CAPÍTULO 40 ¿TE CASARÁS CONMIGO?

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Robert se paseaba ansioso de un lado para otro, Santiago le había pedido hablar con Lidia y el intuía que después de esa platica su suerte con Lidia terminaría por decidirse. Estaba demasiado nervioso, no quería perderla, pero quizás lo hiciera, dependiendo de qué hablara Santiago con ella, era probable que la asustara.

Aún recordaba como el día anterior había recibido la visita de Santiago en su oficina, en el trabajo y más recordaba la conversación que había sostenido con él.

_ Me llegaron rumores. - había dicho con calma. _de que pretendes casarte con Lidia.

Él no le temía a nada ni a nadie, sin embargo, un sudor frío recorrió su espalda, no sabía cómo se había enterado, él era el rey del espionaje y se valía de la tecnología para llegar hasta donde nadie podía hacerlo, pero Santiago hacía lo mismo de forma rudimentaria y él no sabía cómo lo lograba, era tan callado y discreto que probablemente se llevaría su secreto a la tumba, parecía tener ojos y oídos en todos lados.

_ No son rumores. - contestó sobreponiéndose a su ansiedad. Siempre había sido valiente, era fuerte, rudo, era un líder nato, y aunque Gustavo Contreras era en parte su jefe, era más su amigo y lo veía con respeto, ¿pero Santiago Moran?, él era otra cosa, Santiago le imponía respeto, emanaba tal autoridad de su persona, que él no era capaz de saltársela, jamás lo desafiaría, por eso deseaba de corazón que no estuviera ahí para oponerse a su relación con Lidia, porque no sabía que sucedería entonces.

_ Lo supuse. - fue su contestación sería. _ ¿te das cuenta de lo que eso implica?

_ Si. - contestó él. _ se en lo que me estoy metiendo.

_ ¿Realmente lo sabes? - lo miró desafiante.

_ Sé que aparte de los enemigos que yo tengo, tendré que cargar con los que dejó su esposo.

_ Eso no es nada. - lo miró con reserva. _ no son los enemigos de Alfonso los que deben de preocuparte, son los míos. Por eso estoy aquí, con la muerte de Alfonso y todo lo que sucedió, ella quedó expuesta, cuando Alfonso vivía se encargó de protegerla, la mantuvo prácticamente en el anonimato, con todo esto, ahora todos la identifican, saben que ya no está él para que la proteja y saben que ella es un medio para llegar a mí, sea por la buena o por la mala. Por eso te vuelvo a hacer la pregunta. ¿Tú amor es lo suficientemente grande como para echarte a cuestas a mis enemigos, es lo suficientemente fuerte como para no arrepentirte a medio camino y dejarla sola, es lo suficientemente poderoso como para pelear por ella y defenderla hasta la muerte?

_ Lo es Santiago. - lo miró con seguridad. _ sé que desde el primer momento en que la vi mi corazón quedó cautivo, tú hermano aún vivía y yo respeté eso, pensé que lo que ella había despertado en mí, moriría conmigo, como han muerto tantos planes y tantos anhelos en mi vida, pero se quedó sola y créeme... quiero hacerme cargo de ella, la quiero en mi vida porque la amo, porque no podría vivir sin ella.

Santiago asintió satisfecho, no se había equivocado al juzgarlo.

_ ¿Y Lidia? - cuestionó. ¿Te corresponde?

_ Estoy seguro de que sí, pero creo que tiene miedo, su autoestima está muy baja y a veces creo que siente que no merece ser feliz, además está Alfonso, siente que lo traiciona si inicia otra relación y por último están tú y tu hermano.

_ ¿Qué tenemos qué ver Damián y yo en esto? - interrogó.

_ Ella teme enfadarlos por rehacer su vida tan rápido, después de todo Alfonso era vuestro hermano.

_ Nada más lejos de la realidad. - sonrió. _tanto Damián como yo y Nicolás estaríamos, encantados de que se diera una nueva oportunidad, lo único que deseamos es que sea feliz. Y mi intención con esta visita es aclarar las cosas, estar seguro de que entiendes en lo que te metes si ella decide aceptarte y para decirte que ella no está sola, aún tiene una familia y que tanto tu como ella pueden acudir a nosotros en el momento en que lo deseen o que lo necesiten.

Esas habían sido las palabras de Santiago el día anterior, y él pensó que se marcharía después de eso, aunque ya era tarde, pero en lugar de hacerlo, pidió hablar con Lidia al día siguiente y él no se lo podía negar, así que ahí estaban.

Para su gusto llevaban demasiado tiempo ahí dentro, tiempo en el que él podría estar perdiéndola, pero no podía hacer nada, más que esperar.

Fue más de una hora lo que Santiago estuvo con ella, cuando por fin salió se despidió de él, no aceptó su invitación a comer porque aún tenía asuntos que arreglar antes de volver a su rancho, pero le aseguró que pronto se verían para hablar nuevamente.

_ Ve con ella. - le había dicho. - te necesita.

Él se apresuró a entrar al despacho, mientras Consuelo acompañaba a Santiago a la salida.

Cuando entró la encontró mirando a través de la ventana, su rostro estaba sonrojado, se notaba que había estado llorando, él se acercó temeroso de que lo rechazara.

Lidia. - la llamó con precaución.

Ella se volvió, lo miró por un instante y se hecho a sus brazos, él la recibió conmocionado, no esperaba esa reacción, más bien esperaba su rechazo, un "disculpa, pero no estoy preparada" o un "disculpa, pero no te amo" sin embargo sin palabras lo aceptaba.

El la rodeo con ternura, depositó con suavidad un beso sobre su cabeza y aspiro el aroma de su pelo, era tan agradable tenerla así, quería que esto durara por la eternidad.

_ Roberth. - habló por fin ella. ¿Me sigues queriendo? - levantó su mirada hacia él.

_ Siempre lo haré. - la miró con ternura. _aún si tú me rechazaras, mi amor permanecería para siempre.

_ ¿Por qué yo? - preguntó aún con incredulidad.

_ Porque eres la mejor. - la miró con amor. Porque eres una mujer excepcional, porque tienes lo que yo admiro y necesito de una mujer y porque me llenas, porque sé que sin ti no podría seguir, tú alegras mis días y me das fuerzas para levantarme cada mañana, porque te has vuelto esencial para mí y porque eres la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra.

Ella rompió a llorar, nunca jamás nadie le había dicho eso, con Alfonso todo se daba por sentado y aunque era tierno y considerado con ella, siempre había estado muy marcado que él era el macho, el que mandaba, al que se le obedecía y ella la que satisfacía todos sus deseos, aunque lo hiciera con gusto, sin embargo con Roberth hablaban, él le decía lo que sentía por ella y le daba a ella la libertad de hacerlo también, con él no había esa barrera invisible de superioridad, con él podía hablar claro sin temor a ser censurada, podía decirle que no quería estar con él y el no armaba un escándalo, simplemente le decía que la esperaría, y seguía intentando conquistarla. En cambio, con Alfonso quizás hasta la vida hubiese perdido si ella se hubiera atrevido a rechazarlo. Pero ya no estaba con él, ahora era Roberth quien deseaba tenerla a su lado. Por fin veía las cosas claras, ya no existía ningún obstáculo, era tiempo de escuchar a su corazón, Alfonso era su pasado y Roberth su presente y su futuro, nunca más se permitiría, sentirse culpable por amarlo.

Lo rodeo con sus brazos y buscó su rostro. El la miró por unos segundos incrédulo por lo que sucedía. Los ojos de ella aún húmedos por las lágrimas le daban su aprobación, el no perdió la oportunidad y tomó sus labios en un tierno, pero apasionado beso. Ella lo aceptó y lo recibió con ansia, le estaba dando el sí, sin palabras.

_ ¿Te casaras conmigo? - interrogó él con voz ronca después de separarse.

_ Si. - dijo con sus ojos cristalizados. _ lo haré, seré tu esposa. pero... - lo detuvo cuando vio la emoción en su rostro. _ tendrás que tenerme paciencia. No estoy a tu altura y quiero prepararme.

El la miró sorprendido.

_ El que dice si estás a mi altura o no soy yo. - dijo saliendo de su estupor ante su comentario tan fuera de lugar. _ en todo caso quien no estaría a tu altura sería yo. Sin padres, criado por malhechores, siendo la mayor parte de mi vida un delincuente, un fugitivo de la justicia, no creo que con esos antecedentes esté a la altura de nadie. - dijo mirándola a los ojos.

Ella comprendió su punto y lo volvió a abrazar. Los dos venían de situaciones difíciles, los dos tenían sus carencias, virtudes y defectos, pero por sobre todo ellos se amaban y se daban una oportunidad, era tiempo de cambiar esos corazones atormentados. Era tiempo de mirar hacia el futuro.

_ Te amo. - susurró él con ternura, ella le ofreció sus labios, él la beso y ambos se perdieron en sus sensaciones.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora