CAPÍTULO 31 TRISTEZA

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Roberth miró su copa de vino, tomó la botella casi vacía que estaba sobre su escritorio y sirvió un poco más, bebió un trago cuando escuchó leves golpes a su puerta, no contestó, no quería ver a nadie, necesitaba estar a solas, después de insistir por tercera vez, quien quiera que estaba al otro lado decidió entrar, supuso que era Consuelo, pero se sorprendió de ver el rostro compungido de Lidia.

Instintivamente trató de esconder la copa, pero se lo pensó mejor, era imposible que ella no se diera cuenta del estado de ebriedad en el que se encontraba, además la botella vacía lo delataba.

_ Disculpa. - dijo ella apenada asomando la cabeza. _ Consuelo me pidió que viniera a buscarte, está preocupada.

Y no mentía, Consuelo le había pedido que entrara, aún cuando él no le diera el pase, ella había estado llamando desde la mañana a la hora del desayuno, pero no había obtenido respuesta, luego durante la comida y tampoco, ahora era tiempo de cenar y él no había aparecido, ella intuía lo que sucedía, seguramente había tenido noticias de sus padres, siempre se ponía en ese estado cuando eso sucedía, y no había poder humano que lo sacara de su tristeza, a veces duraba varios días recluido sin aceptar ver a nadie, hasta que solo volvía de nuevo a su vida cotidiana sin que nadie hubiese podido ayudarlo, ahora estaba Lidia y Consuelo pensó que quizás con ella sería diferente.

_ Consuelo sabe que deseo estar solo. - dijo con tono serio sin moverse de su lugar, lo que le extraño a ella, siempre era muy atento y ahora se oía cortante, además no la invitó a pasar.

_ Lo siento. - dijo intentando cerrar la puerta de nuevo. _ yo también estaba preocupada. - dijo más para sí misma que para él, sin embargo, la escuchó.

_ Espera la detuvo antes de que saliera completamente. - no era mi intención ser grosero. _discúlpame. - intento ponerse de pie, pero se detuvo, se sentía mareado.

Ella lo vio tambalearse y se apresuró a sostenerlo. Él tomó asiento de nuevo. Se sentía avergonzado de que fuera ella precisamente quien lo viera en esas condiciones.

No era su costumbre embriagarse, pero de vez en cuando permitía que se le pasarán las copas, solo cuando se trataba de ellos, era, la única forma de dejar de pensar y preguntarse ¿porque?

_ ¿Te sientes bien? - interrogó. _ te ayudo a ir a tu recamara.

_ Estoy mejor que nunca. - sonrió, una sonrisa que no llegaba a sus ojos. _ sólo estoy borracho - dijo con sarcasmo.

_ Deberías irte a descansar. - insistió ella. ¿Te traigo la cena aquí? No has comido en todo el día.

_ No necesito descansar y no tengo hambre. - hablaba con voz pastosa. Sentía que todo le daba vueltas. Era muy tolerante a las bebidas alcohólicas, pero tenía todo el día bebiendo y como dijo ella, no tenía nada en el estómago, pero no tenía hambre y no deseaba dormir, sabía que no podría hacerlo, porque sus pensamientos seguían vagando sin cesar, presentándose todos los escenarios posibles, de porqué unos padres podrían abandonar a su hijo pequeño en un país y en una ciudad que no era la de ellos. ¿Qué tenían en el corazón esos padres? ¿Qué había en su mente cuando se alejaron de él sabiendo que no volverían, aun cuando se lo habían prometido?

_ ¿Necesitas algo? - la sintió inclinarse sobre él, él se había apoyado sobre el escritorio y había escondido su rostro entre sus manos. _ ¿Necesitas ayuda?

El levantó su mirada, no podía estar brindándole ese espectáculo deplorable, ella lo veía con preocupación.

_ Comeré algo. - dijo por fin. _si tú me acompañas. Que me lleven un café bien cargado. Cenaremos en la terraza de mi habitación.

Ella iba a protestar, no le parecía bien estar a solas con él en su habitación, pero lo miró tan desvalido y tan necesitado que accedió.

_ Mientras tú vas con Consuelo, yo me daré una ducha rápida. - dijo él. _te espero allá.

Ella dudó en dejarlo solo, no creía que pudiera llegar hasta su habitación sin ayuda, pero obedeció y salió del lugar.

De inmediato él llamó a uno de sus hombres, quien lo ayudó a llegar a su recamara, se sentía muy mareado y sin fuerzas, solo reaccionó cuando el hombre lo metió con todo y ropa a la ducha, el agua estaba helada, pero lo hizo recobrar un poco la conciencia.

_ Puedes dejarme. - dijo. _ no me pasara nada.

El hombre salió en contra de su voluntad, si bien había recobrado un poco el control de sí mismo, aún no se encontraba bien.

Buscó en el armario y urgó entre sus cajones, luego le dejo sobre la cama todo lo que necesitaba para cambiarse, después espero en la puerta de salida, cuando Roberth salió de la ducha y supo que estaría bien, salió.

Él era uno de los hombres que lo había seguido, en su país no tenía futuro y aunque ya no sería perseguido por las leyes de su nación gracias a Roberth y Gustavo Contreras, él no deseaba regresar, ya no tenía a nadie por quien estar allá, así que ahora trabajaba para Roberth, se había convertido en su mano derecha y lo apreciaba de verdad.

*****
_ ¿Qué le sucede? - interrogó Lidia a Consuelo. _ ¿por qué está así? Lo conoces de muchos años ¿no?

_ Si, lo conozco de muchos años. - más de los que ella se imaginaba sonrió. _ son días difíciles para él. - la miró. _no creas que es así siempre, trae un peso muy grande sobre sus espaldas, pero no puedo decir nada, llegará el momento en el que sea él quien te lo cuente, solo debes saber que hay que tratarlo con paciencia y con mucho amor, no sabes cuánto lo necesita.

Ella se ruborizo. No sabía que le había contado Robert sobre ellos, él había dicho después de su escapada que regresaría a esa casa como su prometida, sin embargo, ella le había pedido tiempo. No quería hacerlo público, aun le asustaba empezar una nueva relación, así que le había pedido poder seguir como estaba antes, él había aceptado en contra de su voluntad y le había advertido que no la quería haciendo labores domésticas, había mucha gente del servicio que lo hiciera, seguiría al lado de Consuelo dirigiendo la casa.

*****
Lidia lo miró, habían cenado en silencio, lucía muy diferente a cuando lo había encontrado en su despacho, aún se veía triste y cansado, pero la borrachera se le había disipado, si no al cien por ciento, si casi en su totalidad.

_ No has comido mucho. - apuntó ella.

_ Es suficiente para mí. - dijo. _en realidad no tengo hambre.

_ ¿Qué es lo que te pone triste? - interrogó.

La mirada que le dirigió le dijo que se estaba metiendo donde no la llamaban.

Ella se sobrecogió apesadumbrada, por su intromisión, no esperaba que le contestara, pero para su sorpresa él habló.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora