Capitulo 30

20 9 1
                                    

La botella giraba hasta que se detuvo en Profetus. Todos lo miraron con ojos sospechosos.
—Venga pero tampoco me vean así.—Dijo retrocediendo. —Confieso que no creo enamorarme alguna vez.—Dijo Profetus sin importancia.
—Uhh, empezamos fuerte.—Dijo Alanna.
—Gírala ahora.—Dijo Seth.

La botella giró y apuntó a Alanna, esta rio ya que todos le hicieron burla por andar de chistosa.
—Vaya, confieso que soy Virgen amigos y no sé nada sobre el sexo.—Dijo Alanna sonando más ebria que nada.

Todos gritaron y rieron con su confesión, Dorian era el único que no lo hacía. Al contrario la veía con una pizca de ternura para ser sinceros. Alanna giró la botella y le tocó esta vez a Seth.
—Esto se está poniendo interesante.—Dijo Dorian levantándose.
—Estupido.—Dijo riéndose. —Confieso que jamás he tenido una sola relación estable en mi vida.—Dijo levantando los hombros.
—Pero te has acostado con medio reino, hermano.—Dijo Profetus riéndose.

Marina que estaba recargada sobre el, río y lo volteó a ver con una cara que no expresaba sorpresa, Seth sintió miedo a cómo reaccionaría con eso pero al verla reír se sintió mejor.
—Tranquilo...—Dijo Marina en un susurro.

Seth giró la botella con fuerza y todos le gritaron que porque le daba así que tardaría mucho en detenerse. Todos golpeaban el piso para hacer suspenso y ver quien seguía.
—¡Dorian!—Gritaron todos.
—Queremos algo oscuro cariño.—Decía Alanna moviendo sus manos.
—Y sucio.—Dijo Seth alzando su vaso.
—Apenas se juntan ustedes dos.—Dijo frotando su sien. —Confieso que en las guerras en las que hemos peleado, siempre regresó al campo para enterrar a todos los que murieron en acción.—Dijo viendo su vaso.
—¿Por qué haces eso pescadito? Es normal que las personas mueran en las guerras y eso sería un trabajo de nunca acabar.—Dijo Marina riendo incomoda.
—No lo hace solo.—Dijo Profetus levantándose. —Comencé ayudarlo cuando lo descubrí hace meses.—Dijo Profetus chocando su vaso con el.
—Así es, Profetus me encontró una vez y se pasó dos dias ayudándome a enterrarlos a todos.—Dijo Dorian tomándoselo. —Y lo hago porque son guerreros que no escogieron esa vida, merecen irse en paz si así los dioses lo dictan.—Agregó.
—Entonces los entierras para que sus almas tengan la oportunidad de ser juzgadas.—Dijo Alanna sorprendida.
—Ya sea que terminen en el infierno o en los campos de Elíseos pero merecen un sepelio propio.—Dijo Dorian.

Todos se quedaron meditando la confesión que les había dado Dorian, solamente se podía escuchar la viva melodía de fondo.
—Bueno venga, esto no es un funeral, me bajaste lo ebrio con tu confesión.—Dijo Seth dándole un trago a una de las botellas y pasándola.
—Si subamos mejor un poco la música y hagamos algo divertido.—Dijo Profetus levantándose.
—Oh viejo, mañana no despertaremos es en serio.—Dijo Dorian sabiendo a lo que se refería.
—¿De que hablan?—Pregunto Marina sentándose bien.
—Es un pequeño juego que inventamos cuando éramos adolescentes.—Dijo Seth en su nuca.
—Es un ligero hechizo que...nos hará viajar en el tiempo.—Río Profetus poniendo sus brazos detrás de él.
—¿Viajar?—Pregunto Alanna confusa.
—Es un hechizo psicológico nena, digamos que es como si fuera algo alucinógeno, es lo que los mundanos llaman, ¿drogas?—Dijo Dorian.
—¡Por los dioses Profetus! Siempre pensé que tú eras el papá del grupo.—Dijo Alanna riéndose fuertemente.
—La mayoría parte del rato lo soy pero...—Dijo Profetus riéndose.
—Cuando nos juntamos su personalidad cambia por completo.—Dijo Seth pegándole un trago a la botella. —¿Quieren intentarlo chicas? Es mucho mejor que las drogas mundanas, esto no te deteriora ni vuelve loco o adicto.—Dijo empujando a Marina.
—Que más da, hagámoslo.—Dijo Alanna.

Profetus y Dorian rieron, ambos comenzaron a mover sus manos alrededor en círculos y comenzaron a salir burbujas del agua, estas comenzaron a esparcirse por su círculo y todos comenzaron a reírse y sentir su cuerpo más dormido.
—¿Como se sienten?—Pregunto Profetus.
—Es...fantástico.—Dijo Alanna viendo como las burbujas cambiaban de colores.
—Me siento tan relajada y...—Dijo Marina suspirando.
—Libre.—Dijeron ambas.

Hasta el fondo del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora