EPÍLOGO I

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Roberth miró a Lidia a la distancia. Se veía feliz, se veía radiante, se veía diferente.

Los últimos tres meses la había estado observando, no era la misma de siempre y él intuía la razón, sin embargo, no se lo diría, dejaría que ella misma se diera cuenta.

Esa mañana había llegado temprano.

_ Es hermosa. - escuchó la voz de Consuelo que se había acercado a él.

_ Si lo es. - dijo él sonriendo. _ y más en su estado.

_ ¿Lo sabes? - lo miró con sorpresa.

_ Creo que la única que no lo sabe es ella. - dijo divertido. _ pero eso lo vamos a, solucionar. No sé si te dijo que tenemos cita dentro de una semana con el médico.

_ ¿Con que pretexto la llevarás? - interrogó

_ Le he dicho que cambiamos de Compañía de seguros y que necesitan hacernos una evaluación a ambos para abrirnos el nuevo expediente.

_ ¿Y cuándo se entere de la verdad que vas a hacer?

_ Para entonces va a estar tan feliz, que lo demás no tendrá importancia. - dijo con seguridad.

Y tenía razón. Una semana más  tarde ambos esperaban a que llegaran los resultados de los análisis. en el consultorio del médico que Justin le había recomendado,

_ ¿Señor y Señora Hunter? - dijo el médico tomando el documento que la enfermera le extendía. _ los resultados están aquí. - los miró con una sonrisa.

Ambos lo miraron expectantes. Roberth tomó la mano de Lidia entre las suyas. Estaba seguro de saber lo que el médico diría.

_ Serán ustedes padres. - dijo.

Lidia lo miró desconcertada. Creyó no haber escuchado bien.

_ ¡Disculpe...! ¿Qué dijo? - lo miró ella sorprendida.

_ Su prueba de embarazo resultó positiva. - dijo el médico. _ serán ustedes padres.

Lidia lo miró como si estuviera loco, ella no podía tener hijos.

_ Debe de haberse equivocado. - dijo con los ojos cristalizado, ese tema siempre la alteraba, Y ese médico le estaba diciendo que estaba embarazada, cuando era imposible, esa equivocación solo la lastimaba más, miró a Roberth esperaba que él explotara contra el médico por su impertinencia, pero sólo sonreía, su rostro resplandecía de felicidad, lo que la ponía a ella en una posición más delicada, él siempre había dicho que no le importaba que ella no le pudiera dar un hijo y ella aunque sabía que eso era difícil de creer, había optado por creerle, pero ahora... Después de ver su expresión... ¿Cómo soportar ver su decepción cuando las cosas se aclararan?, ¿cuándo el médico reconociera que esos no eran sus resultados, si no los de alguien más?

_ No es ninguna equivocación. - se mantuvo él firme. _estos son sus resultados y según ellos usted va a tener un bebé. - dijo sin perder su sonrisa.

Roberth miró a su esposa, entendía lo que estaba pasando, consternado miró su cara de confusión, sus ojos cristalizados sabía que pensaba que eso era una equivocación, pero él estaba seguro, ella no lo sabía pero la conocía más de lo que ella misma se conocía a sí misma y se había dado cuenta de que su período no había llegado desde hacía tres meses, seguramente ella no le había dado importancia porque era irregular, pero él la había estado observando y aunque no tuviera los síntomas normales de una mujer embarazada, se veía diferente, su mirada era diferente, su cuerpo era diferente, incluso Consuelo veía lo mismo que él y ella era mujer, ella sabía de eso. Así que estaba seguro, no podía haber equivocación, la única explicación era que Alfonso hubiese estado equivocado o le hubiera mentido a ella, siendo él quien no podía tener hijos y en cierto modo lo entendía, siendo él quien era, sería catastrófico que no pudiera tener un heredero, su hombría sería puesta en entredicho y por lo tanto su reputación de líder, de hombre rudo.

_ Los resultados no mienten cariño, la había acercado a él, cuando ella intentó alejarse.

_ ¡Es que no lo puedo creer! - dijo con lágrimas en los ojos. _ ¡toda mi vida pensé que no podía concebir!

