Roberth se movía con precaución, no tenía idea de a cuantos metros bajo tierra se encontraban en esos momentos, lo que sí sabía era que el ambiente era sofocante, que a pesar de llevar el equipo básico, sus pulmones luchaban por respirar.
_ ¿Estás seguro de que este es el camino correcto? - preguntó al hombre que los guiaba. Se trataba de un ex trabajador de la mina, el cual la conocía y al cual le habían pagado una gran cantidad de dinero para que los llevara hasta el lugar.
Todo había resultado muy sencillo, la gente de Lucas Salas se hallaba totalmente desprevenida cuando ellos llegaron.
Fueron sometidos con rapidez, gracias al factor sorpresa, todos creían que quien se presentaría sería Santiago Moran y no en ese momento, sino horas más tarde, lo cual había contribuido a que prácticamente no opusiera resistencia, sin embargo, eso había sucedido en el exterior de la mina, el problema era al interior, no sabían cuántos hombres custodiaban a Lidia, porque no sabía si esos hombres decían la verdad, pero si era cierto debían de estar unos cinco cuando menos.
El lugar era muy estrecho en algunos lugares, en donde solo cabían, si pasaban de uno por uno.
Lo acompañaban cuatro de sus hombres y el guía a quien habían colocado detrás de ellos, les serviría mejor si los fuera guiando por delante, pero Roberth estaba consciente de que ahí adentro había gente armada y si bien era cierto que no los esperaban aun, en cuanto los tuvieran a la vista probablemente dispararían y si querían salir con vida de ahí, necesitaban de alguien que los guiara.
El lugar se encontraba en ruinas y aunque no se hallaban a gran profundidad, las condiciones del lugar y del aire que respiraba no eran las adecuadas.
Roberth, que iba a la cabeza siguiendo las instrucciones del guía, estaba desesperado por encontrar a Lidia, Bruno que coordinaba las acciones desde afuera le había dado las indicaciones que Lucas Salas le había dado a Santiago seguro de que él iría a rescatarla en persona.
*****
Lidia se sentía débil y mareada, el lugar era sofocante, el aire que respiraba se sentía pesado y olía mal.Aún no lograba entender cómo es que había llegado a estar en esas condiciones, en el interior de una mina, atada de manos y custodiada por varios hombres cuyas solas miradas le causaban terror. Sabía que Nora había ideado todo eso, el entregarla a los enemigos de Santiago, y que había utilizado para ello a Sara, también sabía, que Sara estaba muerta, ella misma había visto como Nora le disparaba y que Nora también estaba muerta, se lo habían dicho cuando la trasladaban hacia otro lugar, sin embargo durante su traslado había habido un enfrentamiento con otros hombres, que era quienes la tenían ahora, cuando menos los otros la habían tratado bien y con consideraciones, pero estos eran unos patanes, la trataban mal, y sus conversaciones eran vulgares y soeces, y no se diga sus miradas llenas de lascivia. A pesar del cansancio que sentía, se obligaba a permanecer alerta, sentía que en cualquier momento iba a ser atacada por esos desalmados.
_ ¿Por qué no nos divertimos un rato? - dijo uno de los hombres acercándose a ella.
_ Si, ¿por qué no? - lo secundó otro acercándose también
_ Podríamos. - dijo un tercero. _pero el jefe lo prohibió
_ Nadie se va a dar cuenta. - dijo el primero, tomando su rostro con sus manos ásperas y sucias.
Ella se tensó en su lugar, pero no se atrevió a moverse.
_ Será mejor que se alejen de ella. - dijo de nuevo el hombre que al parecer era el jefe. _ No quiero problemas. Después de que esto pase, probablemente el jefe les permita tenerla. - dijo sabiendo que quizás no saldría viva de ese lugar.
_ ¿Cuál es la diferencia si lo hacemos ya? - insistió el otro hombre. - Santiago ni siquiera la alcanzará a ver. - se inclinó sobre ella para besarla.
Lidia se apartó asustada, de inmediato recibió una fuerte bofetada que la mando al suelo.
_ ¡Apártate de ella! - se escuchó la voz furiosa del jefe. Estaba apuntando con su arma al hombre que había levantado a Lidia para seguir con su intento de besarla.
