CAPÍTULO 32 MI PASADO

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_ Quizás tu no lo entiendas dijo, siempre has tenido una familia, tus padres, tus hermanas, y en ausencia de ellos tuviste a tu esposo, a su familia. Yo no tuve esa suerte, pensé que había tenido una, pero me equivoqué.

_ Lo siento. - dijo ella. _ ¿murieron cuando eras muy joven?

_ No han muerto. - dijo. _ése es el problema. - sonrió con amargura. _ viven, pero es como si estuvieran muertos, al menos para mí.

_ ¿Por qué no los buscas? Tu negocio se especializa en eso ¿o no? - lo miró interrogativa.

Recordaba que alguien había mencionado que tenía una agencia de investigación y seguridad.

_ Ven. - dijo llevándola hacia un cómodo sofá en la terraza, empezaba a oscurecer y la vista desde ahí era maravillosa. Ella obedeció. Ambos se sentaron y él la acercó abrazándola, ella no protestó, se acomodó y se dispuso a escuchar.

_ Estoy seguro. - dijo él. _que te preguntarás por qué es que vivo en una casa tan enorme, si paso la mayor parte del tiempo fuera, y sobre todo, ¿por qué tengo tantos empleados? que se antoja innecesario.

Ella asintió con la cabeza.

_ También te preguntarás por qué no soy capaz de despedir o cuando menos jubilar a Consuelo, cuando te prometí su puesto.

Ella se apartó un poco para poder mirarlo a los ojos.

_ Consuelo no es cualquier mujer. - dijo. _ella prácticamente me vio nacer, no me llevó en su vientre, pero me cuidó y me crió durante los primeros ocho años de mi vida, ella fue quien prácticamente me educó, quien me cuidó cuando estuve enfermo, quien me enseñó valores, quien me dio amor cuando mis padres no podían hacerlo, porque sus ocupaciones no se los permitían. Yo la hubiera puesto como la señora de esta casa ocupando el lugar de mi madre, pero no lo permitió, lo más que conseguí fue que aceptara ser el ama de llaves, era el puesto que desempeñaba cuando trabajaba para mis padres.

_ Seguro ellos deben de haberte amado. A su manera. - dijo ella.

_ Vaya manera. - dijo él con desprecio. _ ciertamente eso pensé durante muchos años, hasta que comprendí y acepté la realidad.

_ ¿Que fue eso que sucedió tan malo como para que no puedas superarlo? - lo miró de nuevo.

Su interés no era morboso, era interés real, él lo veía en su mirada, ella realmente se preocupaba por él.

_ Los primeros ocho años de mi vida como te dije, los pasé como un niño normal, como muchos de los hijos de la gente que tiene mucho dinero, que solo vive para el trabajo o la diversión. Mis padres eran extremadamente ricos, la vida de él era su trabajo y mi madre ¿y ella?... la vida de mi madre eran sus amistades, sus compras y mi padre, eso sí, ambos apoyaban varias causas benéficas. ¿Yo?... Yo era... Un contratiempo... Algo que no se esperaban, pero llegó, un contratiempo en su feliz y ajetreada vida, en la cual yo no encajaba. Por supuesto cuando me incluían en sus reuniones, no dejaban de alabarme y me demostraban todo el amor que me negaban durante el resto del tiempo, sin embargo, no lo resentía, estaba contento, a esa edad pensaba que eso era lo normal, que el amor de los padres se ganaba y yo no ganaba lo suficiente, pero tenía el de Consuelo y el del resto del personal.

Hizo una pausa. Parecía que no iba a seguir, pero continuo.

_ Cuando tenía ocho años me informaron que los acompañaría en uno de sus viajes. Era mi primer viaje de vacaciones con ellos. - sonrió con amargura. _ estaba feliz.

Se detuvo de nuevo.

Se encargaron de que todo el mundo supiera de ese viaje y de lo felices que éramos los tres.

Recorrimos varios países, incluido el medio oriente. - su voz cambió. _ estábamos en la ciudad más pobre y peligrosa de ese país, el guía que nos llevaba se los hizo saber, aun así, mi padre insistió en recorrerla, por lo que despidió a ese hombre y le dijo que se veían al siguiente día en el hotel. Él se resistió, pero mi padre insistió, le aseguró que nosotros regresaríamos por nuestra cuenta.

Paseamos por los alrededores, hasta que llegamos a una tienda de juguetes, yo era un niño, me entusiasmé, ellos querían seguir su camino y yo deseaba ver los juguetes. Decidieron que entraríamos por un momento. Yo entré de inmediato observándolo todo, pero me di cuenta de que ellos no me seguían, se habían quedado en la entrada. Me regresé, me pareció ver molestia en sus rostros, pero pensé que solo había sido mi imaginación, ellos me convencieron de que volviera al interior, hicimos un trato, yo entraría mientras ellos veían ahí cerca otras tiendas que les interesaban, luego nos veríamos ahí mismo en la salida. Acepté y los vi partir, pronto se perdieron entre la multitud, yo ya no fui capaz de entrar de nuevo, me quedé ahí esperando.

Su voz se quebró. Los recuerdos eran duros.

Ella se dio cuenta de que era difícil para él, lo miró, su rostro se veía sombrío, deseó abrazarlo, pero no quiso romper el momento.

_ ¿Esperaste muchas horas? - interrogó en un susurro.

_ Tenía solo ocho años. - siguió el con voz quebrada. _ y no, no esperé muchas horas, espere muchos días, estaba muerto de miedo, tenía frío y hambre, pero me aterraba alejarme, porque ellos habían prometido regresar, me movía de lugar porque temía que alguien del gobierno me recogiera y me llevara, pero solo me movía hasta los lugares de donde podía ver la entrada de la tienda de juguetes, te juro. - desvío su mirada perdida, hacia ella enfocando su bello rostro _que no perdía de vista ese maldito lugar durante días, pero una noche pasó la autiridad estaban recogiendo de las calles a indigentes y menores de edad que como yo no tenían donde quedarse, hui con otras personas y logramos evadirlos, pero... - se detuvo de nuevo, un nudo en su garganta le impedía continuar.

Lidia observó cómo apretaba los puños conteniéndose.

_ Fueron unos minutos, unos cuantos minutos y... Toda mi vida, toda mi maldita vida. - exclamó con coraje. _me reproché, pensando que en ese lapso de tiempo ellos habían vuelto. ¿Te das cuenta? - dijo dolido con los ojos cristalizados. _ pensé que habían regresado y al no verme se habían marchado, ¡por Dios! - alzó la voz. ¡Era de madrugada!... Pero mi corazón y mi razón se aferraron a esa idea. - estaba llorando.

Ella, se sobrecogió de angustia, ese hombre fuerte, poderoso, inquebrantable, estaba desecho, sus propios padres lo habían quebrantado, y de qué manera. Lo abrazó, lo abrazó con fuerza, sintió su cuerpo estremecerse, pero no se apartó de él. En un arrebato de valentía posó su mano sobre su cabeza y acaricio el pelo de su nuca.

El permaneció inmóvil, se sentía derrotado, ya no por lo sucedido tantos años atrás aunque aún lo afectaba, sino porque había mostrado su debilidad ante ella, ante quien quería ser fuerte, ¿cómo lo vería, ahora después de ese ataque depresivo, después de darse cuenta, de que no era el hombre inquebrantable que parecía ser, y sobre todo después de haber estado casada con un hombre al parecer fuerte, valiente, porque por muy cobarde que Alfonso fuera, se necesitaba valentía para pertenecer a cualquiera de esos grupos delictivos y para hacer lo que él había hecho, eso... ¿dónde lo dejaba a él?

Se sentía mal, no solo físicamente, si no anímicamente. Deseó estar solo, pero no podía correrla, se sentía tan bien estar entre sus delicados brazos. Por fin se apartó con delicadeza para no ofenderla.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora