Capítulo XLIV - Tarantallegra

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ARESTO MOMENTUM

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ARESTO MOMENTUM

— CAPÍTULO XLIV —

T a r a n t a l l e g r a

La clase de Pociones de aquella confusa mañana había traído consigo los típicos sonidos de cada lección: los calderos crepitaban y soltaban leves estallidos, y el silencio inexpugnable que reinaba en el aire se cortaba al ruido de los golpes de los cuchillos sobre las tablas de cortar, así como el pisar de Snape alrededor de las mesas, quien estudiaba con minuciosidad cada caldero junto al que pasaba.

—Empezad a guardar las muestras en vuestros respectivos frascos, alcornoques —exclamó la voz decidida del hombre, una vez su andar se hubo detenido junto a la tarima, dirigiendo su hablar a toda la clase—. El que no lo haya depositado sobre mi escritorio en el transcurrir de estos últimos tres minutos ya conoce su impecable calificación.

Los nervios salieron a flote, como normalmente lo hacían, tras aquellas palabras de advertencia: gran parte del alumnado se apresuró en verter torpemente la muestra del contenido de su caldero en el frasco entregado, orando por obtener una puntuación que superase el aceptable.

Snape solía permitirse disfrutar de aquellos últimos minutos de clase, en los que, dispuesto frente a sus alumnos, contemplaba sus rostros inquietos y se deleitaba con su angustia particular; sin embargo, aquel día, su atención recaía, como en las últimas clases impartidas durante aquella tortuosa semana, en cierta muchacha de cabellos rizados y alborotados.

Sus labios se sellaron en una perfecta línea recta, mientras su mente divagaba acerca de la situación: insólitamente, durante aquella última semana, la muchacha había adquirido la costumbre de frecuentar uno de los pupitres más apartados y recónditos del aula; solía escudarse tras su más reciente compañero de pupitre, el inestimable Harry Potter, y por si aquello no resultaba suficiente, la pequeña ya no se atrevía a alzar la mano en sus clases, incluso cuando la respuesta resultaba tan sencilla que hasta el idiota de Crabbe habría sabido responderla.

Snape no había querido dejar pasar por alto todos aquellos detalles, pues sabía a la perfección a qué obedecían: Hermione lo estaba evitando a toda costa, y aunque no era algo que lo llegara a dañar emocionalmente, si causaba en él cierta desesperación.

Desde el desafortunado comentario que Neville había soltado en el Club de Duelo frente a su persona, el hombre no había hecho más que darle vueltas al tema, intentando comprender el trasfondo de aquel descabellado asunto: que la mejor de sus alumnos hubiera hurtado en su almacén no era algo que le trajera buenas expectativas, y más al haberse percatado de qué uso podría haberle dado aquella pequeña a sus ingredientes, tan característicos que solo una pócima podía llevarse a cabo con ellos...

Pero, ¿para qué necesitaría su sabelotodo la poción multijugos? ¿Para qué le habría mentido al incompetente de Neville, alegando que se trataba de Amortentia? ¿Por qué Lockhart siempre tenía que estar implicado en sus asuntos?

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