CAPÍTULO 9 LIDIA

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Roberth miró a aquella hermosa mujer una vez más. Estaban en medio del proceso de un rescate, su hermana había sido secuestrada, ella era cuñada de Santiago Moran uno de los más importantes líderes del crimen organizado, y de su hermano Damián, éste último era quien había solicitado sus servicios a través de Gustavo, quien era amigo de Santiago. Era la segunda ocasión que la veía ahí, en el departamento de Damián, que se había convertido en su centro de operaciones, y aún con su palidez y su rostro preocupado, le pareció la mujer más hermosa del mundo.

Lo malo era que estaba casada, su esposo era Alfonso, hermano de Damián y Santiago Moran, un delincuente tratando de subir peldaños en el mundo del crimen organizado, un hombre que odiaba a sus propios hermanos hasta la muerte. Se preguntó una vez más si ella sabría quién era su marido y si lo amaba aun sabiéndolo.

La miró de nuevo, le era difícil no hacerlo, era la primera vez que alguien lo sacudía de esa manera, siempre había sido muy selectivo al momento de estar con una mujer, no lo hacía con cualquiera, aunque en realidad hasta la fecha nadie había sido realmente especial para él, nunca nadie le había hecho sentir lo que sentía con ella tan solo con tenerla cerca. Y si era sincero desde que estaba en ese país hacía ya varios años, solo había tenido un par de relaciónes, las cuales no habían durado mucho tiempo.

*****
Lidia había sido llamada por Damián, quien le estaba ayudando a localizar a su hermana Laura, había hablado con él y ahora se encontraba sentada en un sillón, esperando a que los secuestradores dieran señales de vida, la angustia la estaba matando, aun así pudo darse cuenta de la presencia de aquel hombre que no dejaba de mirarla, era muy atractivo, se había mostrado muy atento con ella y muy profesional, sin embargo la inquietaba su insistente mirada. Se reprendió a sí misma, no podía estar pensando cosas, menos en estos momentos y menos estando casada, bajo la vista y se perdió en sus pensamientos desentendiéndose de la gente que estaba a su alrededor.

Recordó la forma en que había llegado a parar hasta ese punto de su vida.

Ella y sus dos hermanas, Karina y Laura habían nacido y crecido en la sierra, su padre formaba parte de un grupo del crimen organizado, quien, cuando vio la posibilidad de aliarse con uno de los más grandes jefes del crimen organizado de esa región, no lo pensó dos veces y le impuso casarse con uno de los hijos de ese hombre, ella no lo conocía más que de oídas y en contadas ocasiones había logrado verlo de lejos, pero tenía muy mala fama, sobre todo de mujeriego y prepotente, ella estaba aterrada, no deseaba casarse, menos con un hombre que no conocía y sobre todo que tenía tal reputación. Sin embargo, no podía negarse, su padre era un hombre duro y sin sentimientos, no le importaba lo que su hija sintiera o pensara.

Recordó como en su noche de bodas Alfonso su esposo, entró a la habitación ahogado de borracho, seguramente tampoco deseaba esa unión, su padre también se la había impuesto y él había aceptado para complacerlo, se decía que nunca podía dar gusto a su padre porque éste tenía predilección por Santiago su hijo mayor y ésta era la oportunidad perfecta para complacerlo, así que lo entendía un poco.

Recordó cómo se acercó tambaleante, con la mirada perdida, apenas si podía sostenerse de lo borracho que estaba, de pronto posó sus ojos en ella, la miró de arriba a abajo, extendió su mano grande y fuerte acariciando su rostro, luego de angustiosos segundos bajó su mano, dio la media vuelta y salió.

Ella se había quedado estática, espantada de que ese hombre totalmente alcoholizado le hiciera daño, pero él se marchó y su reacción fue echarse a llorar, debería de estar feliz de que la dejara en paz pero estaba horrorizada, eso significaba que no había llenado sus expectativas, que ella no era digna de él y la rechazaría, quizás pediría el divorcio o incluso se desharía de ella para quedar libre y no enojar a su padre, después de todo en ese mundo en el que se movían, un mundo en el que la mayoría de los hombres no tenían alma, ni sentimientos, el ser asesinos era lo más común, era su naturaleza.

Recordó que por una semana no lo vio aparecer, nadie le decía nada y ella no se atrevía a preguntar.

La casa a donde la había llevado era hermosa y espaciosa, eran gente con dinero y poder. Su suegra una mujer elegante, altiva y orgullosa de inmediato la aleccionó, <<su hijo>> le había dicho, <<era un hombre importante, así que ella debía comportarse y estar a su altura, tenía que ser obediente y sumisa, y por ningún motivo reclamarle si él tenía sus amoríos por ahí, ya debería saber que eso era natural entre los hombres>>

Ella había escuchado y aceptado, pronto se dio cuenta que, quien mandaba ahí cuando su esposo no estaba, era esa mujer, todos le temían y obedecían, incluyendo sus hijos.

Recordó que después de eso se integró a la familia, conoció a los hermanos y hermanas de Alfonso, Santiago era el mayor de los hombres, luego le seguía él, después Damián, además de contar con dos hermanas más, ellas ya estaban casadas, años después lo haría Santiago.

Recordó, que después de esa primer semana Alfonso regresó, era de noche, no dijo nada, solo la tomó de la mano, la condujo a la recamara, acaricio su rostro con devoción y consumaron su matrimonio, él había sido paciente con ella, incluso había actuado con ternura, lo que la sorprendió, no esperaba que fuera así, siempre se veía tan fiero, tan intimidante, todo mundo le temía, sin embargo, con ella había sido otra persona.

Esa misma mañana en que habían amanecido juntos, él había hablado con ella, le había dicho que ése había sido un matrimonio arreglado, en donde no existía el amor, sin embargo, tomando en cuenta que tenían que permanecer casados, le proponía intentar llevar las cosas bien, y lo hicieron, ambos se esforzaron y terminaron enamorados uno del otro.

Años después le confesaría que, en su noche de bodas, se había sentido intimidado con su hermosura, con su inocencia, nunca había estado con una mujer como ella, y había temido lastimarla por el estado en el que, en esos momentos se encontraba, además de que no sabía tratar a las mujeres con delicadeza, su naturaleza era ruda y hosca.

También le había confesado que desde el momento en que la había visto había caído rendido a sus pies.

Ahora con el transcurrir de los, años seguían juntos, ella no era tonta ni ciega, sabía a lo que él se dedicaba, era lo que había aprendido desde su infancia y era el ambiente en donde le había tocado vivir, en realidad no había tenido elección, así como ella tampoco la había tenido al nacer y crecer dentro de otra familia como la de él, ni la había tenido cuando la obligaron a casarse con él, el hecho era que a Alfonso le gustaba esa vida, incluso la buscaba y anhelaba algún día convertirse en lo que su padre había sido y vivía enojado con Santiago su hermano porque a diferencia de él, y a pesar de que Santiago había heredado no sólo las posesiones de su padre sino también su posición en la organización que dirigía, ahora él era el jefe y menospreciaba esa vida, menospreciaba ese puesto y menospreciaba a esos hombres que su padre había dejado bajo su mando, en cambio él anhelaba estar en su lugar, anhelaba convertirse en el jefe y tener todo ese poder y esa riqueza.

Ese odio había intentado transmitírselo a ella, no lo había logrado, aunque ella le hacía creer que sí.

Incluso esa enemistad entre hermanos la había puesto en una difícil situación, no sólo a ella, también a él y a sus cuñadas junto con sus familias y su suegra.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora