Capítulo XXV - Lumos solem

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ARESTO MOMENTUM

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ARESTO MOMENTUM

— CAPÍTULO XXV —

L u m o s   s o l e m

Hermione abrió cuidadosamente la puerta de roble de su dormitorio en cuanto oyó la señal acordada. Tres sutiles golpes sobre la madera le indicaron que, al otro lado de la puerta, Harry y Ron se encontraban preparados.

Intentando mantener aquel silencio inexpugnable, la muchacha abandonó lentamente sus aposentos, dejando tras de sí el apaciguado dormir de sus dos compañeras de habitación.

—¿Todo listo, chicos? —preguntó con nerviosismo, habiendo girado sobre sí misma y encontrándose con los rostros intranquilos de sus dos amigos.

Tanto Harry como Ron asintieron con poco convencimiento, ante lo que ella no pudo hacer más que contemplarlos con cierto pavor: los tres compartían aquellos nervios que se les posaban a flor de piel, hecho comprensible dada la importancia que tendía su cometido.

Con sigilo, los tres descendieron la escalera de caracol y alcanzaron el desierto vestíbulo de la sala común.

—Será mejor que nos pongamos la capa aquí —les sugirió Harry en voz baja, desplegando la tela con sus manos—. No vaya a ser que volvamos a salir sin ella...

Hermione le dedicó una media sonrisa, recordando con cierta aflicción aquella noche en la que habían sido descubiertos.

Mientras el de cabellos azabaches se distraía extendiendo la capa, la castaña se fijó en el pelirrojo y en el artefacto que éste portaba en las manos.

—¿Qué es eso, Ron?

—Es la flauta que Hagrid le regaló a Harry por Navidad —le aclaró él, acariciando la madera con la que ésta estaba compuesta—. Tengo una idea que me gustaría llevar a cabo.

Hermione se permitió rodar los ojos, no muy convencida de sus intenciones.

—Venga, será mejor que nos cubramos —les anunció entonces Harry.

Pero antes de que los muchachos pudieran ocultarse bajo la capa, una figura conocida descendió las escaleras y les observó con cierta aversión.

—¡Neville! —exclamó Ron—. No deberías estar aquí.

El muchacho se posicionó entonces ante ellos con los brazos cruzados.

—Vosotros tampoco —respondió éste—. Vais a salir de nuevo, ¿no?

—Neville, escucha... —intentó Harry calmarle.

—¡No! ¡No os lo permitiré! Vais a meter a Gryffindor en aprietos otra vez —vociferó el muchacho, alzando los puños con poco convencimiento—. Yo... yo lucharé contra vosotros.

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