Todos miraron con incredulidad como el terreno en donde momentos antes habían estado trabajando había cedido y había colapsado hacia el interior de la mina, si sus cálculos hubiesen sido correctos y quienes faltaban por salir hubiesen estado en ese lugar o cerca de él, no tenían ya más posibilidades de permanecer con vida.
_ ¡Maldita gente!- gritó Gustavo alejándose unos pasos desesperado. _ ¿porque nunca se cansan? nunca tienen suficiente... ¡Malditos¡
Santiago lo miró frustrado, él sentía lo mismo y lamentó que todo esto fuese por él. Una vez más deseó estar muerto y que todo esto terminara, pero recordó a su hermosa esposa y a su querido hijo, tenía que seguir adelante, por ellos, por la gente que amaba, por los que esperaban y dependían de él, por Robert, Lidia y los que estaban con ellos ahí adentro. No se rendiría, no lo haría, aunque sus esfuerzos parecieran en vano, aún sin vida, pero los sacarían de ahí.
Con el rostro endurecido se volvió hacia los hombres que asustados no salían de su asombro, luego empezó a dar órdenes. Todos se empezaron a movilizar, nadie osaba resistirse a su autoridad.
*****
Tiempo atrás._ ¡Roberth! ¡Salgan de ahí! ¡Es una trampa! - escuchó Roberth la voz alterada de Santiago.
Por instinto miró a su alrededor, sus sentidos estaban alertas, todos sus años sobreviviendo en tierras hostiles lo habían convertido en un hombre observador, ágil, preparado para lo peor.
De inmediato localizó la carga de explosivos.
_ ¡Vamos de salida! - alcanzó a decir mientras miraba sus opciones, se encontraban en un pequeño espacio abovedado, que daba paso a varios túneles, No había tiempo. Con un fuerte empujón aventó al hombre herido y a David el hombre que se había, quedado con él para ayudarlo, hacia el interior de uno de los túneles, luego se aventó sobre Lidia que iba unos pasos más adelante, también al interior del mismo túnel, Inmediatamente después se produjo una tremenda explosión y luego oscuridad.
Roberth empezó a escuchar gritos muy a lo lejos, la cabeza le daba vueltas y le punzaba, sus oídos estaban aturdidos, escuchaba su nombre una y otra vez, pero no podía ubicar su procedencia. Luego unos sollozos lo volvieron a la realidad.
Lidia, era ella, pero escuchaba otra voz, la de un hombre. Sintió unas delicadas manos tocando su rostro, abrió los ojos con pesadez.
_ ¡Lidia! - la miró perdido aún.
Ella lo miraba consternada, su rostro estaba lleno de tierra, toda ella estaba llena de tierra y el hombre que estaba a su lado, también lo estaba, aún así lo reconoció era uno de los suyos... Era David, los miró desorientado.
_ No te nuevas. - dijo David. Fue entonces que recordó y supo lo que había sucedido. Intentó incorporarse, pero todo su cuerpo se resistió, sobre todo su pierna, un inmenso dolor lo atenazó, miró hacia abajo y supo el motivo, estaba rota.
Miró a Lidia, lloraba en silencio mirándolo asustada.
_ ¿Estás bien? - la examinó con la mirada. Ella asintió. _ ¿Y tú? - miró a David. También asintió, aunque presentaba un golpe en la cabeza. Un ligero hilo de sangre escurría de la herida.
_ Estamos bien. - dijo él tosiendo, todos lo hacían, el polvo era muy intenso y se les dificultaba hablar y respirar.
_ Tenemos que salir de aquí. - dijo Roberth con voz ahogada, había visto que Lidia estaba bien, algunos golpes se apreciaban en su cuerpo, pero nada de importancia, recordó que él la había protegido con su propio cuerpo, por eso sentía tanto dolor, las rocas que habían salido volando habían dado sobre él, que era quien más expuesto había quedado, pero él estaba acostumbrado, podría sobrevivir a eso, también su pierna, sabía que era una fractura, pero no era la primera vez, sabía cómo inmovilizarla de modo que le permitiera seguir, ¿el dolor? Eso era lo de menos, recordó como el hombre que lo compró cuando era pequeño lo obligaba a seguir cuando por desgracia se lastimaba o se fracturaba, o cuando resultaba herido. Ese hombre no tenía piedad y ahora se alegraba porque eso lo había preparado para ésto, no pensaba quedarse hi a esperar la muerte, si moría sería luchando.
