Capítulo XIX - Silencio

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ARESTO MOMENTUM

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ARESTO MOMENTUM

— CAPÍTULO XIX —

S i l e n c i o

Era difícil decidir cuál de los regalos sería el primero en ser desenvuelto.

Los tres muchachos decidieron dejarse llevar, tomando así los primeros presentes que encabezaban aquel gran cúmulo de presentes.

Sin apenas percatarse de ello, las manos de cada uno habían ido a parar a un regalo distinto pero de misma procedencia: los tres, emocionados, desenvolvieron con rapidez aquel envuelto, y supuso una sorpresa que al descubrirlo, de su interior salieran tres suéteres de idéntico bordado.

Hermione observó el suyo con curiosidad: en el centro de éste, sobre la lana azulada, se encontraba bordada una enorme H bañada de oro.

—Me parece que los tres hemos cogido el regalo de mamá —exclamó Ron, observando el suéter que sus compañeros sostenían entre sus manos—. Tiene una gran afición por tejer... sé que no es gran cosa, chicos.

Tanto Harry como Hermione negaron su afirmación con la cabeza.

—Es estupendo, Ron —exclamó el de cabellos azabaches con los ojos repletos de emoción, vistiéndose con aquel suéter de lana esmeralda—. Dale las gracias a tu madre por el presente. Es un gran regalo.

Hermione procedió a imitar el gesto de su amigo, probándose aquel suéter que, sorprendentemente, le encajó a medida.

—Aunque todavía no he tenido el placer de conocerla en persona, dale también las gracias de mi parte, Ron —se añadió la muchacha con una cálida sonrisa—. Y por supuesto, gracias a ti también por hablarle de mí... dudo que se hubiera molestado a tejerme este maravilloso suéter si no fuera así.

Las mejillas del pelirrojo tomaron un tono más anaranjado que de costumbre, víctima de la timidez.

Una vez los tres muchachos se hubieron vestido con aquella dedicada prenda de la Sra. Weasley, procedieron a abrir el resto de regalos.

Harry había recibido una moneda de cincuenta peniques por parte de los Dursley, una flauta de madera tallada por Hagrid, unas grageas Bertie Bott que Hermione había comprado y unas bombas fétidas por cortesía de Ron.

El pelirrojo, por su parte, también había recibido regalos de sus dos amigos: el de cabellos azabaches le había regalado caramelos escupe-fuego, y la castaña, ranas de chocolate. Lo que más le había maravillado eran los artículos de broma por parte de Fred y George, a quienes más tarde agradecería el detalle.

Hermione, por otro lado, había recibido un sombrero tiñe-cabello de Harry, una pluma hace-cosquillas de Ron, una serie de libros que su padre le había comprado y una caja de lápices para dibujar de parte de su madre... además, la muchacha se contentó al encontrar, junto a éste último presente, una caja con todo tipo de infusiones que había pedido a su madre en su envío, un día atrás, y a la que pensaba dar a muy buen recaudo si el coraje así se lo permitía.

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