Capítulo XX - Accio

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ARESTO MOMENTUM

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ARESTO MOMENTUM

— CAPÍTULO XX —

A c c i o ❞

Pese a la marcha de la Navidad, parecía que el castillo permanecía sumido en aquella bonita festividad, pues el colegio aún la celebrara con una serie de eventos a forma de honrarla como mejor sabían.  

Aquella mañana, después del desayuno, tanto alumnos como profesores estaban convocados a la adaptación teatral de uno de los cuentos populares de Beedle el Bardo, La fuente de la buena fortuna, representación que iba a ser llevada a cabo por algunos de los fantasmas del castillo.

Según Percy les había contado, aquel era el primer año que se retomaba tan hermosa tradición, pues hacía más de medio siglo, el profesor Dippet, antiguo director de Hogwarts, la había prohibido debido a un desafortunado incendio que se sufrió durante una de las representaciones.

Tanto Harry como Ron se encontraban muy animados ante el evento, cosa que demostraron durante el desayuno, hablando de ello como un gran suceso: Hermione, sin embargo, se había mostrado muy reacia ante el buen humor de sus compañeros aquella mañana. Sus ojos estaban sometidos al cansancio que sentía después de no haber podido conciliar el sueño, su estómago no le había permitido ingerir más que medio zumo de calabaza y sus pensamientos la mantenían absorta por completo, siendo incapaz de concentrar su atención en nada que no fueran sus reflexiones internas.

De nuevo, la castaña se encontraba luchando a viento y marea contra sus sentimientos, los que una y otra vez la incitaban a alzar la cabeza en busca del dueño de sus males, apenas a unos metros de ella, desayunando en la mesa de profesores.

Desde que se había visto junto a Snape en el espejo de aquella aula en desuso que no había sido capaz de pensar en nada más, intentando comprender el porqué de aquel hecho que tanto la perturbaba.

Entendía que Harry hubiese visto a sus padres. A fin de cuentas, ¿qué deseo había más fuerte que el de conocerles, habiéndoles sido arrebatados tan pronto?

Entendía también que Ron se hubiese visto a sí mismo alcanzando puestos que él consideraba de gran importancia. ¿Qué tipo de chico de su edad no soñaría con algo similar?

Sin embargo, no era capaz de entender porqué ella se había visto junto a Snape. ¿De verdad era su más recóndito deseo, o el espejo también era capaz de equivocarse?

Indignada consigo misma, la muchacha suspiró con pesadez, bajando la vista hasta sus manos con resignación. Se encontraba mentalmente agotada y no sabía como frenar aquella espiral repleta de desazón en la que se encontraba perdida.

—Es hora de que alguien desayune —reconoció la voz del Hufflepuff a su lado, mientras el muchacho llamaba su atención, mostrándole aquella rana de chocolate que sujetaba entre sus dedos.

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