David buscó entre los escombros un pedazo de madera que les sirviera, también sabía de esto, había vivido mucho tiempo al lado de Roberth, escondiéndose de los demás, y pasando por situaciones difíciles, sin contar con ayuda médica.
Entre los dos inmovilizaron lo mejor que pudieron la pierna de Roberth, era mucho menos doloroso que caminar con la pierna colgando como lo habían obligado esos bastardos a hacerlo en su juventud. Eran cosas que no se olvidaban, pero se aprendía de ellas, y sobre todo, te volvían más fuerte.
En cuanto pudieron abandonaron el lugar. Roberth sabía que pronto colapsaría, toda una parte se había derrumbado ya, el túnel por donde se habían ido los demás, estaba bloqueado por los escombros, estaba seguro de que gran parte se había derrumbado, solo esperaba que hubiesen estado lo suficientemente lejos de ahí.
Ahora tenían que moverse, ante ellos se hallaban varios túneles y no tenía idea si los llevarían a algún lado, por desgracia el guía se había quedado con los demás, así que tendrían que avanzar solos y seguir su instinto.
Lidia iba a su lado, insistía en ayudarlo, aunque él sabía que era poco lo que podía hacer, él era grande y pesado y ella tan frágil, sin embargo, no había rechazado su ayuda. Mientras tanto, David cargaba a Tomás que Lucía pálido y sin fuerzas, también había sido alcanzado por algunas rocas y maderas, pero al igual que Lidia nada grave, ya que el cuerpo de David lo había protegido cuando cayó encima de él. Por fortuna su herida había dejado de sangrar, pero ya había perdido demasiada sangre, Roberth estaba seguro de que, si no era atendido rápido, no lo lograría.
Avanzaron por varias horas, todos estaban exhaustos. Habían llegado con dificultad a otra área abovedada.
Roberth seguía alerta, había logrado localizar varias cargas de Explosivos más durante su recorrido, con ayuda de David los habían inhabilitado, pero estaba seguro de que habría más por el lugar, lo que no sabía, era si serían activados en algún momento, alguien podía hacerlo a distancia y era obvio que no eran cargas olvidadas en la mina, todo el equipo encontrado era nuevo, recientemente habían sido colocados en el lugar, seguramente era la trampa que Lucas Salas había tendido a Santiago.
Roberth se sentó arrastrando consigo a Ludia, la abrazo con ternura, era una mujer valiente, en lugar de derrumbarse y ponerse a llorar, seguía adelante sin quejas, sin lamentos, siempre solicita a ayudar, ya fuera a él o a Tomás que cada vez perdía más fuerzas.
_ Te amo. - susurró a su oído. Ella sonrió recostándose sobre su pecho.
_ Yo también. Te amo - dijo mirándolo a los ojos
Él no sabía si gritar o llorar de felicidad, era la primera vez que aceptaba que lo amaba y sobre todo la primera vez que se lo decía abiertamente. Deseaba abrazarla con fuerza y besarla y nunca soltarla, pero primero, no tenía las fuerzas suficientes para besarla como quería, menos para abrazarla como se merecía y segundo, sabía que si quería salvarla tarde o temprano tendría que soltarla. El tiempo se les agotaba, la única oportunidad para que ella regresara al exterior era dejarla ir, ella y David tendrían que marcharse y dejarlos a él y a Tomás ahí. Aunque él aún tenía fuerzas, pronto ya no las tendría y necesitaba asegurarse de que ella estuviera bien.
NOTA: para aquellas lectoras que siempre se quedan con ganas de mas, después de éste capítulo subiré un maratón de tres capítulos, durante el transcurso del día de mañana. Espero que sea de su agrado y gracias por todo el apoyo que me han brindado hasta aquí todos mis lectores. Los amo.
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CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceRoberth gritó desesperado. _ ¡Sálvala! - extendió el cuerpo inerte de la mujer que amaba. Los brazos del médico la tomaron y él con dolor de su corazón tuvo que entregarla. Se resistía, a hacerlo, como se había resistido toda su vida a hacer lo que...