CAPÍTULO 7 HERIDO

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Roberth sintió el dolor, se llevó una mano al lugar y luego la miro cubierta de sangre, le habían dado en un costado, por el momento la, adrenalina le hacía resistir y seguir en la lucha, miró como la familia, que estaba siendo atacada por cinco maleantes, se había replegado y se protegían a un lado de donde él y dos de sus hombres repelían la agresión.

No era su intensión meterse en líos, pero había visto el ataque a la familia y no podía dejarlos a su suerte, sobre todo porque había mujeres y niños y porque conocía lo que ese grupo de maleantes hacía, generalmente cuando atacaban a alguien para robarlo se deshacían de sus víctimas para no tener consecuencias más adelante, así que no podía permitirlo a pesar de la enorme desventaja en la que se encontraban.

Por fin después de unos minutos de tensión y de lucha los hombres se marcharon, sabían que aún con él herido no podrían ganarles, lo habían reconocido y si eran listos más les valía alejarse y esconderse, se habían metido con la persona equivocada, sabían que con él no se jugaba.

También Roberth y sus hombres se alejaron, escuchaban a las autoridades acercándose y no les convenía que los encontraran ahí, después de todo y aunque no habían atacado a la familia, ellos también eran prófugos.

_ Vamos a casa. - dijo él, con la respiración entrecortada.

_ No llegaremos - dijo uno de sus hombres. _necesitamos un médico.

_ No podemos arriesgarnos. - lo miró Roberth. _ estaré bien.

_ Yo conozco a alguien que nos puede ayudar. - tercio el otro hombre.

_ Estoy bien. - insistió Roberth _solo necesito descansar. - dijo casi desfallecido, no quería exponer a sus hombres, si llegaban a caer en manos de las autoridades lo único que les esperaba era la muerte, ni siquiera les darían la oportunidad de defenderse, ese era el destino para ellos.

_ Te estás desangrado. - ambos lo miraron con angustia.

_ Resistiré. - dijo con obstinación. Ellos no podían ir contra su voluntad, lo acomodaron sobre el piso y revisaron la herida. Como pudieron lograron contener la hemorragia, pero con el transcurso de las horas su estado empeoraba, se dieron cuenta de que tenía fiebre.

_ La bala sigue adentro. - dijo uno de ellos. _ necesitas un médico.

_ Yo sé de uno. - insistió el otro hombre. _si logramos llegar, seguro nos ayudará.

_ ¿Cómo sabes que no nos delatara? - interrogó el otro.

_ Tengo un amigo que es uno de sus asistentes, por lo que me ha contado, quizás se preste para ayudarlo, si no, mi amigo hará algo por él. No podemos dejarlo así, morirá.

El hombre tenía razón, sin pensarlo lo tomaron entre los dos, uno de cada lado y casi lo arrastraron, él con las pocas fuerzas que le quedaban empezó a caminar.

Su enorme fuerza de voluntad le hacía ponerse de pie una vez más, no era la primera vez, ni la última que se hallaba al borde de la muerte, pero era un luchador, no se dejaría vencer, menos ahora que por primera vez se vislumbraba un futuro prometedor, no solo para él, sino para todos y cada uno de sus hombres, sus amigos, no podía dejarse vencer, no ahora, no, porque se lo debía a ellos, así que no se resistió.

*****
Roberth iba y volvía de la inconsciencia a causa del dolor, se había negado a que le aplicarán algún sedante, el médico había accedido a atenderlo sin siquiera cuestionar nada, incluso le había sorprendido que lo tratara con amabilidad, el asistente, amigo de uno de sus hombres le había comentado que creía que ellos habían atacado a una familia que horas antes habían llegado a la clínica y que aún permanecían ahí.

Al enterarse de eso Roberth supo que tenían que marcharse, mandó llamar a sus hombres que acudieron de inmediato.

_ Vámonos. - dijo incorporándose con dificultad.

El médico lo detuvo.

