CAPÍTULO 28 HUYENDO

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Lidia estaba frustrada, Ruth y Luisa dos de las empleadas de la casa se habían empeñado en hacerle la vida imposible. Las escuchaba hablar mal de ella cuando pasaba a su lado, en ocasiones la miraban de lejos y hablaban bajito entre ellas, haciéndola sentir mal, incluso habían llegado a desobedecerla abiertamente, cuando se suponía que ella estaba aprendiendo de Consuelo y podía disponer y ordenar acerca del manejo de la casa.

_ Ésta hasta cree que va a llegar ordenándonos que hacer. - había dicho Ruth a Luisa en tono burlón.

_ Seguramente cree que el Señor la va a poner por encima de Consuelo. - rio Luisa.

_ Para lo único que le va a servir es para un revolcón, luego la despedirá. - rieron ambas. Todo mundo sabe que nunca tiene una relación seria con nadie.

_ Deberíamos de decirle. - se burló Luisa.

_ Por supuesto que no. - rio Ruth. _ vamos a dejar que la ingenua se ilusione, será divertido cuando él le diga que solo quería pasar el rato y tenga que salir de esta casa así como llegó. Ambas se marcharon.

Los ojos de Lidia se humedecieron, ellas sabían que ella estaba cerca y las escuchaba, esa había sido su intención al salir al jardín y fingir que no la habían visto cuando pasaron cerca de la Fuente, que era el lugar en donde ella solía tomarse un descanso y donde se encontraba ahora.

Después de media hora de luchar contra sí misma, sus emociones estaban a flor de piel. Se debatía entre permanecer ahí o tomar sus cosas y marcharse, ellas tenían razón, ella no podía aspirar a nada con él, él era un hombre rico, poderoso, exitoso, ella una simple pueblerina, sin educación, que apenas sobrevivía el día a día. Jamás podría aspirar a ocupar el puesto de su novia, menos de su esposa, era una locura y un tormento permanecer en el mismo lugar que él, cuando su corazón se estaba perdiendo por ese hombre.

Sin perder tiempo fue en busca de Consuelo.

_ Quiero que sea sincera conmigo. - se acercó a ella encontrándola en el despacho de Roberth, ella era la única que podía entrar ahí para hacer limpieza.

_ Salgamos de aquí. - pidió Consuelo.

_ No le quitaré mucho tiempo. - la detuvo Lidia. _ solo dígame, ¿de verdad piensa renunciar a su puesto?

Ella la miró confundida y Lidia supo la verdad.

_ No... - contestó con cautela.

_ ¿Él le pidió en algún momento que lo hiciera? - la miró interrogante.

_ No... - dijo con preocupación, sabía que algo no estaba bien y no entendía los cuestionamientos de ella, se suponía que la estaba entrenando para que se familiarizara con el manejo de la casa, porque pronto ella sería la señora de la casa, no porque se fuera a quedar con su puesto.

_ ¿Sucede algo? - miró su rostro contrariado.

_ No. - dijo ella dando la media vuelta para salir, estaba confundida, enfadada y triste, ¿a qué estaba jugando él? ¿El ofrecerle un empleo había sido un juego para él? ¿Con qué propósito? ¿De verdad solo quería ganarse su confianza para llevarla a la cama? ¿Eso era todo?

Llegó casi corriendo a su habitación, con rapidez empacó sus cosas, no era mucho. Luego tomó una pluma y papel del pequeño escritorio que se encontraba ahí. Empezó a escribir, no tenía prisa, se marcharía cuando nadie pudiera verla, cuando los guardias que vigilaban la propiedad estuvieran haciendo su cambio de turno y no le prestaran atención. Si la detenían, siempre podría dar una excusa, no era una prisionera en esa casa, pero Roberth era muy especial con el tema de la seguridad, ella se había dado cuenta de que siempre había alguien siguiéndola de lejos, así como a cualquier empleado que salía en horarios de trabajo, había quien los llevara y trajera y así como recibían un excelente salario, también se les exigía seguir las normas establecidas, Roberth no era cualquier hombre y siempre contaba con enemigos que aprovecharían cualquier descuido para dañarlo.

Una de las notas era para su hermana, no iría con ella porque era el primer lugar en el que Roberth la buscaría sin lugar a duda. básicamente le decía que no se preocupara, que estaba bien y que pronto se comunicaría con ella.

La otra era para Roberth. En esos momentos él se encontraba fuera de la ciudad y regresaría en dos días más, así que podía tranquilizarse y pensar con calma cuál sería su siguiente paso.

*****
Ruth tomó su teléfono feliz y marcó el número que Nora le había dado con anterioridad.

_ ¡Se fue! - dijo en cuanto escuchó la voz de Nora. _ ¡esa mujer se fue!

_ ¿Estás segura? - preguntó Nora del otro lado de la línea.

_ Completamente. - dijo Ruth. _ en todo el día no la hemos visto y Consuelo nos lo acaba de confirmar, parece ser que se fue anoche.

_ Y Roberth ... ¿Lo sabe?

_ No, el está de viaje.

_ ¡Sé que está de viaje! - dijo molesta. _ soy su asistente. ¿Cómo sabes que no se ha enterado?

_ Bueno... - titubeó. _ no lo sé, pero si no está aquí no lo sabe, pero si quiere investigo.

Nora suspiró exasperada. Era una inútil y tonta, ella solo quería saber si alguien de la casa se lo había comunicado ya.

_ No, déjalo. - dijo. _ ya lo averiguaré yo. Mantenme informada de cualquier otra cosa que suceda. - colgó.

_ "Si, gracias" - dijo Ruth de forma sarcástica. Era lo menos que esperaba de esa mujer, desde hacía tiempo que se había convertido en su informante, Nora le había asegurádo que cuando ella fuera la dueña y señora de esa casa la recompensaría.

*****
Lidia se sobresaltó al escuchar el llamado a su puerta, era de noche, se encontraba en una habitación de hotel, con los ahorros que tenía podría sobrevivir un tiempo mientras encontraba un empleo para luego buscar un lugar permanente donde vivir, por lo pronto el hotel le servía a sus fines, porque ni siquiera estaba segura de que era lo que en realidad quería.

De nuevo se escucharon los golpes y ella volvió de sus pensamientos, empezó a sentir temor, a su mente vinieron los recuerdos de cuando los hombres con los que su esposo se había asociado llegaron por ella y se la llevaron a la fuerza, <<pero ellos ya no estaban>> se dijo tratando de tranquilizarse, sin embargo, la angustia persistía, sobre todo cuando los golpes se repitieron con mayor intensidad. <<si fuera alguien que quisiera hacerle daño ya hubiesen derribado la puerta >> se dijo, pero eso no la tranquilizó, no había pedido nada a la habitación, ni siquiera sabía si en ese modesto hotel contaban con ese servicio, el lugar estaba en una ciudad pequeña, con pocos habitantes, era imposible que alguien la buscara ahí, lo más probable era que se tratara de alguien de la administración.

Con cautela se dispuso a abrir.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora