Los días transcurrieron con normalidad, ahora todos sabían que Lidia era la prometida de Roberth, y la respetaban, quienes vivían ahí, habían aprendido a amarla porque ella se daba a querer, no los trataba con despotismo, si no como amigos y quienes venían de fuera y solo por algunas horas, también la apreciaban porque ella no hacía distinción entre nadie del servicio.
Roberth aunque seguía saliendo fuera de la ciudad por causa de su trabajo cada vez lo hacía menos y trataba de llegar más temprano de la oficina, por su parte Lidia había empezado a trabajar. Se había decidido por El Centro De Investigación Y Tratamiento De Enfermedades Raras. Tanto Roberth como Justin se habían dado a la tarea de presentarla con el personal y a mostrarle cuál sería su oficina y enseñarle en qué consistiría su trabajo.
Desde el inicio le quedó muy claro al personal de su área que ella no era como los demás, ni se regía por las mismas reglas, su horario era abierto y ella podía acceder a cualquier área del lugar, siempre cumpliendo con los protocolos establecidos para tal efecto y acompañada por personal capacitado. Este arreglo se había dado, después de que en dos ocasiones ella había insistido en comprobar que se le estaba dando la atención adecuada a pacientes para los cuales había conseguido apoyo, algo que sus compañeros no podían hacer y quizás no les interesara, pero ella quería cerciorarse de que los recursos que conseguía efectivamente se utilizaran para lo que se habían otorgado.
También había quedado claro que ella no era cualquier persona, y que su opinión podía elevar a alguien hasta la cima o hacerlo caer hasta el fondo, sin embargo, y para alivio de todos, también se habían dado cuenta de que ella era la persona más pacífica y menos peligrosa del mundo, su carácter retraído y callado les había, dado una imagen equivocada de ella, pero después de conocerla y de comprobar su dulzura y su sencillez, la mayoría la apreciaba de verdad.
*****
Sara entró furiosa a la oficina de su amiga Julia._ ¿Cómo es posible que esa mujer tenga más autoridad que yo? - gritó.
_ ¡Tranquilizante! - intentó calmarla. _ no sé de qué me hablas.
_ De la nueva, la tal Lidia. Solo estuve dos semanas fuera, llego y me encuentro con que hay una nueva en el departamento y que por lo visto tiene autoridad para hacer lo que le dé la gana, cuando yo soy su jefa y no tengo esas atribuciones.
_ No exageres. - dijo su compañera. _ Lidia es como nosotros, pidió permiso para hacer seguimiento a lo que se dona y se le concedió, eso es todo.
_ Ya me enteré de que es amiguita del Doctor Hamilton y que también estuvo aquí enseñándole todo, mi novio Roberth.
Julia rió, Era lógico que Sara estuviera molesta y celosa, siempre había estado enamorada de Roberth, en casi todos sus casos su principal donador era Roberth, y ella vivía soñando con que algún día le hiciera caso, incluso entre ellas se referían a él cómo su novio, en cuanto a lo demás, ella era la coordinadora de esa área teniendo como jefa a Julia, ambas amigas de varios años, julia era apacible, mientras que Sara era explosiva, generalmente Julia la tenía que poner en su lugar.
Ahora temía lo que sucediera, si Sara ya le estaba declarando la guerra a Lidia, no la dejaría en paz tan fácilmente y aunque Lidia no era de las que peleaba, tenía quien la defendiera porque, aunque nadie lo sabía, ella se había dado cuenta del interés que Roberth demostraba hacia ella. Esto pondría a Sara aún más furiosa contra Lidia.
_ Tranquilizate Sara. - dijo Julia. _ ella es una empleada más, ciertamente es conocida del Doctor Hamilton, precisamente por eso te conviene llevarte bien con ella, te aseguro que si tú no te metes con ella, ella no lo hará contigo.
_ Me pides un imposible. - dijo sin ocultar su antagonismo. _ esa mujer no es superior a mí y no voy a permitir que esté por encima mío.
_ ¡Sara! Estas haciendo un problema en donde no lo hay.
_ ¿Crees que no sé qué el día que llego aquí, también estuvo mi novio acompañándolos en su recorrido y su presentación?
_ Es lógico, es amigo del Doctor Hamilton, lo que no implica que viniera con ella, si no con él.
_ De cualquier forma. - dijo con enfado. _ qué ni se le ocurra a esa, poner sus ojos en él, porque no me importa que sea la amiguita del doctor, aun así, la voy a poner en su lugar.
*****
Lidia estaba frustrada, su supervisora Sara, era una mujer sumamente molesta y exigente, siempre estaba sobre ella pidiéndole más trabajo del que ella podía dar, aun así cumplía, él problema era que se le estaba pidiendo hacer cosas que se suponía no eran de su competencia, su contrato decía que ella solo se dedicaría a hablar con los donadores y posibles donadores y convencerlos de aportar para las diferentes causas, sin embargo, Sara la obligaba a ocuparse de un sin número de papeleo del cual ella no entendía gran cosa, principalmente porque apenas si sabía leer.Esa tarde, por primera vez se había llevado trabajo a casa, el problema era que no sabía qué hacer con ese montón de documentos, ya que, aunque no entendía gran cosa de lo que tenía que hacer, su compañera Claudia le explicaba y le ayudaba, sin embargo, ahora forzosamente tendría que pedir ayuda a Roberth y no estaba segura de cómo lo fuera a tomar.
_ ¿Por qué tienes que hacer esto? - interrogó el desde su escritorio.
_ Mi supervisora dice que tengo que hacerlo porque es parte de mi trabajo, pero la verdad es que no le entiendo. - bajó la mirada apenada.
_ No tienes por qué avergonzarte. - se acercó a ella levantando con ternura su rostro. _ te ayudaré con esto y mañana hablaré con quien tenga que hacerlo, ese no fue el trato.
_ No me gustaría causar problemas. Solo necesito que alguien me lo explique, aprendo rápido.
_ Aun así. - insistió el acariciando su mejilla. _ esto no es parte de tú trabajo.
_ Mejor seguiré tu consejo. - trató de distraerlo. _ quiero estudiar, aprenderé bien a leer y escribir.
El la miró consternado, debió haber previsto una situación como ésta, era casi imposible que ella no hubiese tenido que involucrarse en algo más que no fuera hablar por teléfono, tendría que solucionar esto, y pronto.
La envolvió entre sus brazos, luego la beso con ternura. Ella respondió con inocencia. La amaba y contaba los días para convertirla en su esposa, entonces actuaría sin reserva para darle todo lo que se merecía, ahora no podía, porque seguía levantando barreras cada vez que el intentaba hacer algo por ella.
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CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
Roman d'amourRoberth gritó desesperado. _ ¡Sálvala! - extendió el cuerpo inerte de la mujer que amaba. Los brazos del médico la tomaron y él con dolor de su corazón tuvo que entregarla. Se resistía, a hacerlo, como se había resistido toda su vida a hacer lo que...