Capítulo LXXI - Quietus

491 50 11
                                    

ARESTO MOMENTUM

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ARESTO MOMENTUM

— CAPÍTULO LXXI

Q u i e t u s 

A la llegada del verano, Emily y Richard Granger habían preparado, como de costumbre, un especial viaje con el que pasar las vacaciones en familia. Contando con la compañía de Hermione, se desplazaron hasta Grecia durante el mes de julio, disfrutando de sus largas costas, sus numerosas islas y sus playas. La muchacha quedó fascinada por su rica cultura y su historia, y disfrutó sobremanera sus visitas a los monumentos más emblemáticos, en especial la ciudad de Delfos, lugar que la inspiró como ningún otro.

—¿Sabes que tu nombre deriva de Hermes, el mensajero de los dioses griegos? —le comentó su madre una vez tomaron asiento en uno de los peldaños de piedra del antiguo teatro—. Era también el Dios del ingenio, la elocuencia y la rapidez de pensamiento. Guiaba las almas de los muertos en el infierno, era símbolo de prosperidad y el patrón de diversas artes.

—¿De verdad? —preguntó ella con los ojos brillantes.

—Es también el nombre que recibió la hija de Helena y Menelao, reyes de la Esparta micénica —añadió su padre—. Pero tu madre y yo siempre hemos creído que tienes más afinidad con el heraldo de los Dioses.

—Nunca me lo habíais contado —suspiró ella—. Siempre pensé que mi nombre provenía de la literatura inglesa...

—Buscábamos un nombre diferente para ti, que fuera poco común... y tú siempre le has hecho justicia —admitió Emily, contemplándola con orgullo—. Eres única e irreemplazable, Hermione. Nuestra pequeña bruja.

Los tres se fundieron en un cálido abrazo que Hermione, tiempo después, todavía podía recordar con impoluta claridad, inundando su pecho de ternura. Cada verano que pasaba junto a sus padres superaba al anterior con creces, y deseaba con todas sus fuerzas que siguiera siendo así durante muchos años más.

A la vuelta, empezando el mes de agosto, Hermione recibió la correspondencia de sus amigos, y la que le escribía Ron fue la más especial: en su carta, la invitaba a la final de los Mundiales de quidditch, que después de más de treinta años volvía a celebrarse en Gran Bretaña, siendo una oportunidad única. Su padre había conseguido entradas de primera clase gracias a sus conocidos en el Departamento de Deportes y Juegos Mágicos y, debido a que la fecha del evento quedaba próxima a la vuelta a Hogwarts, Ron también la invitaba a quedarse con ellos en lo que quedaba de vacaciones de verano.

Sus padres, que no podían estar más agradecidos con el convite, se ofrecieron a acompañarla hasta el hogar de los Weasley. Así, un par de días antes de que se celebrara el Mundial, Hermione llenó su baúl de ropa, libros y material escolar y se colgó la guitarra en la espalda. Había repasado hasta el último rincón de su dormitorio para no dejarse olvidados ninguna pluma ni ningún libro de embrujos, y había despegado de la pared el calendario en que marcaba los días que faltaban para el inicio de septiembre. Completamente segura de que llevaba todo cuanto necesitaba consigo, cargó su equipaje en el maletero del coche y se dispuso a emprender el viaje junto a sus padres.

Aresto momentumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora