ARESTO MOMENTUM
— CAPÍTULO LXII —
❝ I l l e g i b i l u s ❞
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El profesor Lupin, veloz como un rayo, se interpuso entre el boggart y la muchacha con los brazos extendidos y el pecho firme, dispuesto a servir de escudo humano. Rápidamente, el no-ser emitió su característico chasquido y el cadáver se transformó en una ingente y definida luna llena que removió, más si cabe, el estómago del hombre. Con maestría, blandió su varita y lo convirtió en el mismo globo que la vez anterior, encerrándolo en el armario y acallando así su reinado de terror.
Con el aliento sofocado, viró sobre sí mismo para encontrarse con una temblorosa Hermione que estaba siendo víctima de los propios latidos desbocados de su corazón, sintiéndose desvanecer ante su falta repentina de aire. Decidido, se inclinó hacia su persona y la cargó entre sus brazos mientras ella sollozaba desconsolada, dejándose arropar: cruzó la sala a pasos cautelosos y se situó frente al marco de la puerta, adentrándose en su dormitorio particular y estirando a Hermione sobre su catre con delicadeza.
Visiblemente afligido, se sentó a un lado de la cama y tomó las manos de la chica entre las suyas, sintiendo su tacto helado. Aunque lo que había presenciado era cuanto menos insólito, sabía que sus dudas internas podrían esperar: su preocupación residía ahora en ella y su bienestar.
—Lo que sientes es atemorizante, Hermione, pero no es peligroso —musitó con dulzura—. Va a pasar... y yo estoy aquí para lo que necesites.
La voz pausada del profesor Lupin y sus acertadas palabras tuvieron un poderoso efecto que lentamente fue manifestándose en ella: sus sollozos cada vez se volvieron más sosegados, sus latidos empezaron a retomar el compás habitual y el temor fue esparciéndose a medida que los minutos transcurrían, otorgándole la razón.
—Lo... lo siento... —balbuceó Hermione, una vez se sintió lo suficientemente valiente como para abrir los ojos y devolverse a la realidad que verdaderamente le correspondía.
Al hacerlo, se encontró con la humilde sonrisa que el profesor le ofrecía, aquella que era capaz de transmitirle una paz indescriptible y que la ayudó a sentirse algo más habituada.
—No debes disculparte por nada —le aseguró él, afable—. Te traeré algo, ¿está bien?
La muchacha se incorporó en el catre, apoyando la espalda sobre uno de los cojines que acompañaban el cabezal, y asintió con la cabeza no muy convencida. Se notó extrañamente vacía en cuanto las manos de Lupin se soltaron del agarre, y a pesar de que sabía que apenas tardaría en regresar, sintió su ánimo flaquear cuando le vio cruzar el marco de la puerta. Con cierta desesperación, y habiéndose secado las lágrimas que cubrían sus mejillas con las mangas de su jersey de lana, se abrazó a sus rodillas y apoyó la frente sobre ellas, cerrando los ojos y haciendo un esfuerzo sobrehumano por librar su mente de aquella tormentosa visión que la golpeaba incesantemente, mareándola por completo.
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Aresto momentum
FanfictionDel amor al odio hay un paso. Del odio al amor, hay una aventura. Hermione Granger y Severus Snape se enfrentan a los ocho años más significativos de sus vidas, los que a su vez cambiarán drásticamente el destino del mundo mágico. Con el...