Capítulo XXI - Scintilla

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ARESTO MOMENTUM

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ARESTO MOMENTUM

— CAPÍTULO XXI —

S c i n t i l l a ❞

La recuperación de horas de sueño había supuesto una significativa y pronta recuperación para la salud mental de cierta castaña, quien se había dispuesto, aquella mañana de invierno, a afrontar el día con la mejor de sus sonrisas.

Pese a no haberse levantado tan temprano como le hubiera gustado, el humor de la Gryffindor parecía ser inmejorable. Gracias a haber asumido de una vez por todas el motivo de sus sentimientos, la muchacha sentía mucho más liviana la carga que suponía acarrear con todas aquellas emociones. Había aprendido a aceptar que era inútil luchar contra aquello que sentía; aceptarlo, por otro lado, conseguía hacerla feliz.

Sus amigos se alegraban enormemente de verla tan mejorada respecto a días atrás. Tanto Harry como Ron se habían conformado pensando que aquellos cambios se debían a cosas de chicas, mientras Malcolm, ya siendo consciente del motivo, prefirió reservarse el tema, no queriendo estorbar su felicidad al menos durante aquellas primeras horas.

Aprovechando la buena disposición por parte de la castaña, el Hufflepuff la había convencido para asistir a su entreno de Quidditch aquella misma tarde. Lo que Hermione no se esperaba era que Malcolm cumpliera con su cometido, subiéndola en una de las escobas con la más firme intención de hacerla participar como jugadora junto a él.

—No quisiera dudar de tu amistad, Malcolm —balbuceó la muchacha, viéndose a cincuenta metros por encima del césped del estadio—, pero, ¿seguro que no pretendes matarme con esto?

El rubio sonrió con picardía, manteniéndose frente a ella subido en su propia escoba.

—Confía en mí, Hermione; te lo vas a pasar en grande—inquirió el muchacho, alternándose con fuerza la quaffle entre sus manos mientras se mantenía estabilizado con gran habilidad—. ¿Qué te parece si empezamos con unos pases, a modo de calentamiento?

—Me parece una idea horrorosa.

—Estupendo —sonrió el muchacho—. ¡Pues vamos a empezar!

Sin aviso previo, Malcolm lanzó la pelota en alto con intención que Hermione la atrapara al vuelo; ella, ante la situación, no supo hacer más que agarrarse con fuerza al palo de la escoba, la cual salió disparada en busca de su objetivo.

Con el corazón desbocado, atorándosele la respiración en la garganta, la Gryffindor se atrevió a alzar con pavor una de sus manos, abandonando la seguridad del agarre, y tanto para su sorpresa como para la de Malcolm, sus dedos lograron atrapar con impoluta precisión la escurridiza quaffle.

Aún sin poder creerlo del todo, la muchacha observó con curiosidad aquella pelota que ahora mantenía entre sus manos. Una vez hubo digerido su asombro ante aquel logro inesperado, procedió a fulminar con la mirada a su compañero.

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