_ No puede moverse, le acabo de extraer una bala, perdió mucha sangre y aún tiene fiebre, tiene que guardar reposo.

Roberth lo ignoró. Les indicó a sus hombres que lo ayudaran y se bajó de la canilla en la que momentos, antes había estado recostado.

En ese momento entró otro de los asistentes del médico, estaba asustado.

_ ¡Las autoridades vienen hacia acá! - dijo agitado. Todos sabían que si encontraban a esos hombres ahí, todos estarían en problemas.

Roberth intentó caminar, pero no tenía fuerzas.

_ No lograrás salir. - dijo el médico. _no van a llegar muy lejos.

Roberth supo que él tenía razón.

_ ¡Aléjense de aquí! - dijo a sus hombres soltándose de su agarre y recargándose en la pared.

Ellos dudaron, no querían dejarlo.

_ Nos quedaremos contigo.

_ ¿Es una orden! - gritó. _ ¡fuera de aquí!

_ ¡No te dejaremos!

_ ¡Van a llegar! ¡por favor váyanse! - suplicó el asistente que les había informado.

_ No puedo ir con ustedes. - dijo Roberth. _ nos darían alcance con facilidad, de nada sirve si morimos los tres, ahora ustedes son mis representantes ante el ingeniero encargado del complejo, si yo no regreso, el trato seguirá con ustedes, es mucha gente la que depende de esto, aún hay esperanza para todos ustedes, pero si nos atrapan a los tres nadie sabrá de nosotros y no habrá trato, ni futuro para los nuestros, ustedes se encargarán de que ese hombre cumpla su palabra, así que fuera, váyanse ya. - los apremió.

Ellos aún dudaron, pero luego les entró la razón, se despidieron y salieron con rapidez, no sin antes dejar un arma a su jefe.

De inmediato El médico y sus asistentes lo trasladaron a otra habitación, ahí se encontraban los miembros de la familia atacada, que miraron con sorpresa lo que sucedía.

Roberth supo lo que el médico intentaba, lo metería bajo una de las camas para cubrirlo.

_ ¿Ve esto? - señaló Roberth su arma.

El médico asintió. Suponiendo qué lo amenazaría.

_ Si me llegan a atrapar. - todos dirán que los amenacé de muerte. - dijo mirándolos a todos, sabiendo que esa versión podría librarlos de que los acusaran de cómplidad, luego se metió bajo la cama ante la mirada atónita de los presentes.

Roberth escuchaba todo lo que sucedía en el lugar, esos hombres hablaban con el médico a través de uno de sus asistentes que les traducía, así como se había comunicado con el también, aunque con él no hubiese sido necesario, hablaba perfectamente el inglés, aunque nadie lo supiese. A pesar de los años transcurridos jamás había olvidado su idioma natal, así como tampoco había olvidado a sus padres, ni la última charla que sostuvieron delante de él cuando pensaban que dormía. De haber entendido lo que decían en aquella ocasión, quizás hoy no se encontraría en esa situación, al menos no en un país desconocido.

El escuchar a los militares despedirse lo volvió a la realidad. Permaneció quieto por varios minutos más, hasta que el médico y sus asistentes lo ayudaron a salir de su escondite, el dolor era intenso, tanto que casi le hacía perder el sentido, pero estaba acostumbrado, sabía que pasaría.

Se sorprendió cuando el padre de familia se acercó a él y agradeció lo que había hecho por ellos, después le había dado un abrazo, intentando no lastimarlo.

Luego él se apartó y se dirigió tambaleante hacia la salida, sin embargo, se detuvo, se volvió hacia el médico, quien se acercó.

_ MI nombre es Roberth Hunter, algún día te pagaré esto. - dijo y se marchó.

No había avanzado mucho cuando sintió la presencia de alguien, no se asustó, conocía a su gente y sabía que a pesar de todo no lo abandonarían. Ellos solo se habían puesto a resguardo obedeciendo su orden, pero ahí estaban fieles a él, listos para socorrerlo y llevarlo con los suyos a recuperarse. 

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora