CAPÍTULO 25 ANTAGONISMO

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Nora miró con fastidio a esa mujer, era muy hermosa y no pasó desapercibida la mirada que Roberth le hecho.

Ella había entrado a la oficina de su casa sin llamar a la puerta y la reacción de él le llamó la atención, era muy estricto y no soportaba que lo interrumpieran mientras trabajaba, ya en varias ocasiones había presenciado la reprimenda a sus empleados por saltarse alguna norma, sin embargo, a ella se lo había permitido, incluso le había dedicado una leve sonrisa cuando le dijo que en un momento irían a cenar que era a lo que había entrado ella, a anunciar que la cena estaba lista.

_ Lo veo y no lo puedo creer. - dijo cuándo Lidia hubo salido del despacho.

_ ¿Que? - interrogó él.

_ Que la servidumbre tenga esa confianza de entrar y salir de tu despacho como si nada.

_ Creo que debemos aclarar varias cosas - dijo él con exasperación. _ ella no es personal de la servidumbre, no es como los demás... si llamó a la puerta, pero tú no escuchaste. - dijo, y era verdad, no pudo dejar de sentir esa sensación extraña en su cuerpo al recordar, ella, siempre llamaba a su puerta, pero lo hacía tan bajito que él apenas si alcanzaba a escuchar, sin embargo, sabía a la hora en que lo buscaría y siempre estaba a la expectativa esperando, de lo contrario estaba seguro de que jamás escucharía su llamado. Incluso su cuerpo reaccionaba porque sabía que estaba cerca y que la vería por un momento, anticipándose. Como ahora mismo, era una sensación tan agradable que a veces se sorprendía anhelando esos momentos. _ y por último. - dijo. _ no tengo porque darte explicaciones de lo que suceda en mi casa.

Ella lo miró molesta, hacía años que era su asistente y estaba acostumbrada a ir y venir como si fuera la dueña de la casa, incluso daba órdenes a la servidumbre y ellos obedecían, claro, el ni se enteraba la mayoría de las veces, porque cuando él estaba presente se contenía y procuraba no mostrar la cara que daba a los demás, ya fuera en la casa o en la oficina, a decir verdad, todos daban por hecho que ella era su prometida debido a las atribuciones que se tomaba y que él le permitía.

_ Solo fue una observación. - se acercó a él melosa. - no te enfades conmigo.

_ No me enfado. - se apartó de ella. _ la cena esta lista. ¡Vamos! - la invitó a salir, abriendo la puerta del despacho.

Una vez en el comedor, Nora contuvo su rabia al ver como Roberth le pedía a Lidia que tomara asiento junto con ellos. Era la primera vez que cenaba en la casa desde que ella había llegado ahí.

_ Veo que te has vuelto muy condescendiente con el servicio. - dijo mirando despectivamente a Lidia.

_ Entonces debería de verme en la necesidad de pedirte a ti también que abandones mi mesa. - la miró retador. _ ella es mi empleada, así como tú.

Nora palideció ante su respuesta.

_ No deberías comparar. - dijo con una risita nerviosa, tratando de quitarle importancia al asunto. _ yo soy una ejecutiva.

_ Para el caso da lo misma. - dijo él sin inmutarse. _ambas son mis empleadas y para mí no hay diferencia.

_ Roberth. - protesto Nora.

_ Será mejor que me retire. - hizo el intento de levantarse Lidia.

_ De ninguna manera. - se apresuró Roberth a detenerla posando su mano sobre la de ella que estaba apoyada sobre la mesa.

Ambos sintieron una corriente eléctrica surcar por su cuerpo.

Ella retiró de inmediato su mano.

_ En todo caso si tu presencia le molesta a Nora, la que tendría que retirarse sería ella. - la miró desafiante.

_ Por supuesto que no me molesta. - le dirigió una sonrisa falsa a Roberth. _ solo fue un comentario inocente.

_ No me agradan tus comentarios inocentes. - dijo serio.

_ Por favor olvidemos esto. - insistió. No podía permitir que él se molestara con ella, estaba tan cerca de llegar a él, de conquistar su corazón, que una insignificante empleada no iba a ser una piedra de tropiezo. No para ella. Si tenía, que fingir, lo haría. _ si te ofendí te pido disculpas. - se volvió hacia Lidia.

_ No hay necesidad. - dijo ella.

_ Entonces todo en paz. - se reacomodo satisfecha en su lugar. No pensaba marcharse, jamás le cedería su lugar a nadie, él era suyo y pelearía por él.

Roberth miró a las dos mujeres a  su lado, sin dudarlo sabía a quién prefería, en ese momento lamentaba haber dejado que Nora se tomara tantas libertades, tanto en su trabajo, como en su vida personal, pero antes de Lidia no le importaba, sin embargo, ahora sí, y veía que se había equivocado. Esperaba poder corregir eso sin mayores problemas.

Lidia se sentía demasiado incomoda ante esa mujer, en la casa, se comentaba que ella era la prometida de Roberth, y probablemente lo fuera, porque se tomaba demasiadas atribuciones, sobre todo cuando él no se encontraba en casa. En más de una ocasión, había pasado la noche ahí, aunque no sabía si al lado de él o en su propia recamara. De cualquier forma, a ella no le caía bien y no le daba confianza y menos ahora que le había, declarado abiertamente la guerra.

Lidia sabía que de ninguna forma podría competir contra ella, Nora era hermosa, sofisticada, preparada, en cambio ella, tenía los estudios mínimos. Pensó que nunca necesitaría más, y aunque hubiese deseado tener más preparación, en el entorno en el que vivía, generalmente la mujer no estudiaba, su misión era casarse, atender a su esposo y a sus hijos y ayudar en las labores del campo si la familia era pobre, si tenían recursos era lo mismo, solo que en lugar de trabajar se dedicaba a gastar lo que su esposo le daba.

Así que ahí estaba ella, sin preparación, sin posibilidades de tener algo mejor que un empleo de sirvienta, con un jefe millonario que se empeñaba en incluirla en su vida diaria como si ella fuera su igual.

No pudo dejar de mirarlo, él le devolvió la mirada con una sonrisa.

Su corazón traicionero se aceleró de inmediato, ese simple gesto había hecho que ella se sintiera segura y se propuso disfrutar de la cena a pesar de esa mujer que estaba a su lado.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora