EPÍLOGO II

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Roberth miró con alegría a Justin, él no había atendido a Lidia, pero sabía de primera mano que todo había salido bien.

Cuando le permitieron pasar y le presentaron a sus bebés no podía dar crédito, no sólo era mentira que Lidia no podía tener hijos, si no que los había tenido por partida doble, un hermoso niño y una preciosa niña, era increíble, era padre y era la sensación más maravillosa que podía haber, desde ya podía asegurar que jamás negaría a sus hijos, que jamás los apartaría de su lado y que jamás les fallaría al menos no conscientemente, los amaba, los amaba más que a nada en el mundo y aunque no se comparaba con el amor que le tenía a su esposa, porque eran diferentes, aun así era amor, amor puro y sincero, que no eran iguales pero se complementaban. Y jamás uno desplazaría al otro.

_ ¡Gracias amor! - la tomo él de la mano cuando le permitieron entrar a ver a Lidia,

El parto había sido cansado y él había permanecido a su lado, hasta que los separaron para practicarle una cesárea, pero ahora estaban de nuevo juntos y sus preciosos bebés con ellos.

****
Roberth y Lidia miraban felices a sus amigos, nunca se imaginaron que algún día estarían en esas circunstancias, ellos presidiendo una fiesta de bienvenida y no para un bebé, si no para dos, dos cuando se habían hecho a la idea de que jamás habría ninguno.

Roberth miró a su alrededor, estaban todos, todos los hombres de la sierra, sus amigos, sus hermanos, su familia, incluido James, aunque él no estaba casado ni tenía hijos, pero era parte del grupo, parte de su gran familia.

Habían brindado por esas preciosas vidas que apenas empezaban, todos hablaban reían y cuidaban de sus pequeños hijos.

Santiago miró aquella figura escabullirse silenciosa de la reunión, y la siguió de inmediato.

Recordó que cuando recibió la invitación, había pensado en declinarla. Él sabía que para Elizabeth sería difícil, como lo era cada vez que uno de sus amigos anunciaba que estaban a la espera de un bebé.

Era difícil para ella porque sabía que, aunque lo anhelara con toda su alma ya no le era posible y era difícil para él, porque no podía verla afligida, sobre todo sabiendo que el principal causante de su desdicha había sido él. Sin embargo, en esta ocasión había sido ella quien había insistido en que todo estaba bien y no le permitió cancelar, pero por lo visto, las cosas no estaban tan bien.

_ ¿Sucede algo? - la alcanzo en el jardín. _ ¿todo en orden?

_ Si. - se detuvo. - solo deseaba despejarme un poco. Sabes que la ciudad no me sienta bien, no hay como el aire puro del campo. - sonrió.

_ Mi amor. - la detuvo con suavidad. _ ¿algún día podrás perdonarme? - la miró con dolor.

_ Ya lo hemos hablado muchas veces. - lo miró con ternura. _ no te culpo, ni quiero que tú lo hagas. - acarició su rostro. _siempre quedará la pregunta de si hubiéramos hecho las cosas de distinta manera, si yo no hubiera enfrentado a tu madre, si tú no hubieras dudado de mí, existen muchos "si hubiera", pero no tiene caso, porque es algo que ya pasó y no lo podemos revertir.

El no dijo nada solo la abrazó con fuerza.

_ No sabes cómo quisiera regresar el tiempo. - susurró a su oído. _quisiera volver atrás y corregir todas las cosas que hice mal.

_ Fueron tiempos difíciles. - dijo ella. _ no lo niego, pero cada segundo de mi vida has compensado lo que sucedió entonces, y lo único que me duele ahora es no ser capaz de darte más hijos, solo porque ese era tu anhelo, tú soñabas con tener una familia grande y numerosa.

_ También era tu deseo. - sonrió recordando cuando ambos hacían planes.

_ Si, lo deseaba porque quería tener todos los hijos que tú quisieras tener - rodeó su cuello con sus brazos.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora