Capítulo LXXIII - Sepelio

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ARESTO MOMENTUM

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ARESTO MOMENTUM

— CAPÍTULO LXXIII

S e p e l i o 

El Sr. Weasley les despertó cuando apenas llevaban unas pocas durmiendo. Usó la magia para desmontar las tiendas, demasiado preocupado como para entusiasmarse a hacerlo al modo muggle, y dejaron el cámping tan rápidamente como pudieron. Se acercaron al punto donde se hallaban los trasladores, oyendo voces insistentes, y terminaron poniéndose en la cola. Con la luz del alba, regresaron por Ottery St. Catchpole hacia La Madriguera sin apenas hablar debido al cansancio, y cuando doblaron el recordo del camino, se encontraron con la edificación torcida.

Por el húmedo camino vieron a la Sra. Weasley corriendo hacia ellos, todavía calzada con las zapatillas que se ponía para salir de la cama, la cara pálida y tensa y un ejemplar estrujado de El Profeta en la mano. Hermione se enterneció al pensar que los había estado esperando en el jardín delantero.

—¡Gracias a Dios, gracias a Dios! —exclamó, echándole a su marido los brazos al cuello y dejando caer el periódico—. ¡Arthur, qué preocupada me habéis tenido, qué preocupada!

Hermione miró el ejemplar de El Profeta que había caído al suelo, y distinguió el titular «Escenas de terror en los Mundiales de quidditch», acompañado de una centelleante fotografía en blanco y negro que mostraba la Marca Tenebrosa sobre las copas de los árboles.

—Estáis todos bien —murmuró la Sra. Weasley, mirándolos con los ojos enrojecidos y repartiendo sus abrazos—. Estáis vivos, mis niños...

—Vamos, Molly —la recogió el Sr. Weasley, llevándola hacia la casa—. Ya ves que estamos todos bien.

Hermione, tomando el periódico del suelo, les siguió el paso y todos entraron algo apretujados en la pequeña cocina. Ella lo dejó encima de la mesa y le preparó una taza de té muy fuerte a la Sra. Weasley, en el que su marido insistió en echar unas gotas de whisky envejecido de Ogden. Con algo más de calma, el Sr. Weasley tomó el ejemplar de El Profeta y echó un vistazo a la primera página.

—Me lo imaginaba. «Errores garrafales del Ministerio... los culpables en libertad... falta de seguridad... magos tenebrosos yendo por ahí libremente... desgracia nacional...» —resopló, entornando los ojos con fastidio—. ¿Quién ha escrito esto? Ah, claro... Rita Skeeter... y veo que me menciona.

—¿Dónde? —balbuceó la Sra. Weasley, atragantándose con el té con whisky—. ¡Si lo hubiera visto, habría sabido que estabas vivo!

—No dice mi nombre... pero escucha: «Si los magos y brujas aterrorizados que aguardaban ansiosamente noticias del bosque esperaban algún aliento proveniente del Ministerio de Magia, quedaron tristemente decepcionados. Un oficial del Ministerio salió del bosque poco tiempo después de la aparición de la Marca Tenebrosa diciendo que nadie había resultado herido, pero negándose a dar más información. Está por ver si su declaración bastará para sofocar los rumores que hablan de varios cadáveres retirados del bosque una hora más tarde.» —les leyó él—. Vaya, francamente... no hubo ningún herido, ¿pero qué se supone que tendría que haber dicho? «Rumores que hablan de varios cadáveres retirados del bosque...». Desde luego, habrá rumores después de publicar esto.

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