Capítulo LV - Scarabaeus

617 56 23
                                    

ARESTO MOMENTUM

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ARESTO MOMENTUM

— CAPÍTULO LV —

S c a r a b a e u s

Hermione aspiró con lentitud el aroma que desprendía su zumo de calabaza, manteniendo el vaso entre sus manos, e instintivamente sonrió. Había echado mucho de menos sus madrugadas en el castillo, y cuando contempló los rostros de los que se encontraban sentados a su alrededor, supo que se hallaba justo donde debía.

—Por fin vuelvo a sentirme como en casa —suspiró Susan, admirando con asombro la inmensidad de aquellas cuatro paredes entre las que se encontraban protegidos—. He soñado tantas veces con volver a estar aquí...

Manteniendo aquella sonrisa entre sus labios perfilados, Hermione observó de reojo la mesa de los profesores, encontrándose rápidamente con la figura sombría que se mantenía inmersa en su desayuno, ignorando por completo a los que le acompañaban en la gran superfície. Sí, podía entender perfectamente a Susan: ella también había soñado infinidad de veces el volverse a encontrar allí... tan lejos pero a la vez tan cerca de él. Su terco por excelencia.

—Yo también, Susan —intercedió el tono burlón de Malcolm, que hacía malabares con su propia varita—. Lo cierto es que llevo todo el verano deseando hacer algo...

La Gryffindor, divertida, alzó una ceja con incredulidad, sabiendo de antemano que su compañero era incapaz de estar tramando algo bueno.

—¿Ah, sí? —ansió saber ella, no pudiendo reprimir el sarcasmo en cada sílaba—. ¿Y de qué se trata?

—No sé si debo decirlo... —prosiguió Malcolm, haciéndose de rogar.

—Déjate de tonterías ya —exigió un alegre Cedric que devoraba con ansia los tritones de jengibre de su bol de plata—. Haz tu estúpido truco para que pueda seguir comiendo con tranquilidad.

—Eres muy grosero, capitán. Acabas de proclamarte sujeto de experimento —aludió el rubio con la misma socarronería, y sin dar tiempo de reacción a ninguno de los pocos que desayunaban en la mesa de Hufflepuff a aquellas horas de la madrugada, apuntó fijamente la túnica del castaño con la varita—. ¡Scarabaeus!

Dejando caer sobre el plato el tritón de jengibre a medio mordisquear, Cedric admiró los botones de su uniforme para comprobar, al igual que sus compañeros, cómo éstos se transformaban en escarabajos que trepaban por su torso. Levantándose abruptamente de su asiento, se sacudió la ropa, haciéndolos caer al suelo, y fulminó a Malcolm con la mirada, percatándose de cómo éste reía sin parar frente a él.

—Con que esas tenemos, ¿eh? —exclamó él sin perder el humor, desenfundando su varita y apuntando al plato de su compañero—. ¡Duro!

Aresto momentumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora