Hasta el fondo del mar

Capitulo 6

Mientras Dorian seguía metido en sus pensamientos, sus padres prestaban atención a su hijo que estaba con ellos pero a la vez no lo estaba. Comenzaron hablarle y no respondía, Dorian escuchaba sus voces muy a lo lejos hasta que comenzaron hacerse más intensas.
—Dorian!—Grito su madre.
—Madre disculpa, ¿que estabas diciendo?—Pregunto Dorian recién sacado de sus pensamientos.
—¿En que pensabas hijo mío?—Pregunto su padre.
—Nada padre, recordando la hermosa historia de como su amor floreció.—Dijo Dorian tomando un bocado de su platillo.
—Amara, amor mío creo que nuestro hijo es un romántico.—Dijo el rey viendo los ojos de cachorro que ponía su hijo.
—Pues déjame informarte que eso lo aprendió de ti, querido esposo.—dijo con una sonrisa de lado la reina. —Te recuerdo que tenías casi su edad cuando decidiste que querías conquistarme.—Continuo hablando ahora con sus brazos cruzados.

El rey estalló de risas con los comentarios de su esposa antes de que pudiera dar su contraataque el cocinero que había entrado antes venía acompañado de las mismas acompañantes pero ahora con postres en sus charolas, entraron otras dos mujeres para recoger los platos que se encontraban ya sucios y hacer espacio para el postre.
—Giovanni cada vez tu comida es más espléndida!—Dijo el rey dándole un fuerte aplauso.
—Mi señor, hago mi mejor esfuerzo para complacerlos a usted y a mi señora, y nuestro joven príncipe por supuesto.—Dijo el cocinero agradecido con su rey.
—Pues tu esfuerzo es bien reconocido! Todo tu equipo debería estar muy orgulloso, tómense el resto de la noche libre.—Dijo la reina dándoles una cálida sonrisa. —Han hecho mucho estos días véanlo como nuestra forma de agradecimiento.—termino de hablar.
—Mi señora, estamos muy agradecidos con ustedes, es un honor servir a una familia como la nuestra.—Dijo Giovanni junto a sus ayudantes haciendo una reverencia a los monarcas.
—El honor es nuestro.—Dijeron los tres al unísono.

Una vez que dejaron los postres, Giovanni y las mujeres que venían acompañándolo salieron del comedor para dejar a la familia terminar en privado; Giovanni junto a los demás integrantes de la cocina comenzaron a recoger para disfrutar de su noche libre y de su fin de semana de descanso.
—¿En que estábamos padre?, creo que estabas a punto de soltar un contraataque contra mi madre.—Dijo Dorian burlón probando el trozo de pastel que habían servido en su plato.
—Cierto hijo mío.—Dijo El rey con una mirada de perversion en el. —Hasta donde recuerdo tu fuiste la que salió llorando porque viste que unas jóvenes me abrazaban, ¿quien estaba enamorado de quien querida?—termino de agregar el rey.
—Imbecil.—Soltó la reina.
—Madre!!, que es ese vocabulario impropio de la reina de Atlantis.—Dijo estallando en una carcajada Dorian.
—Por eso te amo, querida.—Dijo el rey uniéndose a su hijo en su risa.
—¡Ustedes dos son unos inmaduros!, es como si tuviera dos hijos.—Dijo la reina en un suspiro.
—Oh Madre! Sabes que te amamos.—Dijo Dorian terminando de reírse y tomando su mano.
—Yo también los amo hijo mío pero tú y tu padre se pasan de estupidos en ciertas ocasiones.—Dijo la reina negando con la cabeza.
—Mínimo no nos dijo idiotas, hijo mío.—Dijo el rey levantando sus hombros.

Los tres rieron y terminaron sus deliciosos pasteles, la reina les ordenó a su esposo e hijo que se quedaran a recoger los platos restantes como castigo, y que ningún miembro de limpieza podría ayudarlos; ambos iban como púlpitos regañados, formaron un plan para hacer todo rápido con sus poderes. El rey los bañaría todos en jabón y Dorian usaría un torbellino para quitarles el jabón.
—Nada de magia!—Grito la reina desde el pasillo.
—Si madre.—Dijeron los dos tristes.
—Soy tu esposa Dorothes!, compórtate—Dijo enojada entre risas.
—Lo que digas mi cadillito.—Dijo el rey dulcemente.

La reina continuó caminando con una sonrisa en su rostro, sin importar los años ella estaba aún enamorada del mismo hombre desde pequeña, caminando pensaba en lo mucho que ellos dos habían pasado y como el destino siempre los quiso juntos, agradeció a los siete mares por haberlos unido y permitirles tener un hijo.