Santiago tomó asiento frente a Lidia. Esa misma mañana había mantenido una extensa conversación con Roberth, en base a eso, ahora estaba delante de Lidia, su cuñada. Todos pensarían que como su hermano había muerto, el ya no tenía nada que ver con ella, pero, aunque en algún tiempo, cuando su hermano aún vivía, él les había retirado su apoyo, ahora Lidia estaba sola y él no podía, ni quería desentenderse de ella, además, la lección se la había querido dar a su hermano y hermanas y ella había quedado en el medio.
Sabía, que Lidia se sentía culpable por la forma en la que Andres, su pequeño hijo había sido maltratado por su familia, en un principio pensó que ella también había participado, pero después supo, por su sobrino Nicolás, que Lidia era la única que lo había ayudado a mantenerlo alejado de los demás y así minimizar el ataque.
Él había intentado hacerle saber que su enojo no era contra ella y que no tenía por qué sentirse culpable, pero no lo había conseguido por entero.
Ella seguía retrayéndose cada vez que estaba frente a él.
Esperaba que con esta charla todo quedara de verdad en el pasado.
_ Te preguntarás el motivo de mi presencia en este lugar. - miró como se frotaba las manos con nerviosismo.
_ Si. - asintió.
_ Primero que nada - dijo con voz calmada. _ quiero decirte una vez más, que lo que sucedió con mi hijo ya quedó atrás, quizás no pudiste hacer todo lo que hubieras querido por él, pero hiciste lo que estaba en tus manos. En ese entonces yo no sabía de lo que era capaz mi madre, pero ahora lo sé y tú te arriesgaste mucho, y créeme te lo agradezco de corazón.
Lidia lo miró sorprendida, nunca se esperó esto de él, siempre pensó que la odiaba y por lo tanto no esperaba este acercamiento, pensó que los intentos de acortar distancia entre ella y la familia de él, eran meras formalidades, era porque su hermana Laura se había casado con Damián su hermano menor y ahora venían a ser familia, pero si era realista ella seguía en la misma situación, muerto Alfonso ella quedaba fuera, ya no era nada de ellos.
_ Se lo que estás pensando. - dijo como si le leyera la mente. _ te lo dije en la boda de nuestros hermanos y te lo digo ahora, no porque Alfonso este muerto, dejas de ser de nuestra familia, lo que me lleva a lo que en realidad he venido. Sé que Roberth está interesado en ti.
Ella palideció seguramente le prohibiría esa relación y ella, aunque no había dado el sí definitivo, no estaba segura de sí acataría sus deseos.
_ Sé que es muy pronto. - dijo con nerviosismo. _él me ha pedido que sea su prometida.
_ Lidia. - la miró serio. _ perdona que te interrumpa, pero necesito que me digas que es lo que tú sientes, ¿crees que Roberth tenga alguna posibilidad contigo.
_ No lo sé. - dijo con sinceridad. _apenas lo conozco y Alfonso acaba de morir...
_ Alfonso era mi hermano. - la miró comprensivo. _él no me quería, pero yo a él sí, tenía muchos defectos, pero por sobre todos ellos te quería, su amor fue sincero, y sé que el tuyo hacia él también lo fue, y yo, siendo su hermano te pido que lo dejes atrás. Que si es muy pronto, que si no lo es, a nadie le debe importar, lo que importa, son tus sentimientos, si tú crees que Roberth te puede hacer feliz, adelante. Él es mi amigo, lo aprecio y es buena persona, pero eso no es suficiente a menos de que tú lo quieras como creo que él te quiere a ti.
Ella lo escuchaba con incredulidad, jamás se imaginó que Santiago Moran, el hombre todo poderoso, el hombre que alguna vez había sido su cuñado, el más grande jefe del crimen organizado, aunque ahora solo lo fuera de nombre porque el poder lo seguía teniendo, estuviera ahí delante de ella, diciéndole que no tenía nada contra ella y que se preocupaba por su vida, por su estabilidad, le decía que olvidara a su hermano y prácticamente le daba su bendición para que rehiciera su vida con Roberth, en lugar de estar molesto con ella.
Las lágrimas asomaron a sus hermosos ojos.
El tomo sus manos entre las suyas.
_ Lidia. - dijo con sinceridad. _ de verdad te aprecio, tú fuiste lo único bueno que tuvo mi hermano, te doy las gracias por haberlo hecho feliz hasta sus últimos días, pero ahora quiero que tú seas feliz, si no es con Roberth, entonces con alguien más, no quiero que te cierres al amor.
Ella no pudo contener más el llanto, él se acercó más y la abrazo, permanecieron así por largo rato hasta que ella se desahogó.
_ Gracias. - dijo con voz quebrantada. _ no merezco esto y no merezco a Roberth, pero siento que lo quiero. - bajo la mirada apenada.
_ Eso es lo que quería escuchar. - sonrió abrazándola de nuevo. _quiero verte feliz, quiero que sonrías de nuevo. - la miró a los ojos. _ fuiste parte de mi familia y siempre lo serás, aunque te cases con alguien más. - dijo tomando de nuevo sus manos entre las suyas. _ quiero que siempre tengas eso presente. Lo que me lleva al siguiente tema que quiero tratar contigo. - la invitó a tomar asiento. Él se sentó frente a ella.
_ Antes de que tomes cualquier decisión. - dijo. _ quiero que estés bien consciente de lo que conlleva el unirte a Roberth, el negocio que el maneja lo hace blanco de incontables enemigos, ya habrás notado el despliegue de seguridad que siempre tiene a su alrededor y alrededor de la gente importante para él.
Ella asintió, lo sabía, ella misma no podía salir si no era custodiada por cuando menos dos guardaespaldas.
_ Bien. - continuo Santiago. _ sabiendo eso, la decisión es tuya, solo quiero que estés consciente de donde y con quien te metes. Sé que, a pesar de todo, con nadie podías estar mejor y más segura que con él.
Y no mentía, era verdad que al entrar a formar parte del mundo de Roberth, su vida se complicaba porque ella venía a ser el talón de Aquiles de él y sus enemigos pondrían su atención en ella, pero también era cierto y no se lo diría, que su vida ya estaba complicada por el solo hecho de haber sido parte de su familia, de la familia Moran y que con los últimos acontecimientos en donde Alfonso y la mayor parte de su familia muriera, ella había quedado en la mira de varios grupos que deseaban hacerle daño a él, por lo tanto su unión con Roberth lo colocaba también a él en la mira de esos grupos que darían cualquier cosa por arrebatarle el poder a Santiago.
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CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomansaRoberth gritó desesperado. _ ¡Sálvala! - extendió el cuerpo inerte de la mujer que amaba. Los brazos del médico la tomaron y él con dolor de su corazón tuvo que entregarla. Se resistía, a hacerlo, como se había resistido toda su vida a hacer lo que...