_ ¡No seas idiota! - se volvió el hombre hacia él. _ ¿Qué ganas tú con esto? nadie te lo va a tomar en cuenta, de todas formas, la vamos a tener, ¿qué más da ahora que después? - intentó convencerlo.
_ Yo cumplo órdenes y el jefe dijo que mientras Santiago ande suelto nadie la toca. - se mantuvo firme.
_ Entonces tendrás que matarme. - dijo el otro hombre sacando su arma furioso y apuntándole a su jefe.
Todos miraron con sorpresa como ambos hombres se disparaban uno al otro y ambos fallaban en su intento.
Lidia quiso huir, pero solo alcanzó a dar unos cuantos pasos cuando sintió como el peso del hombre que la quería atacar la derribaba por el piso.
Escuchó más disparos, pero no quiso ver, estaba aterrada, sintió como el hombre encima de ella se tensaba y disparaba de nuevo, luego sintió como se desvanecía encima suyo.
Los disparos continuaban, ese hombre la estaba sofocado, escuchó gritos y órdenes, pero no entendía lo que decían, luego empezó a escuchar todo tan lejano, tan irreal.
*****
Roberth escucho dos disparos, supo que estaban demasiado cerca, todos se pusieron en alerta. El guía se quedó atrás por órdenes de él y los demás avanzaron con cautela, cuando el túnel por donde avanzaban se abrió en un espacio abierto, observó la escena, dos de los hombres estaban enfrentándose al parecer por Lidia, ella estaba intentando huir y mientras un hombre se abalanzaba sobre ella, él no perdió tiempo, dio la orden y empezó el enfrentamiento, asegurándose primero de neutralizar al tipo que estaba sobre ella de un certero disparo.Después de varios minutos que duró el enfrentamiento, Roberth corrió hacia donde yacía Lidia con el cuerpo de ese hombre sobre ella, con desesperación se dio cuenta de que estaba inconsciente, el peso del tipo la había sofocado.
Lidia sintió cuando sus pulmones volvieron a tomar aire, ya no sentía esa mole sobre ella, ahora unos brazos la rodeaban y esa voz... Era la voz de Roberth... Su Roberth... Había ido por ella, no lo podía creer.
Desesperada se hecho a sus brazos, las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, los sollozos se intensificaron, luego fluyeron sin control.
_ Todo va a estar bien cariño. - escucho su voz y sintió sus caricias en su pelo, en su rostro, le siguieron sus besos cubriendo su rostro, sus labios, ella le correspondió, se sentía bien, se sentía segura, se sentía en casa, a donde pertenecía.
Roberth la tomó entre sus brazos apartándola del caos, había muertos, había heridos, pero ninguno era de sus hombres.
En total había siete hombres al interior, tres habían perdido la vida, uno estaba herido, otro había salido ileso y otros dos que resultaron ser trabajadores de la mina también habían salido ilesos, ellos habían sido obligados a guiar a esa gente hasta ese lugar y eran retenidos ahí para poder salir después.
Luego de cerciorarse de que no había más gente y de que no había nada que hacer por los tres hombres muertos, Roberth ordenó la partida llevando al herido y enviando por delante a los dos trabajadores junto con el guía, y él hasta el final con dos de sus hombres.
*****
Santiago estaba intranquilo, había recibido la noticia de que Roberth tenía a Lidia y ya iban de regreso hacia el exterior de la mina. Todos estaban bien, pero algo le decía que no todo estaba bien.Habían capturado a Lucas Salas y a sus hombres, él no se había presentado aún ante él, quería que pensara que era él quien había acudido al rescate de Lidia, sin embargo, algo iba mal, a Lucas parecía no importarle que hubiese sido capturado, se hallaba demasiado sereno, demasiado confiado. Tenía que averiguar qué sucedía.
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CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceRoberth gritó desesperado. _ ¡Sálvala! - extendió el cuerpo inerte de la mujer que amaba. Los brazos del médico la tomaron y él con dolor de su corazón tuvo que entregarla. Se resistía, a hacerlo, como se había resistido toda su vida a hacer lo que...