_ Ya vez que no es así. - la abrazó. _seguramente Alfonso te mintió y quien no podía era él.

Ella se dejó envolver en ese abrazo protector, tenía sentimientos encontrados, ahora todos creerían que Alfonso le había mentido, pero ella sabía que él verdaderamente creía que ella era la responsable y a pesar de ello la había aceptado así, recordaba la cantidad de veces en las que había llegado a su lado abatido por la presión que su madre o sus conocidos le hacían para que la dejara o cuando menos se consiguiera a otra mujer que sí pudiera darle hijos, pero él se había mantenido firme y la había defendido, también recordaba la cantidad de veces en las que la había consolado cundo ella se sentía devastada o la cantidad de veces en que le había pedido que no lo dejara, cuando ella quería facilitarle las cosas y dejarle el camino libre para que buscará a alguien que lo convirtiera en padre. Sin embargo, no lo iba a defender, no lo haría por no enfrascarse en una discusión sin sentido y no lo haría por respeto a Roberth, no tenía caso, Alfonso ya no formaba parte de su vida y Roberth sí. Ella sabía la verdad y eso le bastaba. Y su otro sentimiento era de felicidad, si eso era verdad, si de verdad esperaba un hijo, era maravilloso, era algo que ya había dado por hecho que no sucedería y ahora le estaban diciendo que era posible y no sólo eso, si no que estaba sucediendo, ya llevaba en su vientre a su bebé, al bebé suyo y de Roberth, el hombre al que amaba con toda su alma. Fue inevitable que el llanto no aflorara, era de liberación, de alegría y él como siempre estaba ahí para consolarla, para apoyarla, para sostenerla.

Roberth la sintió estremecerse. El médico y la enfermera habían salido con discreción para, darles su espacio.

_ Mi amor. - dijo él sin dejar de abrazarla. _ esto es maravilloso. Es algo que al igual que tú, ya no esperaba, pero saber que vamos a ser padres me alegra tanto. - besó su cabeza. Luego la apartó para mirarla a los ojos.

Ella se perdió en esa mirada, lo amaba, sabía lo que ser padre significaba para él, él había crecido sin los suyos, anhelando tenerlos a su lado, seguramente esperando ser padre también, para darles a sus hijos todo ese amor que él no recibió y que su corazón guardaba rebosante, sin embargo, a pesar de desearlo tanto, se había resignado a no tenerlos, renunciando a su paternidad por amor y por respeto a ella.

_ Gracias. - lo miró ella con su rostro resplandeciente. _ gracias por la felicidad que me has dado durante todo este tiempo, y por apoyarme y quererme tal como soy, sin intentar cambiarme y sobre todo por aceptar el hecho de que no podía darte hijos y aun así me conservaste a tu lado. - se abrazó de nuevo a él. Las lágrimas no dejaban de fluir.

_ ¡Tú eres mi vida! - dijo él besándola con ternura. _sin ti nada tiene sentido, aún un hijo, si tú no eres la madre, creo que no sería lo mismo.

Ambos permanecieron abrazados por varios minutos, no podían creer lo afortunados que eran, ella tenía al hombre perfecto, tierno, valiente, comprometido con ella, estaba segura, de que sería un excelente padre y la amaba con todo su corazón. Él tenía a la mujer que nunca imaginó, no sólo hermosa por dentro, sino que físicamente era una belleza y ahora a pesar de todo pronóstico le daría la dicha de ser padre, le daría la oportunidad de darle a un hijo todo el amor, toda la atención, todo el cariño de que era capaz y del que él había carecido, por fin podría entender a sus padres comprobando si ellos tenían razón y el amor solo alcanzaba para su pareja o él tenía razón y se podía amar tanto a un hijo como a su esposa. Pronto lo sabría, pero independientemente del resultado. En el fondo lo sabía. Un hijo era preciado y por ningún motivo haría algo que lo pudiera en riesgo.

NOTA:
Como siempre me sucede, también en esta ocación no me completé con un capítulo para el epílogo, así que los espero el día de mañana, en el siguiente capitulo para terminar.
Gracias por su paciencia.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora