CAPÍTULO 42 TRAMPA

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_ Sara ¿qué sucede? - entró Julia a la pequeña oficina que ocupaba.

Su escritorio, lucia desordenado y algunas cosas estaban esparcidas por el suelo.

_ ¡Esa maldita zorra! - gritó furiosa. _ sé que no está capacitada para estar aquí, sin embargo, me entrega bien todo lo que le pido, pero eso no es todo, vengo de la oficina del Doctor Hamilton y él personalmente me ordenó no molestar a esa bruja, le asignaron una secretaria para que ella haga todo el papeleo que sea necesario y esa maldita solo se dedique a hablar por teléfono.

_ No sé porque te quejas. - la miró con reproche. _ yo fui muy específica contigo de cuáles eran sus funciones.

_ ¡No estoy de acuerdo! - gritó. _ todos somos iguales, ¿por qué ella tiene secretaria y yo no que soy su supervisora?

_ De lo que se trata aquí es de ayudar a la gente. - dijo conciliadora. _ y nuestro trabajo, es conseguir donadores, ella fue contratada para eso y si la tratan de manera diferente es asunto de los jefes, a ti y a los demás nos contrataron en ciertos términos y si cumplen con ellos dándonos lo que nos prometieron, no tenemos por qué meternos en los asuntos de los demás, cada quien firmó su propio contrato.

_ No... No... No... Y no... - gritó. _ no lo acepto y menos después de lo que vi.

Ella la miró interrogante.

_ Esa mujerzuela se le está metiendo entre los ojos a mi Roberth, él también estaba ahí y me ignoró por estar con ella, no le quitaba la mirada de encima.

_ Sara, estás exagerando. Tranquilízate, seguro es su amiga como lo es del Doctor Hamilton.

_ ¡Claro que no! - la miró furiosa. _ pero sobre mi cadáver esa se queda con él.

*****
Lidia miró con nerviosismo como el auto en el que viajaban abandonaba la ciudad, intentó no ponerse nerviosa, pero le fue imposible luego de ver que después de varias horas de camino no se detenían y no llegaban a ningún lugar en específico, por el contrario, se encontraban tan lejos que empezó a ver como el paisaje cambiaba, asustada se dio cuenta de que se estaban internado en la sierra.

_ No me informaste que el lugar era tan lejos. - miró a Sara que iba tranquilamente a su lado. _ ¿Estas, segura de que ese hombre que va a donar está ahí?

_ ¿Desconfías de mí? - la miró con displicencia. _ claro que estoy segura, la que debería estar molesta soy yo, con eso de que ahora todos los que donan quieren que tú los atiendas, esta persona nos dijo que conocía a tu familia y por eso quería hacer una donación muy fuerte, su única condición es que vayamos a recoger el cheque personalmente y como no puedo mandarte sola, te tengo que acompañar yo.

Lidia no dijo más, no confiaba en ella, pero tenía que creerle, le parecía raro que ese hombre no hiciera una simple transferencia, aunque sabiendo de dónde provenía, no sería raro, seguramente era dinero mal habido, si era así ya vería la forma de rechazarlo con diplomacia, ahora lo que le preocupaba, era que no regresaría antes de su hora de salida y Roberth se preocuparía y para colmo no había señal para poder contactar con él.

Miró una vez más a Sara, se veía muy tranquila, no entendía su repentina preocupación por ella y su insistencia por acompañarla, esa mujer se había empeñado en hacerle la vida imposible y ella no sabía ni por qué.

*****
Román Sánchez se volvió hacia su amigo y segundo al mando Javier Hernández.

_ ¿Todo listo? - interrogó.

_ Sí, es cuestión de tiempo para que esa mujer, Sara esté aquí, trayendo consigo tu "encargo"

_ ¿Estas consciente de que tu amiguita no saldrá de aquí con vida? - lo miró expectante. Se refería a Nora una mujer que había salido de la nada ofreciéndoles entregar a Lidia a cambio de una buena suma de dinero.

_ Lo sé y no me interesa. - dijo Javier con gesto despectivo. _ mujeres como esa, solo sirven para un rato, la gente que traiciona a tú enemigo también te traicionará a ti.

Román sonrió, se alegraba de que lo que Javier sentía por esa mujer fuera solo un encaprichamiento, no deseaba que ninguna fulana le volará la cabeza y lo distrajera de sus planes.

El que ella les ofreciera, semejante trato era un tremendo golpe de suerte, llevaba años luchando contra Santiago Moran, por desgracia hasta el momento no había nadie que hubiese podido vencerlo.

A estas, alturas, él ya no buscaba vencerlo, deseaba con desesperación el poder contar con su apoyo, más concretamente con su protección, algo que Santiago jamás le daría a menos de que tuviera algo con que obligarlo a hacerlo y ese algo era su cuñada Lidia.

Sabía que una vez logrando que el aceptara el trato, fuera voluntario u obligado, el cumpliría con él, porque era un hombre de palabra.

Así que Lidia, era su única oportunidad de lograr que él, cuando menos le prestara atención, lo demás se daría solo, y esperaba de corazón que su plan funcionara, porque de no hacerlo lo único que le esperaba, era la muerte, nadie podía, desafiar de esa, forma a Santiago Moran y no pagar por ello, a menos de que tuviera su aprobación.

Por mucho tiempo había, estado buscando la oportunidad de llegar hasta él, como muchos más, sin embargo a él la oportunidad le había llegado sola, no sabía ni le importaba saber por qué esa mujer... Nora, odiaba tanto a Lidia, tanto que la iba a entregar en sus manos.

*****
Nora se removió en la cama y se estiró con pereza, ese era su gran día, si no se equivocaba y si todo salía bien, la tonta supervisora de Lidia la traía en camino, ninguna se imaginaba lo que les esperaba, sabía que ninguna de las dos saldría de ahí con vida, pero no le importaba, su único objetivo era que Roberth quedara libre de esa mugrosa. Cuando la buscara y no la encontrara ella estaría para él, para consolarlo.

Todo había resultado tan fácil. La información que había leído de Lidia en el informe que Roberth tenía de ella le había servido para contactar a gente interesada en ella, luego de contactar a Javier y a través de él a Román, que era el verdadero líder y de ofrecerles poner a Lidia en sus manos, se había dedicado a investigar en el lugar de trabajo de ella, sabía que siempre había enemistades entre unos empleados y otros y Lidia no era diferente a los demás, con facilidad identifico a quien tenía problemas con ella, una tal Sara, la buscó y la convenció de aliarse para alejarla de Roberth, claro que Sara pensaba que sólo la apartarían de su lado y la mantendrían lejos, no sabía que sus días estaban contados y mucho menos sospechaba que los de ella también, Javier le había advertido de que no podían dejar testigos, y ella había estado de acuerdo, después de todo apenas si la conocía.

Pero aún si la conociera, no le importaba nada ni nadie, Lidia no podía salirse con la suya, por su culpa se había quedado sin Roberth y sin empleo, no sabía con quién se había metido, a Roberth lo perdonaba porque lo quería para ella, pero a esa... A esa le iba a pesar haberse atravesado en su camino. No sabía de lo que ella era capaz.

Para lograr su objetivo había ido a meterse con gente del crimen organizado, sabía, que era atractiva y sofisticada, lograría lo que se propusiera y no se equivocó. En cuanto se entrevistó con Javier, éste empezó a cortejarla y no se hizo del rogar.
Sin embargo, demasiado tarde se dio cuenta, de que él no era el jefe, sino Román Sánchez, de haberlo sabido hubiera jugado mejor sus cartas, no era lo mismo ser la mujer del jefe que ser la mujer del segundo, sin embargo, aun así estaba bien, había logrado llegar a Román a través de Javier y por consiguiente estaba logrando su objetivo, cuando esa mujer fuera eliminada, ella se largaría y todo volvería a ser como antes, no le importaba dejar a Javier, seguramente se enojaría, pero que más daba, ellos serían muy importantes y temidos ahí en la Sierra, pero en la ciudad no eran nada y entre las miles y miles de personas jamás darían con ella.

Sonrió satisfecha. Todo saldría perfecto.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora