Capítulo LXXXV - Herbivicus

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ARESTO MOMENTUM

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ARESTO MOMENTUM

— CAPÍTULO LXXXV —

❝ H e r b i v i c u s ❞

Los campeones y sus parejas cruzaron el salón bajo la atenta mirada de todos los presentes, que seguían dedicándoles fervientes aplausos y vítores de inconfundible alegría.

Fleur y Herbert encabezaban la marcha con aspecto triunfal y paso decidido, enorgullecidos por el caluroso recibimiento que estaban recibiendo; Cedric se mantenía erguido con la vista al frente, luciendo una mueca de profunda seriedad, y Susan, prendida de su brazo, saludaba con la mano a todos cuantos reconocía a su alrededor; tras de sí, Harry se esforzaba en no tropezar mientras Luna, distraída contemplando todos y cada uno de los detalles que conformaban aquel espacio idílico, le sujetaba con delicadeza para que no cayera.

Cerrando la fila, Viktor sonreía tímidamente frente a una multitud poco habituada a ver en él esa clase de expresión, como si fuese el hombre más feliz del mundo y no le importase ocultarlo. Hermione, justo a su lado, trataba de esbozar una gran sonrisa mientras sus ojos reseguían todos y cada uno de los rostros de los que se encontraban presentes, buscando ansiosamente las facciones cetrinas de su profesor de Pociones en alguna de las mesas.

No fue hasta que se acercaron a la mesa principal que se dio cuenta que Snape estaba acomodado junto a la profesora Hooch, un par de mesas más allá, con la que conversaba con sumo interés. Ella, al igual que él, parecía poco interesada en prestar atención a la celebración que se estaba llevando a cabo.

Dumbledore les recibió con su amplia sonrisa de marfil. La expresión de Karkarov, en cambio, era la cara opuesta de la moneda. Ludo Bagman, que aquella noche llevaba una túnica de un color púrpura brillante con grandes estrellas amarillas, aplaudía con tanto entusiasmo como cualquiera de los alumnos. Madame Maxime, que había cambiado su habitual uniforme de satén negro por un vestido de seda suelto de color azul lavanda, aplaudía cortésmente. Pero faltaba el señor Crouch, como no tardó en notar Hermione. El quinto asiento de la mesa estaba ocupado por Percy Weasley, que llevaba una reluciente túnica de gala de color azul marino y lucía una expresión de gran suficiencia.

Hermione tomó asiento entre Luna y Viktor, y se fijó en que aún no había comida en los brillantes platos de oro; sólo unas pequeñas minutas delante de cada uno de ellos. Cogió la suya, dudando qué hacer a continuación, y miró a su alrededor. Frente a sí, Dumbledore leía su menú con detenimiento, y en determinado momento le dijo algo muy claro a su propio plato:

—¡Chuletas de cerdo!

Al instante, por obra de la magia que les rodeaba, las chuletas aparecieron sobre él. Captando la idea, los restantes comensales también pidieron a sus respectivos platos lo que deseaban, y se inició la cena. Mientras comían, Hermione conversó animadamente con Viktor, aprovechando la ocasión para conocerse un poco más.

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⏰ Última actualización: Nov 13 ⏰

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