3. "Ojalá"

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Narra Guillermo

Sacudí la cabeza, queriendo quitarme de ella lo recientemente ocurrido, me fui hasta mi habitación —donde cogí unos calzoncillos azules de mi mesita de noche— y entré en el baño para darme una ducha rápida.

Comencé a enjabonarme todo el cuerpo, para seguidamente extenderme champú en el cabello. Me aclaré y salí de allí, colocándome rápidamente los bóxers, tras secarme un poco con la toalla que había colgada a un lado de la ducha.

Tomé mi móvil —el cual había dejado cerca por si alguien me llamaba—, conecté los auriculares a este y me puse algo de música.

El aleatorio, como era habitual, me ponía canciones que me recordaban a Samuel —por lo que no conseguí despejar mi mente, ni aun poniendo música—.

En ese momento, me acordé de algo. Mi padre guardaba una foto de ellos dos en uno de los cajones de su cuarto, aunque no sabía exactamente dónde.

Se me ocurrió la “magnífica” idea de entrar en su habitación —mientras 'Everytime' de Simple Plan seguía oyéndose en mis oídos— y rebuscar entre las cosas de mi padre.

En el primer cajón se encontraba su ropa interior —donde sabía perfectamente que, bajo estos, guardaba su pistola—. Lo cerré, sin siquiera haberlo abierto entero, y abrí el siguiente.

Cuando estuve buscando en éste, noté que la puerta estaba abierta, y que una figura se había adentrado en el lugar.

¡Q-Qué susto! —grité, retirando los auriculares de mis oídos, al darme cuenta de que se trataba de Samuel. Que por cierto, ¿qué hacía él aquí? Tragué de imprevisto, sintiendo que me dolía la garganta.



Así que no me has oído. —dijo con una sonrisa. Una que me ponía exageradamente nervioso. —Bueno ya da igual. —Sus manos fueron hasta su cabello, casi consiguiendo que babeara allí mismo, mientras examinaba cada uno de sus movimientos y rasgos de la cara. —He venido porque tu padre, como de costumbre, es un despistado. —Y una leve risa salió de sus labios.





Gracias, papá” Agradeció mi subconsciente. “Gracias por ser tan distraído como siempre”





Se ha dejado algo, ¿no? —Debería dejarse todos los días 'lo que quiera que sea' que ha venido a buscar.



Exactamente. —Dejó de arreglarse el pelo, y por fin pude relajarme —aunque fuera sólo un poco— y pude centrarme en su pregunta—: ¿Y tú qué haces en el dormitorio de tu padre? —Pude notar cómo su mirada bajaba hasta encontrarse con mi 'no-del-todo' desnudez. ¡Mierda!— Y en calzoncillos...





¿Cómo diablos se me pudo olvidar eso?

Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora