CAPÍTULO 65 CONFRONTACIÓN

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Roberth por fin se armó de valor miró una vez más la puerta cerrada y la abrió.

Lidia entró primero y luego lo hizo él.

Se quedó estático, miró en cámara lenta a aquella pareja, ella recostada, débil y sin fuerzas, él junto a su cama tomando su mano, la misma escena de siempre, ellos dos juntos, siempre sonriéndose uno al otro, siempre tomados de la mano.

El estómago se le revolvió, fue consciente de que era la primera vez desde que tenía ocho años que los tenía frente a sí de nuevo y no pudo evitar recordar la última vez que los vio, se estaban alejado entre un mar de gente, tomados de la mano, igual que ahora, sin siquiera mirar atrás, solo con la promesa falsa de que volverían por él.

Aún Aturdido miró como ese hombre se ponía de pie y le tendía la mano presentándose él, para después hacerlo con su esposa, luego miró su cara de angustia cuando él no reaccionó, miró a la mujer y también lo miraba con ansiedad, sabía que ellos entendían lo crítico de su situación, estaban conscientes de que en esos momentos dependían de lo que él dijera o hiciera.

Pero él no quería hacer ni decir nada, sin embargo, lo haría, porque también se dio cuenta de la angustia de Lidia, porque para ella el ayudar a esas personas era importante, porque, aunque su naturaleza no era abandonar a alguien que la necesitara, sabía que, si él tomaba la decisión de retirar su ayuda, ella lo apoyaría.

Volviendo en sí, intentó sonreír, fue consciente de que era una sonrisa forzada, pero era todo lo que tenía, al menos hasta saber la verdad.

_ Buenos días. - dijo aceptando la mano que el hombre le extendía. _ tengo entendido que ustedes son el señor y la señora Smith. - dijo retomando la seguridad que siempre lo caracterizaba.

Ellos asintieron, Roberth se negaba a mirarlos a los ojos, tenía, aferrado a sus manos aquel block de notas, en donde estaban anotados los datos de ellos, que el hospital había recabado para poder admitirlos.

_ Veo que son afortunados de que se les haya dado acceso al programa. - dijo. _ quiero que sepan que no a cualquiera se le da ésta oportunidad.

_ Estamos conscientes de eso. - dijo el hombre. Lo habían vivido.

_ No son de aquí. - aseguró, más que preguntó, sin levantar la vista de las hojas que tenía en sus manos. _ ¿en verdad no tienen a nadie que dependa de ustedes o que ustedes dependan de alguien? - levantó la vista.

_ No. - contestó él. _ Mis padres y mi hermano murieron hace muchos años y ella. - señaló a su esposa. _ fue hija única y sus padres murieron también hace años.

_ Aquí dice que tuvieron un hijo. ¿Qué fue de él? - esperó la respuesta con un nudo en la garganta.

_ Se perdió en un viaje que hicimos al extranjero, al Medio Oriente. - volvió a contestar el.

Roberth los miró, ella había bajado la mirada y el veía hacia la ventana, ninguno lo miraba a la cara, lo que hacía suponer que mentían.

_ Nunca lo encontramos. - continuo el hombre, después de meses de búsqueda, las autoridades de la embajada lo declararon perdido y posteriormente muerto.

Roberth intuía que ese era su discurso aprendido para cuando ese tema saliera a relucir.

_ Debe de doler mucho perder a un hijo. - lo miró a los ojos por primera vez.

_ Si... Dolió. - era nuestro único hijo.

_ Debe de ser difícil para un niño perderse, aunque es consolador saber que sus padres hicieron todo lo posible por encontrarlo, al menos lo amaban.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora