Aquí les dejo. Minimaratón 2 de 2. Que la disfruten.
CAPITULO 37
Roberth miraba incrédulo como Nora llegaba a su casa furiosa y haciendo alboroto.
_ ¿En dónde está esa sirvienta? - gritó ante la exasperación de Roberth. Esa mañana se había presentado en su oficina, acusando a Lidia de haberle robado dinero de su bolso y algunas joyas que había colocado en él el día anterior que había estado en el despacho de su casa.
_ Hablamos de esto en el despacho. _la detuvo del brazo para, evitar que fuera más allá del recibidor. _ te dije que iba a investigar y luego hablaríamos.
_ ¡Sé que no estás haciendo nada! - gritó de nuevo intentando soltarse. _esa mujer te tiene loco y hace contigo lo que quiere, pero yo no estoy dispuesta a dejar pasar esto, así que llámala. - exigió.
_ Te recuerdo que estas en mi casa. - la enfrentó. _no tienes por qué venir y hacer un escándalo. Te comportas o te mando echar fuera. - amenazó.
Ella miró a su alrededor, ya estaban ahí varios hombres del personal de seguridad, también se veían por los alrededores varias personas del servicio que miraban con curiosidad lo que sucedía, Lidia y Consuelo también habían llegado.
_ ¡Esa mujer! - señaló a Lidia. _¡fue la que me robó!
Lidia la miró sorprendida.
_ Aprovechó que yo estaba ocupada, para acercarse a mi bolso cuando hacía la limpieza. - la acusó. _ a ella es a la que deberías echar de tu casa.
_ Roberth... Yo no... - lo miró angustiada. _ ella miente... - su rostro estaba pálido, sabía que de Nora y de ella, le creerían a Nora.
_ ¡Me está llamando mentirosa! - gritó indignada. _ ¡Roberth...! ¡Has algo! - exigió.
_ Por supuesto que haré algo. - dijo con decisión.
Tomó a Nora del brazo y la jaló hacia su despacho.
_ Lidia ven con nosotros. - pidió.
Lidia observó la sonrisa de triunfo de esa mujer, ella no tenía oportunidad contra ella, ¿cómo podría comprobar su inocencia?
Con renuencia los siguió, sabía que sus días en esa casa estaban contados y sus sueños estaban terminando en ese momento. Deseó correr a su habitación, tomar sus pocas pertenencias y salir de ahí y no tener que pasar por la humillación de que Roberth le creyera a Nora y la echara él mismo. Con claridad escuchó cuando él se volvió y susurró a uno de los hombres de seguridad que llamara a la policía. Esto la llenó de angustia, no quería ir a parar a la cárcel y menos por algo que no había hecho.
Una vez en el despacho Roberth pidió que tomaran asiento para esperar a la policía.
Miró a las dos mujeres, Lidia Lucía pálida y nerviosa, mientras que Nora se veía muy segura de sí misma, siempre con su aire de superioridad y prepotencia.
Él les ofreció algo de beber, Lidia pidió agua y Consuelo se la llevó a petición de Roberth, luego le pidió que permaneciera ahí, ella de inmediato se colocó del lado de Lidia para darle apoyo. El asintió agradecido con ella. Mientras tanto Nora había pedido una copa de vino, de la cual bebía satisfecha por lo que se avecinaba.
La policía no tardó mucho en llegar. Cuatro hombres entraron al despacho seguidos por el encargado de seguridad de su casa y uno de sus guardias.
_ Ayer que estuve aquí - dijo Nora ante la pregunta expresa de uno de los policías _ ésta empleada aprovechó que yo estaba ocupada para acercarse a mi bolso mientras hacía la limpieza y me robó dinero y joyas.
_ No lo hice - dijo Lidia conmocionada ante la idea de ir a prisión.
_ ¡Yo no soy ninguna mentirosa! - gritó Nora. _ revisen su bolso y comprobarán lo que digo.
_ No robé nada. - insistió Lidia, en cuanto entró al despacho me sacó. _ yo salí y no la volví a ver.
_ ¡Roberth! - se acercó a él tomándose de su brazo. _ ¿le vas a creer a ella antes que a mí? Soy tu asistente, me conoces de años, soy de toda tu confianza. ¡Por Dios! ¡Manejo tu agenda! ¿Porque mentiría en algo como esto? Ordena que traigan su bolso. Si no lo hizo no tiene nada que temer. - miró a Lidia retándola.
_ Nadie va a revisar nada. - dijo Roberth soltándose del agarré de ella. _ a menos de que Lidia de su consentimiento.
_ No tengo nada que ocultar. - dijo ella asintiendo.
_ No tienes que hacerlo. - se acercó Roberth a ella.
_ Quiero demostrarte que no soy una ladrona.
_ No necesitas demostrar nada. Te creo.
_ A ver si después vas a estar tan seguro. - dijo Nora molesta, más para sí misma que para los demás.
_ Consuelo ve por el bolso por favor. - dijo Roberth. Uno de los, señores te acompañará. - se refirió a los policías, presentes.
Momentos después regresaban con el bolso de Lidia. El policía lo traía en su poder y él mismo procedió a vaciarlo sobre el escritorio.
De inmediato varias joyas y algunos billetes de alta denominación aparecieron ante la consternación de Lidia. Consuelo también estaba en shock, los demás miraban con asombro e incredulidad.
_ ¡Te lo dije! - se volvió Nora triunfante hacia Roberth. _ ahora supongo que les permitirás a los señores hacer su trabajo y dejarás que se lleven a esa ladrona a prisión. - dijo con satisfacción.
Dos policías se posicionaron de inmediato uno a cada lado de Lidia, ella se dispuso a seguirlos con docilidad, estaba a punto de llorar y no quería que Roberth la viera.
_ Espera. - la detuvo tomándola del brazo.
_ ¡Por favor! - se soltó. _ ya tienen lo que querían, es mi palabra contra la de ella, nadie va a creer que no sé cómo eso fue a parar a mi bolso, así que nos ahorramos este circo. - dijo avanzando hacia la salida.
_ Dije que te creía. - se acercó de nuevo y le susurro. _ te conozco. - la miró suplicante. _sólo confía en mí. - la tomó de la mano y la regresó al interior, siempre seguidos por los dos policías y la mirada atenta de los demás.
_ ¡No es posible que estés viendo las pruebas y sigas dudando de que esa sirvienta es una ladrona! - gritó Nora furiosa. _¡todos aquí lo vieron! - miró a su alrededor. _ Ustedes. - señaló a los policías. _ deténganla, es su deber hacerlo, para eso están aquí, ahí están las pruebas. - señaló el bolso.
_ Señorita le vamos a pedir que nos acompañe. - se, acercó de nuevo uno de los policías a Lidia.
Ella lo miró consternada.
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CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceRoberth gritó desesperado. _ ¡Sálvala! - extendió el cuerpo inerte de la mujer que amaba. Los brazos del médico la tomaron y él con dolor de su corazón tuvo que entregarla. Se resistía, a hacerlo, como se había resistido toda su vida a hacer lo que...