando de tranquilizarla. _esto se resolverá, solo mantenme informado si algo sucede. La encontraremos. - colgó.

Las siguientes horas fueron un caos, lo primero que hizo fue pedir a su secretaria, que cancelara todas sus actividades y arreglara todo para regresar, no lo había hecho a través de su asistente, Nora ya no le inspiraba confianza y se estaba apoyando más en Lourdes, quizás pronto ella fuera su asistente y no Nora.

Lo siguiente que había hecho mientras empacaba sus pertenencias era ponerse en comunicación con su equipo especial, aquél que contaba con lo mejor de lo mejor, solo para casos especiales, los mejores hombres, el mejor equipo y James su jefe de sistemas y el genio detrás de su sofisticado equipo de computación.

Con ellos en marcha se dirigió hacia el aeropuerto, no podía hacer más por el momento, más que mantener la comunicación y dirigir a su equipo desde la distancia.

Había esbozado una sonrisa, cuando de camino, después de llegar a su casa, hablar con Consuelo y con los guardias de seguridad que estuvieron mientras ella escapaba y de que ella le entregara la nota dirigida a él y el la leyera.

Durante el trayecto la había leído varias veces. Se despedía de él, le agradecía por todas sus atenciones, por su tiempo y por estar con ella en los momentos más difíciles de su vida, no mencionaba el verdadero motivo de su partida, pero le pedía que no la buscara.

Volvió a sonreír por su ingenuidad, si ella hubiera estado con otras personas distintas a él y su equipo, definitivamente hubiese sido casi imposible de encontrar, pero eran ellos, para su equipo habían bastado segundos para dar con su ubicación, para cuando él llegó, ya un contingente rodeaba el hotel y los lugares cercanos por si ella salía de ahí o si se encontraba en peligro, después de todo era una mujer hermosa viajando sola, quedándose en un hotel nada seguro en donde cualquiera podría tener acceso, y sobre todo porque los grupos criminales abundaban por esa zona y por supuesto ella no lo sabía.

Ahora se encontraba ahí, parado delante de su puerta, llamando a ésta sin obtener respuesta, si no fuera porque estaba seguro de que se encontraba en el interior y estaba segura, estaría muerto de miedo, porque, así como a él le habían permitido el pase sin ninguna objeción, cualquiera podría haber tenido acceso a ella, sin querer su cuerpo se tensó ante tal posibilidad, era absurdo estar corriendo semejante peligro.

Volvió a llamar con más fuerza.

*****
Lidia abrió por fin la puerta y lo primero que vio fue el rostro serio de Roberth.

Un pequeño grito escapó de su garganta, esperaba ver a cualquier persona menos a él, era imposible que estuviera ahí, ¿cómo había dado con ella? No lo sabía. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Ese hombre era increíble, era tenaz, recordó cuando le dijo que iría por ella cuando la secuestraron y no se había dado por vencido aun cuando falló en su primer intento, y también le dijo en dos ocasiones que le traería a su hermana y ambas las cumplió. ¿Cómo lo hacía? No lo sabía. Se sintió perdida ante él. Sin decir palabra lo dejó entrar.

El la miraba serio, sintió temor ante su enojo, pero ¿porque tenía que estar enojado? No era su prisionera, solo era su empleada y en todo caso era ella quien debería estar enojada, él le había mentido.

_ ¿Por qué lo hiciste? - dijo con voz fría.

Ella no contestó

_ ¿Estás consciente del peligro en el que te pusiste?

Ella lo miró sin comprender, estaba exagerando.

_ ¿Porque iba, a estar en peligro? - lo retó con timidez. _ no soy una delincuente.

_ No. - dijo el acercándose peligrosamente.

A ella le pareció amenazante.

_ No eres una delincuente, pero fuiste la esposa de uno muy conocido y por desgracia estos lugares están llenos de esa gente, tu no los conoces, pero ellos a ti sí.

Ella lo miró como si estuviera loco.

_ Se cuidarme sola. - dijo desafiándolo de nuevo.

El endureció su mirada, la tomó del brazo y la sacó al exterior, no la lastimaba, pero su agarre era firme.

Caminaron en la oscuridad y se dirigieron a la parte trasera del hotel, ahí estaban reunidos varios hombres.

_ En donde los tienen? - preguntó a otro hombre que se apartó de los demás y se acercó a ellos.

_ Síganme. - dijo y los condujo a otro edificio, una especie de bodega grande. En el exterior había varios hombres haciendo guardia.

Al entrar Lidia se sorprendió.

_ Estos. - dijo el hombre que los guiaba señalando a tres hombres, atados de pies y manos. _ estaban rondando el hotel.

_ ¿Que buscaban? - los interrogó Roberth.

_ Nos mandaron a vigilarla. - señaló con la mirada a Lidia.

_ ¿Saben quién es? - preguntó Roberth

_ No, pero mi jefe sí.

Roberth no dijo nada y avanzaron hacia otro grupo en igual de circunstancias.

Estos eran 5

_ Después de los otros llegaron éstos. - dijo el hombre que los guiaba. _ estaban Intentando forzar la puerta y la ventana del cuarto de ella.

_ ¿Por qué? - les preguntó Roberth.

_ El jefe nos envió por ella, dijo que le sería útil, que sabía quien era, es todo lo que sabemos. - dijo asustado uno de los hombres.

Luego pasaron al último grupo. Eran cuatro.

_ Estos estaban indagando acerca de ella en recepción, no les dimos tiempo de llegar a su lado.

_ Nos enviaron por ella. - dijo uno de ellos, antes de que Roberth le preguntara. _ se corrió la voz de que aquí estaba la esposa de Alfonso Moran y el jefe dijo que a Santiago Moran le iba a interesar ésto.

Roberth sintió el temblor que la sobrecogió, miró su hermoso rostro y estaba desencajado.

Sin decir palabra la sacó de ahí y la condujo de nuevo hacia el interior de la habitación.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora